Capítulo 8

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Espero que les guste!!

había tenido esta idea desde hace mucho y dije porque no? y para ser sincera aun tengo fe de que Buck y Eddie terminaran juntos.

Disfruten!!


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Buck estaba en su loft, caminando por la sala de estar, tratando de lidiar con las incomodidades del embarazo, cuando una contracción fuerte lo sacudió de repente. Sintió cómo su fuente se rompía, y el pánico lo invadió de inmediato.

—No... no ahora... —murmuró, mirando el charco que se formaba a sus pies.

El dolor lo golpeaba con fuerza, y su respiración se volvió errática. Buck tomó su teléfono y, temblando, marcó el 911.

—911, ¿cuál es su emergencia? —dijo una voz familiar.

—E-estoy... en trabajo de parto... —jadeó Buck, con la voz temblorosa.

—¿Buck? ¡Dios mío, soy Maddie! —respondió su hermana, sorprendida—. ¿Dónde está Eddie?

—En la estación... ¡Maddie, no puedo más! —gritó Buck entre contracciones.

—Tranquilo, Buck, ya llamé a la estación. Hen y Chimney están en camino, y Eddie también viene. No cuelgues, voy a estar contigo todo el tiempo, ¿de acuerdo?

Buck intentó concentrarse en las palabras de Maddie mientras las contracciones se hacían más fuertes y más rápidas. Unos minutos después, las sirenas de la 118 resonaron afuera, y la puerta del loft se abrió.

Hen y Chimney entraron corriendo, seguidos de cerca por el capitán Bobby, quien traía equipo de emergencia en las manos.

—¡Buck, estamos aquí! —dijo Chimney, poniéndose de rodillas a su lado—. Todo va a estar bien.

—¡No puedo aguantar más! —gimió Buck, con los ojos llenos de lágrimas de dolor.

—Buck, escúchame —intervino Bobby, con su voz firme pero calmada—. Respira hondo y concéntrate en lo que Hen te diga, ¿de acuerdo? Estamos aquí contigo, no estás solo.

Hen se acercó a Buck, revisando rápidamente cómo avanzaba el parto.

—Buck, sé que duele, pero aún no es momento de pujar. Necesito que aguantes un poco más. Concéntrate en tu respiración, lo estás haciendo muy bien —dijo Hen, calmadamente.

—¡No puedo más! —exclamó Buck, su cuerpo temblando.

—Sí puedes, hijo —dijo Bobby, inclinándose cerca de su amigo—. Mira, ya casi estás ahí. Aguanta un poco más y lo lograrás.

Buck cerró los ojos, luchando contra el dolor. Justo en ese momento, Eddie irrumpió por la puerta, jadeando y claramente angustiado.

—¡Buck! —gritó Eddie, corriendo hacia él.

—Eddie... —murmuró Buck, débilmente—. Ya viene...

Eddie tomó la mano de Buck y se arrodilló a su lado, con los ojos llenos de preocupación y amor.

—Estoy aquí, amor. Lo estás haciendo increíble. Aguanta un poco más, por favor —le susurró Eddie, apretando su mano.

—Buck, ya es momento de empujar —anunció Hen—. Cuando te diga, quiero que empujes fuerte, pero escucha nuestras instrucciones. Chim y Eddie están aquí contigo. ¿Listo?

Buck asintió, con los ojos llenos de lágrimas, mientras otra contracción lo atravesaba.

—¡Ahora, Buck, empuja! —ordenó Hen.

Buck empujó con todas sus fuerzas, siguiendo las indicaciones de Hen. El dolor era insoportable, pero intentaba mantenerse concentrado en la voz de Eddie, que le susurraba palabras de aliento.

—Eso es, muy bien —dijo Chimney mientras se preparaba para recibir al bebé—. Estás haciendo un trabajo increíble.

Bobby, mientras tanto, se mantenía cerca de la puerta, controlando la situación, asegurándose de que todo estaba listo para el traslado.

—¡Bien, Buck, ahora deja de empujar un momento! —dijo Hen—. No sigas o podrías desgarrarte.

—¡No puedo parar! —gritó Buck, con el rostro retorcido de dolor—. ¡Duele demasiado!

—¡Buck, tienes que detenerte! —dijo Hen con urgencia—. Te vas a hacer daño.

Pero el dolor era tan abrumador que Buck no podía controlar su cuerpo, y siguió empujando, incapaz de detenerse.

—¡Está sangrando mucho! —dijo Chimney, preocupado.

—¡Dios, Buck! —exclamó Eddie, tratando de mantener la calma—. Aguanta, por favor. ¡Ya casi!

—Lo sé, pero no puede parar. Tenemos que hacerlo rápido —dijo Hen, mirando a Bobby con seriedad.

Bobby asintió y tomó el mando.

—Chim, Hen, prepárense para moverlo en cuanto terminemos. Eddie, quédate con él, no lo sueltes. ¡Todo el mundo listo para el traslado en cuanto nazca la bebé! —ordenó Bobby, su voz firme y controlada.

Buck, con un último empujón, finalmente sintió alivio cuando el llanto de una bebé llenó la habitación. Chimney recogió a la niña y la envolvió en una manta.

—¡Es una niña! —anunció Chimney con una sonrisa—. ¡Elizabeth está aquí!

Buck, exhausto y aturdido por el dolor y la pérdida de sangre, apenas pudo esbozar una sonrisa antes de que su cuerpo cediera.

—Eddie... ella es perfecta... —susurró Buck antes de desmayarse.

—¡Está perdiendo demasiada sangre! —dijo Hen, alarmada.

—¡Vamos a trasladarlo ya! —ordenó Bobby, ayudando a Chimney y Hen a estabilizar a Buck lo mejor que podían.

Eddie, con Eli en brazos, siguió a su lado mientras lo llevaban rápidamente al hospital.

—Te amo, Buck. Aguanta, por favor... —susurró Eddie, sin soltar la mano de su esposo.

Cuando llegaron al hospital, los médicos actuaron rápidamente para estabilizar a Buck. Horas después, despertó en una cama de hospital, débil, pero estable. Lo primero que vio fue a Eddie, sentado a su lado, sosteniendo a Eli.

—Hey, amor... —dijo Eddie suavemente—. Mira quién está aquí para verte.

Buck estiró los brazos con esfuerzo, y Eddie le entregó a su hija. Lágrimas llenaron los ojos de Buck mientras miraba a su pequeña Eli.

—Es... perfecta... —murmuró Buck, con una sonrisa débil.

Poco después, la puerta de la habitación se abrió y Athena entró con una sonrisa cálida.

—¡Felicidades, Buck! —dijo Athena, acercándose a la cama—. Has sido muy valiente.

—Gracias, Athena... —murmuró Buck, agradecido.

Bobby también entró en la habitación, con una sonrisa tranquila y orgullosa.

—Lo lograste, Niño —dijo Bobby—. Estamos todos muy orgullosos de ti. Fue un parto difícil, pero lo superaste como siempre.

Buck, rodeado de su familia, sonrió. Había sido un camino lleno de dolor y miedo, pero al ver a su hija y a Eddie a su lado, sabía que todo había valido la pena.

Fotos de un solo disparo de BuddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora