El zumbido de las calles de la ciudad de Nueva York era reconfortante, una canción de cuna para Peter Parker mientras se movía por la jungla de cemento, con su sentido arácnido vibrando con alguna punzada de peligro de vez en cuando. Era una patrulla vespertina típica, del tipo que había estado haciendo durante años. Pero esa noche, algo se sentía diferente. El aire estaba cargado de una energía que le hacia cosquillas en la piel, y las sombras le jugaban una mala pasada a los ojos. Lo descartó como si su imaginación le estuviera jugando una mala pasada, un efecto secundario de demasiadas noches largas y mañanas tempraneras haciendo malabarismo con sus obligaciones.
Peter aterrizó suavemente en el techo del restaurante, respiró profundamente mientras las nano particulas de su armadura Iran Spider se retraían. Llegaba un poco tarde. Podía ver el parpadeó de las velas a través de la ventana y el suave murmullo de las conversaciones de la gente que estaba dentro. Era el cumpleaños de Nat y había prometido encontrarse con ella allí. Había estado esperando esto toda la semana, una oportunidad de dejar de lado el spandex y las redes, para ser simplemente Peter con alguien que se preocupaba por él.
Cuando entró en el restaurante poco iluminado, los ojos de Natasha lo encontraron de inmediato. Estaba sentada en una mesa de la esquina, con un cabello pelirrojo y una sonrisa pícara en sus labios. Se veía absolutamente deslumbrante con un vestido del tono perfecto, un marcado contraste con el conjunto completamente negro que solía usar. Levantó una mano y lo llamó con un movimiento del dedo, sin apartar la mirada de él. Peter sintió que el corazón le temblaba en el pecho mientras caminaba hacia ella, tratando de actuar con calma a pesar del calor que le subia por las mejillas.
-Feliz cumpleaños, Nat.-Dijo Peter.
Él se inclinó para besarle la mejilla y percibió el leve aroma de su perfume, algo exótico y seductor que no había notado antes. Ella giró lentamente la cabeza, su aliento cálido contra su cuello.
-Llegas tarde.-Susurró Natasha.
Los ojos de Natasha brillaron con picardía mientras bebía un sorbo de su copa de martini, que ya estaba medio vacía. Peter sintió una punzada de culpa por haberle hecho esperar.