Capitulo 14

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A medida que el juego avanzaba, las verdades y los retos se volvían cada vez más atrevidos. Las risas resonaban en el bar, y la atmósfera se sentía cada vez más cargada de energía. Danna seguía siendo la que más destacaba, siempre tratando de desviar la atención hacia ella, pero yo intentaba concentrarme en lo que realmente importaba: Adam.

La ronda llegó a Jared, y de repente la tensión en la mesa se intensificó. Sus ojos se posaron en mí con un destello de desafío.

—Verdad o reto, Every —dijo, su voz baja y provocadora.

No podía evitar sentirme un poco inquieta bajo su mirada. Sin embargo, decidí que no iba a dejar que él me intimidara.

—Reto —respondí, tratando de sonar firme.

Jared sonrió, y la sala se llenó de murmullos curiosos.

—Quiero que le des un beso a Adam —anunció, y la sala estalló en risas.

Sentí que me sonrojaba de inmediato. La risa general me pareció lejana, y todo lo que podía hacer era mirar a Adam. Su expresión era una mezcla de sorpresa y diversión.

—No sé si eso es un reto justo —dije, sintiendo la necesidad de protestar.

—¿Tienes miedo, Every? —preguntó Jared, burlón—. ¡Vamos! Solo un beso. ¿O es que no te atreves?

La presión aumentó y la risa de Danna resonó en mis oídos. Pero, en lugar de retroceder, decidí que era el momento de mostrarles a todos, incluida a mí misma, que no tenía miedo.

Me acerqué a Adam, tratando de ignorar la multitud de ojos que nos observaban.

—¿Listo? —le pregunté, intentando que mi voz sonara casual.

Adam sonrió, esa sonrisa que me hacía sentir que todo iba a estar bien.

—Estoy listo —respondió, su tono lleno de complicidad.

Me acerqué más y, en un impulso, le di un suave beso en los labios. La sorpresa se reflejó en su rostro, pero cuando se retiró, había una chispa en sus ojos que no podía ignorar.

La multitud estalló en vítores y aplausos, y un ligero sonrojo se extendió por mis mejillas. Era como si un peso se hubiera levantado, y aunque sabía que había cruzado una línea, me sentí extrañamente liberada.

Jared frunció el ceño, pero no pude evitar sonreírle.

—¿Contento? —le dije, sintiendo que la confianza empezaba a fluir en mí.

El juego continuó, pero algo había cambiado. La tensión entre Adam y yo era palpable, y aunque Danna seguía haciendo sus intentos por atraer su atención, él parecía estar más presente, más enfocado en mí.

La noche avanzaba, y cuando finalmente el juego se desvaneció y la música comenzó a sonar más fuerte, Adam se acercó a mí, un brillo en sus ojos.

—No pensé que fueras tan audaz —dijo, su tono juguetón pero con un matiz serio.

—A veces hay que arriesgarse un poco —respondí, sintiendo que mi corazón palpitaba más rápido.

Justo en ese momento, Danna apareció, interrumpiendo nuestra conversación.

—¡Every! ¡Vamos a bailar! —dijo, tirando de mi brazo.

Me giré hacia Adam, quien parecía algo frustrado.

—Te veo después —dijo rápidamente, antes de que Danna me llevara al centro de la pista.

Empezamos a bailar, pero mi mente seguía en Adam. Su presencia, su sonrisa, todo en él me atraía. Mientras giraba al ritmo de la música, traté de ignorar la sensación de estar siendo vigilada. La luz del bar brillaba, y la música parecía oscurecer mis pensamientos.

Pero no podía dejar de mirar hacia la mesa, donde Adam conversaba con Jared, y esa sensación de inquietud regresó. Sabía que había algo más entre ellos, algo que no podía ignorar. Las advertencias de Jared resonaban en mi mente, y me sentí un poco abrumada.

Cuando la música cambió a una balada lenta, Danna me soltó y comenzó a moverse por su cuenta. Aproveché la oportunidad para regresar a la mesa de Adam.

—¿Qué pasa? —pregunté, tratando de parecer despreocupada.

Adam me miró, y la tensión entre nosotros se sentía más intensa que nunca.

—Nada, solo estaba pensando —respondió, su mirada fija en la mía.

Antes de que pudiera responder, Jared intervino, su voz llena de provocación.

—¿Sigues interesada en él, Every? —preguntó, sonriendo de forma burlona.

—Jared —dijo Adam, con un tono de advertencia.

Pero Jared no se detuvo.

—Solo estoy preguntando, porque, sinceramente, no sé qué ves en él. Tal vez deberías considerar que hay mejores opciones por aquí —dijo, señalando a Danna.

Sentí que mi corazón se aceleraba. Adam se tensó a mi lado, pero no podía dejar que Jared me afectara. Tenía que demostrarle que estaba aquí por mí misma.

—No creo que eso te importe —dije, intentando mantener la calma.

—¿Y qué hay de lo que te dije? —interrumpió Jared, con una sonrisa desafiante—. Te dije que Adam no es bueno para ti. Solo juega contigo.

La tensión aumentó, y el silencio se instaló. Todos los ojos estaban sobre nosotros, expectantes. Adam me miraba con una mezcla de sorpresa y desagrado.

—No estoy jugando —dijo Adam, su voz clara—. Eso no es justo, Jared.

Pero mi mente estaba en otro lugar. Me sentí atrapada entre dos mundos, y una parte de mí quería retroceder.

—Creo que ya es hora de que me vaya —dije, sin poder evitarlo.

Adam frunció el ceño, y una expresión de desilusión se dibujó en su rostro.

—¿Qué? ¿Por qué? 

LeBlanc por defectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora