Capítulo 3

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Después del accidente de la pierna, Buck había vuelto al trabajo, pero las secuelas lo acompañaban en cada turno. Físicamente, la recuperación había sido lenta y dolorosa. A veces, su pierna le recordaba el trauma con punzadas de dolor que aparecían en los momentos más inoportunos. Pero lo que más lo afectaba no era solo el dolor físico, sino la duda constante de si alguna vez volvería a ser el mismo.

Una noche, después de un día especialmente agotador en la estación, Buck llegó a su apartamento, sintiendo cómo la incomodidad en su pierna aumentaba. Trató de ignorarlo, como hacía la mayoría de las veces, pero esa noche era diferente. El dolor no cedía y, con él, vino una oleada de frustración. Se sentó en el sofá, mirando su pierna, y dejó salir un suspiro de agotamiento y desánimo.

De repente, su teléfono sonó. Era Eddie.

"Hey, ¿cómo estás?", preguntó Eddie con su tono calmado. Aunque era una pregunta simple, Buck supo que Eddie estaba preocupado.

"Estoy bien", mintió Buck, como lo hacía a menudo. Pero Eddie no se dejó engañar.

"Voy para allá", dijo Eddie sin esperar una respuesta.

Buck no se molestó en intentar detenerlo. Sabía que Eddie no aceptaría un no por respuesta, y en el fondo, estaba agradecido. En menos de media hora, Eddie llegó al apartamento. Entró con su habitual confianza, como si hubiera estado allí miles de veces, lo cual no estaba muy lejos de la realidad.

"Sabía que no estabas bien", dijo Eddie mientras se sentaba junto a él en el sofá.

Buck trató de sonreír, pero el dolor y el cansancio lo hacían difícil. "No es solo la pierna, Eddie. Es todo. A veces siento que no puedo seguir adelante. Que nunca seré el mismo. ¿Y si no puedo hacer mi trabajo como antes? ¿Y si... nunca vuelvo a ser yo?"

Eddie lo miró en silencio por un momento, luego se acercó más, colocando una mano firme pero reconfortante sobre el hombro de Buck. "Escúchame, Buck. No tienes que ser el mismo de antes. Lo que pasaste fue una mierda, y nadie espera que lo ignores o que seas el mismo de inmediato. Pero lo que sí sé es que eres uno de los hombres más fuertes que conozco, y has demostrado eso una y otra vez. Lo que te hace ser tú no es solo lo físico. Es tu corazón, tu coraje, tu determinación. Eso no cambia por un accidente."

Buck bajó la mirada, sintiendo cómo el nudo en su garganta se hacía más grande. Las palabras de Eddie siempre lograban atravesar las barreras que Buck se imponía.

"Eres más que suficiente, Buck", continuó Eddie, su voz suave pero firme. "Has estado ahí para mí y para Christopher en los momentos más difíciles. Siempre estás para los demás, pero es hora de que dejes que nosotros estemos ahí para ti también".

Buck respiró hondo, tratando de mantener la compostura, pero las palabras de Eddie golpearon algo dentro de él que había estado oculto. "Es solo que a veces no sé si puedo seguir haciendo esto. No quiero ser una carga".

Eddie, sin perder un segundo, negó con la cabeza. "Nunca serás una carga, Buck. Eres mi mejor amigo, y estoy aquí para ti, como tú lo has estado para mí. No tienes que enfrentar esto solo."

Esa simple declaración le hizo sentir a Buck algo que no había sentido en semanas: alivio. Finalmente, se permitió apoyarse en alguien más. Se dejó caer contra el respaldo del sofá y dejó escapar un suspiro profundo, como si una carga invisible se hubiera aligerado.

Eddie, en su forma tranquila y confiable, permaneció a su lado, sin necesidad de decir más. Sabía que a veces, lo que Buck necesitaba no eran palabras, sino solo la certeza de que no estaba solo.

Esa noche, mientras la ciudad de Los Ángeles seguía su curso bajo las luces parpadeantes, Buck se dio cuenta de que, aunque las secuelas del accidente eran reales, también lo era el apoyo de las personas a su alrededor. Especialmente de Eddie, quien siempre estaba ahí para recordarle que no tenía que cargar con todo por sí solo.

[...]

Fotos de un solo disparo de BuddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora