CAPÍTULO 3

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Mi madre me asintió con la cabeza. Cuando la abrí vi que estaba mi mejor amiga y su padre detrás, éste sostenía dos vasijas grandes, una en cada brazo. De repente siento a alguien detrás mío y cuando giro, veo a mi madre, así que decido echarme a un lado.

-Buenos días señor Graham, ¿Qué quiere a éstas horas ?- mientras se cruzaba de brazos.

-Buenos días señorita Kelly, hemos venido a traerle un par de vasijas de agua, ya que ayer Sarena se fue de la plaza sin coger las que os pertenecían. También a que mi padre les diga algo.- Dicho esto, dejó paso a su padre.

-Buenos días señorita Kelly, en modo de disculpa por haber pegado a su hija ayer, y haber dicho esas palabras que dije, les traigo las vasijas de agua que les pertenecían y así poder aceptar mis disculpas, ya que alguien insistió en que se las traiga y me disculpara.- Dijo mientras miraba a su hija que se encontraba al lado suyo.

-No tenía por que haber traído las vasijas, podríamos haber ido nosotras al río a por agua.-

-El río ya se está empezando a congelar señorita Kelly, se ha adelantado el frío en lo alto de la montaña, enseguida dispondremos de poca agua, y sabe que para conseguirla tiene que ir al lago que se encuentra cerca de la playa, y el camino que llega hasta allí es peligroso.- Mi madre me miró, y le pedí con la mirada que lo aceptara.

-Está bien, acepto sus disculpas, espero que sea la última vez, nuestras hijas son mejores amigas desde hace 10 años y nunca habíamos tenido problemas entre nosotros.- Cogió las vasijas que le estaba entregando el señor Graham, y me las dio para que las metiera en casa y las colocara en su sitio, que básicamente viene siendo cerca de la chimenea.

-Lo sé, pero es que ayer me pilló con el día algo torcido y por desgracia la pagué con Sarena.- Me miró y me crucé de brazos, yo solo hice esto por Lussyn.

-La próxima vez que se levante con el día torcido señor Graham, póngase un cartelito en el puesto que ponga "perro peligroso".- Algo me golpeó la cabeza.-¿Por qué me pegas madre?- Le dije mientras me pasaba la mano por la zona donde me dio.

-No digas esas cosas, que encima que ha venido a disculparse, vas tu y lo provocas.-

-No se preocupe, ambos sabemos que siempre ha tenido ese carácter oculto, que quien no la conozca se pensará que siempre es así. Pero es normal que haya respondido de esa forma, así que no se lo tenga en cuenta. Bueno hija, nos vamos.-

-Adiós señor Graham, adiós Lussyn.-Cerró la puerta y me miró...¿Sonriendo? -Tu y tus respuestas locas hija, se que nunca te gustó su padre.- Yo solo pude quedarme con los ojos abiertos, ¿Cómo lo supo?

-¿Co..Cómo lo supiste?- Le dije mientras nos dirigimos a la mesa para terminar de desayunar.

-Eres mi hija, y te conozco, no necesitas palabras, tu mirada ya dice todo lo que tienes que decir.-

-Fallo mío... Supongo que son manías que tengo.- Dicho eso y unos pocos minutos después ya habíamos terminado, así que procedí a recoger las cosas de la mesa e ir a fregarlos.

-Si sólo fuera esa sola tus manías... A veces pienso que te alimenté con manías, en vez de leche...- Yo sólo pude girarme a mirarla y ladear la cabeza como un perro.- Ves.- No pudimos resistirlo y estallamos las dos en una carcajada.

El día se pasó rápido, entre darle de comer a las gallinas, limpiar la casa... Mi madre se encontraba sentada en una de las hamacas, con una manta y un té delante de la chimenea y yo, como no, en mi rincón preparando algún mejunje de los míos, como suele decir mi madre. Yo no podía dejar de mirar el caldero mientras no paraba de removerlo y pensar en como le puedo hacer la pregunta que me pasaba últimamente estos meses por mi cabeza. Así que decidí soltarlo de golpe y no marearme más, que si no los nervios podrán conmigo.

-Oye mamá, ¿te puedo hacer una pregunta?- Le dije mientras seguía mirando el caldero y seguía removiendo y enseguida sentí la mirada de mi madre en mi.

-Claro hija, dime.-

-¿Qué fue de papá?- Pude notar su sorpresa en aquel silencio incómodo que llenó la sala, como no lo conocí pues nunca pregunté por él, así que supongo que esa pregunta le ha pillado un poco por sorpresa. La miré un poco de reojo para ver qué hacía y vi cómo cambió su mirada hacia el cálido fuego y se puso un poco tensa. ¿Tan malo fue lo que le pasó que no quiere ni contármelo? ¿Nos abandonó? ¿Alguien lo asesinó? Tengo tantas teorías de que pudo haber sido de él, de cómo murió, o eso creo, porque es lo que me dijo la primera vez que le pregunté que porque yo no tenía un padre como los demás niños de la aldea. Me sacó de mis pensamientos cuando empezó a hablar.

-Verás hija, temía que ésta conversación llegara. Pero tarde o temprano tendrías que preguntar por él, verás...- Hizo una pausa, como si estuviera pensando que decirme o como decírmelo, se notaba la tensión en el aire, cosa que eso producía que me pusiera más nerviosa y ansiosa por saber sobre él, cuando sentí que iba a empezar a hablar, me giré para mirarla y escuchar lo que tenía que decir.

-Tu padre se llamaba Garon, todo pasó antes de que nosotras llegáramos a esta aldea hace 21 años, unos 3 meses después de que tú nacieras, él murió. Fue en busca de leña al bosque para pasar el invierno, pero nunca regresó. Los vecinos de la aldea iniciaron la búsqueda de tu padre, la gente decía que probablemente había muerto, cosa que yo no quería creer, porque tu padre era un gran cazador y con gran sentido de la orientación. No hubo tormenta esa noche, así que no se le pudo torcer el camino de vuelta a casa. Estuvieron buscando un par de días y sólo encontraron su arco y su daga.- Por acto reflejo miro a la izquierda, en dirección a la puerta de la habitación, donde se puede distinguir el arco colgado en la pared y la daga en la mesa.

-¿Y nunca se supo de su cuerpo?- Escuché un suspiro que causó que volviera la vista hacia ella y vi como cerraba los ojos.

-No, dejaron la búsqueda ahí, le pusieron fin con la excusa de que algún oso u otro animal se lo comería o se lo llevaría a su madriguera para prepararse para el invierno.- Y así sin más, se levantó, dejó el vaso en la mesa y se acostó.- Buenas noches cariño, no te acuestes tarde y quita la llama para dejar solo las brasas, no queremos otro susto como el de hace ya varios años...-

-Buenas noches mamá, sí no te preocupes, lo haré.- Y ahí me dejó, mirando al fuego y pensando en lo que me había contado, ¿Por qué nunca me lo contó? Son tantas preguntas sin respuesta... Volví a mirar el caldero y apagué el fuego, construí una pequeña base de piedra, como una mini hoguera, bien preparada para no quemar la casa. Apagué el fuego del caldero y removí los palos para bajar la llama y dejar las brasas de la chimenea, lavar el vaso y acostarme, mañana será un nuevo día.

Juntas como la arena y el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora