Capitulo VI

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Pov Akane

De verdad estaba dispuesta a perdonarle? perdonar... Aun me sonaba rara esa palabra, desde luego algún día tendría que hacerlo, pero como le había dicho, para mí no sería fácil. ¿Se ganará él mismo el derecho a que lo perdone? seguía teniendo mis dudas, después de estar parte de la noche dándole vueltas a todo ese asunto, me decidí a salir de mi cuarto y darme un buen baño. Se escuchaba mucho ruido abajo, estarían todos cenando, me agarre a la barandilla y baje con cuidado.

Al llegar al salón efectivamente estaban todos cenando, busqué con la mirada a una persona, pero en vez de verle a él, solo pude distinguir una gran melena azulada encima de él. Me empezaron a subir los calores por todos lados, que pronto corrían las voces, hasta Shampoo se había enterado ya, y al lado de Nabiki, se hallaba la abuela de esta, me senté en mi sitio y Kasumi me entrego mi plato de cena y un bol de arroz, mientras cenaba intente fijar mi atención en la televisión y dejar a los dos tórtolos que estaban retozando al otro lado de la mesa, en mi interior quería tirar a Shampoo al estanque para que se volviera gata, y le araña toda la cara a Ranma, pero me quedé en mi sitio, "disfrutando" de esa maravillosa noche en familia.

Cuando Shampoo se quitó de encima suyo Ranma estaba rojo como un tomate, y entonces fue cuando se percató de que estaba sentada al otro lado de la mesa, se le fueron todos los colores de la cara, pasando a un color blanco como el mantel, iba a decir algo, pero Shampoo volvió a abalanzarse sobre él, todos reían y discutían por igual, yo era la única que estaba fuera de lugar, parece que la que hubiera estado fuera dos años hubiera sido yo.

No tenía poco que llevarme mal con mis compañeras de clase, que en mi vida cotidiana tenía que aguantar a una tipeja china que estaba encima de Ranma todo el santo día.

- Muchas gracias Kasumi, estuvo muy buena la cena, como todos los días. -le sonreía y me levante cogiendo mis cacharros de la cena me dispuse a andar hacia la puerta de la cocina para fregar mis cosas, cuando la abuela de Shampoo, me invito a que me sentara, y probara sus dulces que ella misma había elaborado.

- Por favor, no le hagas el feo a esta pobre anciana, comete alguno Akane.- en realidad contra la abuela de Shampoo no tenía nada, siempre me había parecido una anciana agradable.

fregué los cacharros de mi cena y volví al salón para probar esos dulces que había preparado. había toda una bandeja llena de pastelitos chinos, cada fila era de un color, suponiendo que llevarían varios ingredientes, cuando fui a coger el primero, me lo fui a comer y me percaté de que Shampoo se había quedado muy quieta mirándome como me lo comía.

- Así que te has especializado en la carrera de artes marciales Akane.- me pregunto Shampoo después de dejar en paz a Ranma.

No tenía ninguna gana de entablar conversación con la chinita, pero no me quedaba otra, casi todo el mundo se había quedado callado, pensando que habría una pelea de gatas de un momento a otro.

- Sí, de todas formas, alguien se tendrá que hacer cargo de este Dojo, era una buena forma de mejorar en mis habilidades. Tenía claro que quería seguir estudiando, y ninguna de las otras carreras me gustaba. - cuando pronuncie la palabra del Dojo mire a Ranma de reojo, pillando de que también estaba muy pendiente de lo que yo estaba diciendo.

- Ya veo, pero si ahora tenéis a Ranma, ya no serás tú la que te encargues de Dojo, o me equivoco? - esta pregunta no iba dirigida a mí, si no a mi padre.

Quien se había puesto colorado y ni siquiera me miraba, es más, me esquivaba la mirada cada vez que podía. me volvió a hervir la sangre.

- ¡¿Es eso verdad papá? Ahora que está Ranma volverá a ser él? ¿El encargado de llevar a buen puerto este Dojo? ¡¿Es eso verdad?! - esta última pregunta mi voz subió un par de tonos. - De verdad esperas que no vuelva a desaparecer ?.-

- si... es verdad, a él nunca lo ha vencido nadie Akane, lo siento de verdad, sé que te estas esforzando mucho por conseguir tu carrera... pero ahora que está Ranma...- se había vuelto hacia mí, peor su mirada seguía estando perdida en algún lugar de la habitación que no era yo.

- Sí, en poquísimas palabras me acabas de decir que no soy para nada fuerte, desde luego ya yo sabía tu opinión, pero nunca me lo había esperado papá...- solo me había mirado a la cara una vez, y había sido en esta, cuando me levanté de mi sitio para irme, cuando le había pillado mirándome a la cara, mi mirada se lo había dicho todo.

Desprecio, humillación, vergüenza, y cuántas cosas más podría decir, pero la peor de las miradas fue para otra persona, de trenza azabache.

-te odio más que nunca

Supe que había podido leer mis labios, por qué abrió unos ojos como platos, y se intentó levantar a toda velocidad, tropezando con todo lo que había a su paso, pero antes de llegar hasta mí, le cerré la puerta corredera en todos los morros. No podía volver a mi habitación como si nada, no podía seguir en estos momentos en esa casa, así que me dirigí a mi habitación saque un bolso lo suficientemente grande metí mis cosas, ropa, medias, zapatos entre otras cosas luego me dirigí a la puerta de entrada, la abrí de malas maneras, y salir al exterior, mis dolores habían disminuido, pero no lo suficiente como para salir disparada hacia una dirección y perderme.

Cuando estaba ya en la calle, volvía a oír la puerta de la casa, abrirse, pero no cerrarse, unos segundos después unos pasos muy rápidos detrás de mí hicieron darme cuenta de quién era, me giré para encararlo, y cuando lo tuve en frente desplegué mi mano y la empotre sobre su mejilla, haciendo que diese varios pasos hacia atrás, con cinco dedos marcados sobre su mejilla.

- No voy a volver a desaparecer, eso que te quede claro. y yo no sabía nada de los planes que tenía tu padre, te has vuelto fuerte, casi hasta a alcanzarme. y yo pensaba que serías tú, de verdad. - intento ponerme una mano en el hombro a lo que yo la esquive.

- Eso de que no vas a desaparecer, no me lo creo, ya lo hiciste una vez, porque no lo ibas a hacer dos. y ya sé que no soy tan fuerte como tú, pero todo el esfuerzo que he puesto estos dos años por mejorar, y en mi carrera, y en todo... Esta noche se ha ido por la borda, lo han tirado como si fuera un pañuelo usado.

- Así que felicidades, tendrás una hermosa mujer china, y un Dojo a tu cargo. - me volví a dar la vuelta para marcharme, pero él fue más rápido y me agarró de la muñeca, haciéndome volverme para encararlo.

- De qué mujer estás hablando? - su mirada se había vuelto fría.

- Después de verte tan empalagoso esta noche con Shampoo, está claro... y supongo que tanto ella como su abuela enseguida tendrán planes de boda para vosotros, ahora que has vuelto, otra vez puede darle rienda suelta a su amor por ti...- dije mirándole a los ojos con el mismo desprecio con el que le había mirado en el salón.

- que sepas que es la única mujer a la que quiero... es la que tengo delante ahora mismo. - dijo acercándome más a mí.

Eso me había pillado por sorpresa, ni siquiera podía parpadear, sin darme cuenta me había separado de él, y él tampoco había hecho nada por detenerme, solo se quedó quieto en su sitio. sin parpadear. con una mirada en sus ojos que nunca había visto, no sabía reconocer que sentimiento le recorría ahora mismo pero sí que podía saber el mío, pánico.

Como pude, eché a andar todo lo rápido que mis dolores me permitieron, no sabía qué camino llevaba, pero en esos momentos no podía estar cerca de él. Cada vez estaba más equivocada, más confusa, ya no sabía qué pensar de él, ni de mí, ni de mis sentimientos. era verdad eso que acababan de escuchar mis oídos? ¿era solo una imaginación mía? que estaba pasando. esto era más complicado... por qué no podíamos volver a ser dos jóvenes que jugueteaban y que se odiaban.

No sabía hacia dónde me llevaban mis pies, pero sí sabía que no quería volver a aquella casa, en una buena temporada

Ranma ½Donde viven las historias. Descúbrelo ahora