Capitulo 15

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Por los que alguna vez nos hemos estúpidamente enamorado... hasta casi perder la vida.


—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Britt arrastrando las palabras.

Me volteé rápidamente, tomándola del brazo.

—¿Cómo que por qué? Estás ebria.

Rió, esbozando una sonrisa pícara. 

—¡Porque bebí! ¡Y ni he almorzado! —gritó, soltándose de mí. Luego miró al par que tenía a mis espaldas y su rostro se contorsionó de sorpresa—. Mierda... hacía tanto tiempo que no los veía juntos... a los tres. Dios mío, este es el déjà vu más jodido que he tenido.

Fruncí el ceño. ¿De qué estaba hablando? Esta era la primera vez que yo estaba junto a Adam y Jared en cualquier lugar. Su embriaguez era evidente... Me sentía culpable; la había dejado ir sola a la barra y me había distraído tanto con este par que olvidé a mi amiga.

—¿Entonces? —escupió con torpeza, yendo directo hacia Jared. Ni el rubio ni el castaño se inmutaron.

Me sorprendí a mí misma notando esos detalles... Había familiaridad en sus ojos: los de Jared expresaban una súplica silenciosa, y los de Adam eran cautelosos. Sabía leer a las personas, era buena en los detalles. ¿Por qué parecían ser amigos de toda la vida, cuando Britt nunca antes había cruzado palabra con Jared y solo un par de veces había coincidido con Adam?

—Juraste que no volverías, grandísimo idiota. ¿Qué es lo que quieres? ¿Volvernos locos a todos? —añadió con dureza, su rostro mostraba una furia contenida, dirigida a Jared. Luego ladeó la cabeza mirando a Adam con desaprobación—. ¿Y tú? ¿Para ti todo es un juego? ¿Llevarla a la muerte no fue suficiente para los dos? ¡Par de críos ineptos! Siguen compitiendo por quién mea más alto.

Jared chasqueó la lengua, tomándola del brazo.

—Será mejor que te calmes; no es lo que piensas. Necesitaba resolver unos asuntos... —murmuró, bajando la voz. Continuó diciéndole algo más que no logré entender. Sin embargo, la tensión en sus espaldas me decía que hablaban de alguien... de mí.

Pero, ¿por qué? ¿Acaso alguien más que mi madre, Jared y yo sabía lo que había ocurrido hace cinco años? No... era imposible. Jamás se lo había contado a Britt, y Jared estuvo mucho tiempo lejos como para hablarle de eso.

La música era ensordecedora, el aire comenzó a faltarme y me sentí a punto de trastabillar cuando Adam lo notó y me tomó fuerte por los hombros.

—¿Estás bien, Every? —preguntó, pero su voz sonaba lejana.

Adam, Jared y yo. Jared y Adam. Adam y Jared... Mi cabeza comenzó a doler, sentía el entrecejo pesado... Nosotros, nosotros juntos. Imágenes borrosas, casi imperceptibles, comenzaban a salir a la luz. Era el recuerdo vivido de algo... de un momento... Esa fragancia. Mezclilla y Antonio Banderas, el perfume de Adam... Menta, la menta era el olor característico de Jared.

Abrí los ojos. ¿Estaba enloqueciendo?

No, no lo estaba. En este momento estaba siendo completamente cuerda. Más cuerda que en cualquier otro momento de mi vida.

Miré a Adam: su rostro mostraba incertidumbre, miedo... Había angustia en sus ojos. Luego estaba Jared... Su expresión era melancólica, un sentimiento oscuro se escondía en sus iris. Y al final, mi amiga Britt, borracha, con los ojos como platos y un rostro lleno de preocupación.

—Me besaste... hace dos noches —dije, lo suficientemente alto para que los tres me escucharan—. Dijiste que ni antes, ni mucho menos ahora, estabas arrepentido de haberme conocido. ¿Todo esto tiene algo que ver?

Necesitaba entender por qué mi mente se sentía tan afligida como mi corazón. Necesitaba organizar mis pensamientos y descifrar este rompecabezas que cada vez se volvía más grande e imposible.

Adam abrió la boca para responder, pero se quedó callado. No pude procesar lo que ocurrió después, porque en cuanto Jared se le acercó con el rostro torcido de furia, lo tomó de la camiseta.

—¿Qué mierda le dijiste, hijo de puta? —espetó, lleno de ira.

Solté un grito de sorpresa. Me quedé estática, pensando qué hacer, pero todo era demasiado. No entendía, no podía comprender. El rostro de Britt era una mezcla de sorpresa e indignación. Se acercó a ambos, pensé que intentaría separarlos, pero golpeó a Adam con furia.

—¿Qué crees que haces? ¿Acaso enloqueciste? —chilló.

LeBlanc por defectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora