-01-
El día que la lluvia trajo al pasado.
30 de Septiembre, Austria.
Tomas Wolf.
Alguna vez creí que la vida solo nos daba una sola oportunidad para hacer las cosas, un "lo tomas o lo dejas" definitivo, sin embargo, aquel día me di cuenta que nos daba nuevas oportunidades cada día que abrimos los ojos. Lo entendí la tarde que volví a verla, luego de 1.827 días hablándole al destino. Una tarde donde el cielo había causado un diluvio, igual al día que deje el pueblo.
Aquella vez ella no me había notado.
Esta vez, fui yo el que cometió el error de no notarla a simple vista, luego de chocar con su hombro.
-Discúlpame, no era mi inten...-las palabras se desvanecen en cuanto sus palabras llenan mis oídos.
-Está bien, ¿sabes donde puedo encontrar información de la facultad de astronomía?
Su voz, tan meliflua como poco la recordaba llegó a mis oídos como una melodía calmante.
-Hanne-susurré apenas, alzando la vista estupefacto.
-¿Nos conocemos?-dice , sacándome de mi ensoñación. Sonando tan sorprendida.
Sus ojos, esos iris tan verdes como un par de aceitunas.
Un cabello empapado y una vestimenta inconfundible.
Unos labios carnosos y húmedos por el rocío del viento.
-No, claro que no-respondí, dándome cuenta de mi error-.Un gusto, soy Tomas.
-¿Tomas? Uhm, me recuerdas a alguien del lugar donde vivía-dijo, extendiendo su mano-.Soy Hanne Meyer.
Su tacto, tan delicado como alguna vez lo había imaginado. Unas manos suaves capaces de curar cualquier herida.
Definitivamente era ella. Lo sabía.
Parecía un sueño, un pequeño espejismo, pero su apariencia era la misma, exceptuando por su cabello, unos pequeños y cortos rizos café que ahora contaban con reflejos azulados.
Ya no era aquella niña que marcó mis pensamientos por años, ahora lucia como una auténtica mujer, delicada, sensual y rebelde.
Podría decirte que no había quedado cautivado como la primera vez, pero sería una absoluta mentira. Sin duda alguna, mi vida nunca había girado entorno a las relaciones, pero su simple presencia, hizo replantearme la idea que poseía acerca de ellas.
-La facultad de astronomía queda en frente, mi padre es el decano y antiguo profesor de la universidad-agregué, volviendo a la realidad y abriendo el paraguas que llevaba para cubrirla-.Puedo llevarte si deseas. Eres nueva, ¿cierto?
-¿Se nota mucho la inexperiencia?
-No, te ves como si ya estuvieras graduada y con excelencia.
-Estoy graduada en artes plásticas, sin embargo quería comenzar otra carrera-rie suavemente, era en absoluto la mujer más hermosa que había visto jamás.
-Oh, interesante-correspondí su sonrisa.
El camino se volvió corto al llegar a su lugar de destino, pero quizá era el mismo destino que nos volvería a topar en algún otro momento.
-Gracias por acompañarme con tu paraguas. Eres mi héroe esta tarde.
-Estoy a la orden, no pertenezco a esta facultad, pero suelo frecuentarla, así que es probable volvernos a encontrar.
-Eso sería estupendo. Gracias de nuevo...
-Tomas, ese es mi nombre-le recordé riendo, en tantos años era posible que ella se hubiera olvidado de quien era yo y de la influencia de mi familia en este lugar.
En lo más profundo de mi corazón, esperaba que aún embargara algún recuerdo de los dos años que fuimos esos niños inmaduros que amaban ser vecinos.
-Nos vemos luego...-Alza una mano a modo de despedida mientras caminaba de espaldas al camino. A pesar de los años, parecía ser la misma.
-Nos vemos... Meine Fee- susurré para mi mismo, aquel apodo siempre será parte de ella.
***
La lluvia decidió parar cuando el camino a casa se volvió más pesado, sin embargo no me quejaba, el clima lluvioso era un tanto ácido pero fresco para aquellas tardes veraniegas.
Al llegar, el apartamento que desde hace un año se volvió mi propio hogar, me recibe en total oscuridad. Un espacio pequeño que embarga todos mis trabajos, sueños, lamentos y logros; sin embargo, son los pequeños ladridos de Bolt -si, como el de la película- que me hacen suspirar de tranquilidad, aquel pequeño Bull terrier que se volvió mi familia más cercana desde que decidí adoptarlo.
La habitación con calefacción se convierte en una consolación a medida que cambio mi ropa por aquel pijama viejo que aún no dejó de usar. Decido ver una película mientras como la cena pre-calentada que prepare antes de salir en la mañana y a medida qué pasa el rato, una llamada me trae a la realidad.
-Diga?-respondo sin percatarme quien es el correspondiente de la llamada.
-Hola hijo, quería saber cómo llegaste a casa-la voz de mi padre hace eco en el micrófono-.También quería preguntarte, ¿verdaderamente ella está aquí? Pasó a mi oficina y dijo que eras tú quien le había dado instrucciones.
-Si papá, ella está aquí. Después de nueve años.
Nueve años desde que deje el pueblo Heller y no nos volvimos a hablar.
Cinco años desde que la vi a la salida del bosque.
-Esa niña luce igual que antes, no ha cambiado para nada. ¿Te reconoció?
-No, por supuesto que no-suspiro decepcionado, como quisiera que eso fuera diferente-.No nos vemos desde que tenemos catorce años, es casi imposible creer que se acuerde de mi.
-No lo sé, es impresionante-dice, agregando lo siguiente de manera condescendiente-.Después de todo, pensé que no te olvidaría, así como tú siempre la recuerdas.
-He cambiado, no tengo el mismo aspecto de la última vez.
-Para mi sigues viéndote igual hijo-dice, dejando un largo suspiro consigo-.Tus ojos siguen siendo los mismos, como los de tu madre.
-Lo sé papá.
-Debo colgar, tu abuela Jane me está llamando para ir a cenar. Nos vemos mañana y no olvides llevar los informes que aún te faltan por entregar, pasaré por tu apartamento para desayunar juntos.
-Esta bien, te quie...-cuelga antes de dejarme terminar la fresa, sin embargo, su voz se queda en mi conciencia y no deja de llenar mi cabeza de recuerdos agridulces.
Espero tenga razón, y la luna le haya llevado todos mis mensajes para así ella me recuerde, al menos un poco, porque mi pasado no debería relacionarse con su luz. Nuestra historia lastimosamente no pasaría imperceptible por cualquiera.
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Cuando los sueños se conviertan en tormentas (#2)
RomansaTomas Wolf creyó haber perdido la oportunidad de su vida, llevándose consigo el recuerdo latente de él día que perdió su única esperanza. Sin embargo, el destino parece dar un giro a su suerte, trayendo consigo al pasado. Un pasado lleno de estrell...