4. E. Dubois

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Bostecé estirándome. Había terminado todos los examenes y presentaciones. Mi facultad era la última en terminar todo por lo que la uni estaba casi vacía a excepción de algunos colegas míos.

Habían llegado las vacaciones y el frío con él. Después de muchos exámenes y amanecidas por estudiar a última hora, llegó lo que todos ansiábamos. Un descansito hasta el nuevo comienzo de semestre. La verdad es que mi universidad era un poco rara, el año pasado habíamos dividido el año escolar en trimestres pero este año al decano y la facultad se le había ocurrido regresar a los semestres. No los entendía.

La semana se pasó volando, quedé con Elijah para que me enseñara contabilidad porque sinceramente se me daba muy mal, quedé todo el fin de semana con él ya que el lunes era el último día de exámenes.

Pero en vez de enseñarme se la pasó parloteando de lo pesado que era su primo. Se llamaba Charlie tenía un par de años más que nosotros y no trabajaba ni estudiaba. Según Elijah su único pasatiempo era arruinarle la vida. Parecía un niño quejándose.

—¿Entonces entendiste la amortización lineal?— preguntó el rubio mientras bebía su bubble tea.

Llevaba una camiseta blanca y unos pantalones chinos color beige. Típico posh. Sus zapatos eran unas zapatillas blancas sin ninguna mancha de suciedad.

Elijah, al igual que Levi y mi hermano, tenía un trastorno de limpieza, y esto iba no solo a sus habitaciones sino también a su aspecto personal. Pero a diferencia de los dos primeros, Elijah era un poco más relajado con eso.

La ropa de Elijah valía miles de libras y se notaba solo por la calidad porque odiaba los logos grandes y las marcas en la ropa. Pero a diferencia de mi hermano y el amargado, no organizaba su ropa por colores.

Le gustaba lo minimalista, bueno, le había llegado a gustar después de un año experimental donde había probado ponerse animal print y colores exageradamente cancerígenos.

Venía de una familia adinerada. Toda su vida había estado rodeado de lujos, extravaganzas que no mucha gente podría decir que había vivido, había visto el mundo y sus maravillas a corta edad. Había comido la mejor comida preparada por los mejores chefs del país y del mundo.

Pero a pesar de haber vivido en un entorno tan caótico donde la soberbia y el dinero eran lo único que conocían estas personas, él era sencillo. Tenía el ego del mismo tamaño del monte Everest pero era amable, altruista, condescendiente y muy educado.

Pero Elijah no siempre fue así.

Cuando lo conocí, lo deteste, era tan borde e indiferente con la gente que me daba rabia. Nos conocimos en la universidad, íbamos a la misma carrera, al mismo grado. La razón por la que nos hicimos amigos es porque nos tocó hacer un proyecto juntos.

Como se nota que en mi universidad toman el trabajo en equipo muy enserio. Bufé. Después de cinco mil trabajos grupales después aquí seguía, colega.

A lo que iba, nos la pasamos peleando todo el proyecto porque nuestras ideas no se alineaban, él no me quería escuchar y yo no quería darle la razón. Creo que fue de las pocas veces que sentí que mi paciencia se iba a otro mundo y reventaba.

Cuando el día de la presentación llegó, estaba muerta de nervios, había pedido a mi hermano que se hiciera pasar por mi, pero claro, no éramos gemelos sino mellizos. Me sudaron tanto las manos porque pensé que la presentación iba a ser una mierda y resultó que a pesar de haber discutido, había añadido mis ideas a la presentación; las fotos, las tablas y la forma en la que yo quería estructurar el documento.

Esperamos que todos terminaran de exponer, muchos se iban porque no estábamos obligados a quedarnos pero nosotros nos quedamos para poder escuchar nuestra calificación y no era de esperar que sacáramos la calificación más alta. Elijah tenía una beca completa por sus altas calificaciones.

Aunque te hayas ido (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora