Capitulo 8

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Hace un año

Ramón

Después de esa noche en el club, donde nuestras miradas chocaron como espadas, me quedé pensando en Poppy mucho más de lo que debería. Había algo en ella que no podía ignorar. Era un enigma que me atraía tanto como me exasperaba. La manera en que sus ojos brillaban con furia, mezclada con una chispa que parecía ocultar algo más, algo que no había descubierto aún, me mantenía inquieto.

Decidí tomar un riesgo. Sabía que ella me odiaba —o al menos, eso era lo que aparentaba—, pero también sabía que la tensión entre nosotros no era solo odio. Había algo más en juego, algo que ambos sentíamos, aunque ninguno lo admitiera. Así que la invité a cenar. Nada formal, solo un pretexto para continuar nuestro duelo, pero esta vez en un terreno más íntimo.

Llegué al restaurante antes que ella. Elegí un lugar discreto, con luces tenues y un ambiente que casi pedía provocaciones sutiles. Me acomodé en la mesa y, mientras esperaba, no podía dejar de pensar en lo que vendría. Sabía que Poppy no se iba a rendir fácilmente, y eso hacía todo más interesante.

Cuando finalmente entró, lo hizo con esa misma energía feroz, como si siempre estuviera lista para pelear. Se veía increíble, aunque jamás se lo diría. Sus ojos buscaron los míos de inmediato, como si quisiera marcar el inicio de otro enfrentamiento.

—Llegas tarde —dije, con una sonrisa calculada.

—Tal vez debería haberte dejado aquí esperando un poco más —respondió, con ese tono cortante que me divertía.

Se sentó frente a mí, y su presencia lo llenó todo. Pedimos vino, y mientras las copas se llenaban, supe que era el momento de empujar un poco más allá. Incliné mi cuerpo hacia ella, lo justo para que notara que esta conversación no iba a ser como las demás.

—Sabes, Poppy, estuve pensando en nuestra última conversación —dije, mientras jugaba con el borde de mi copa—. Me fascina lo mucho que disfrutas esta lucha. Casi parece que te provoca… de alguna manera.

Ella me miró con frialdad, pero vi cómo sus labios se tensaron levemente. Sabía que estaba jugando con fuego, y me gustaba.

—No confundas mi pasión por los negocios con otra cosa, Ramón. Eres tú quien parece no poder separarlo —respondió, sosteniendo mi mirada.

Reí suavemente, sin apartarme ni un centímetro. —Vamos, Kendrick. No puedes negar que hay algo más aquí. Cada vez que estamos juntos, la tensión es palpable. Es como si estuvieras esperando a que dé el siguiente paso.

Sus ojos se endurecieron, y por un segundo pensé que podría haber ido demasiado lejos. Pero eso no me detuvo. Sabía que, por más que lo negara, había una chispa ahí. Me acerqué un poco más, mi voz más baja.

—Quizás deberíamos explorar lo que realmente está ocurriendo entre nosotros, en lugar de seguir pretendiendo que es solo por el negocio.

Poppy dejó su copa sobre la mesa con un movimiento brusco, claramente irritada. Su mirada podría haber quemado la sala entera.

—¿Estás tratando de seducirme, Ramón? —preguntó, con una mezcla de incredulidad y furia. —Porque si lo estás, déjame decirte algo: no funcionará. No soy una de esas mujeres que puedes manipular con tus jueguitos.

Me quedé en silencio por un momento, disfrutando de su reacción. Sabía que la estaba empujando al límite, y eso solo hacía que la situación fuera más emocionante.

—No necesito manipularte, Poppy. Solo te estoy mostrando lo que ya está ahí. Si no quieres verlo, está bien. Pero no puedes negar que sientes lo mismo.

—¿Sentir qué? —replicó, su voz subiendo de tono—. ¿Irritación? ¿Asco? Porque eso es lo único que siento cuando estás cerca.

Sonreí, inclinándome aún más hacia ella, invadiendo su espacio personal de nuevo. —Lo que sientes es atracción, aunque lo disfraces de odio.

Poppy se levantó abruptamente, sus ojos brillando de rabia. —No voy a soportar esto. No soy parte de tus juegos, Ramón. Si crees que puedes usar este tipo de tácticas para distraerme, te equivocas.

La vi alejarse, furiosa, pero sabía que esto no había terminado. Lo que acababa de suceder entre nosotros era solo una pequeña chispa, y tarde o temprano, esa chispa se convertiría en un incendio. Porque aunque ella lo negara, sentía lo mismo que yo. Estábamos atrapados en un juego peligroso, uno que ambos sabíamos que no podíamos controlar.

Me quedé en la mesa, terminando mi copa de vino. No había ganado esta batalla, pero el verdadero enfrentamiento aún estaba por venir. Y cuando llegara ese momento, estaría listo.

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⏰ Última actualización: Oct 22 ⏰

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