𝗀𝖺𝗍𝗈.

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la tarde de verano en la casa de los zaharie-aveline era tranquila, bañada por la suave luz del sol que se filtraba a través de las ventanas. aquino estaba sentado cómodamente en el suelo sobre una manta, tejiendo con esmero una pequeña manta blanca. acariciaba cada hebra del hilo con delicadeza, como si tejiera algo más que una simple prenda.

con seis meses de embarazo, se sentía más confiado y sereno de lo que había esperado. nunca imaginó que pasaría sus tardes tejiendo algo para su bebé; ni siquiera había hecho esto cuando esperaba a mictia. pero ahora, el simple acto de tejer le brindaba una paz inesperada pero bienvenida.

─ ¿qué haces, mi vida? ─ preguntó duxo al aparecer en la habitación con la pequeña en brazos. se acercó y se sentó a su lado, lanzándole una mirada llena de ternura mientras acariciaba su redondita pancita ─ deberías estar descansando ahora que nuestro pequeño cachorro está en camino.

aquino soltó una risita suave, llena de cariño, y miró a su alfa con ojos cálidos antes de volver a ver a mictia, que ahora jugueteaba con una pelotita de colores a sus pies.

— no soy de cristal, zaharie. ya pasé por esto una vez, y puedo pasar por un segundo — respondió con un tono juguetón, arqueando una ceja.

el azabache soltó una suave risa y se inclinó para besar a aquino en los labios. el beso fue largo y sin prisa, lleno de esa familiaridad y amor que tanto habían compartido con el pasar de los años.

— hace tanto que no te escuchaba llamarme por mi apellido, aveline.. — susurró duxo al separarse apenas unos centímetros, sus ojos violetas brillando con malicia juguetona — es muy.. caliente, de hecho.

aquino sintió el calor inmediato subiendo por sus mejillas, su rubor delatándolo — ¡eres un sucio, duxo! — exclamó, riéndose nerviosamente — ¿acaso no ves que nuestra hija está aquí?

pero mictia, ajena a la conversación de los adultos, seguía concentrada en morder su pelotita, ignorando el mundo a su alrededor.

─ mami ─ dijo de repente la menor, levantando la vista y fijando sus ojitos en los ámbar de su mamá. con una pequeña mano golpeó suavemente la pancita de este ─ bebé.

aquino y duxo se miraron, compartiendo una sonrisa cómplice. ambos rieron suavemente, y el alfa besó la coronilla de la niña, mientras el omega acariciaba la pequeña mano de mictia que descansaba sobre su vientre.

─ sí, mi amor. ─ respondió con ternura, su voz suave y reconfortante. con una sonrisa amorosa en sus labios ─ el bebé está en la pancita de mami. y muy prontito estará aquí con nosotros. podrás jugar con él cuando lo tengamos en casita.

su tono era tan dulce y cálido que calmaba no solo a mictia, sino que también lograba calmar a duxo, quien se limitaba a observar con una sonrisa amplia, la escena era adorable y sentía una calidez profunda en su pecho. para él, no había nada más perfecto que este momento.

era donde quería estar.

de repente, un pequeño golpe en la ventana irrumpió el momento. los tres giraron la cabeza al unísono hacia el ruido y vieron a un gato de pelaje blanco que se había encaramado en el alféizar, golpeando su cabecita contra el cristal al subirse.

─ oh, mira nada más a quien tenemos ─ dijo el azabache, poniéndose de pie y dejando a mictia en el suelo mientras se acercaba a la ventana para abrirla ─ ¿qué haces aquí, gatito de michu? ─ preguntó cómo si realmente el felino le diera una respuesta.

miau. fue la respuesta del gato, que se coló al interior con movimientos ágiles.

─ ¿por qué lo habrán dejado salir? — preguntó el castaño mientras sus delicadas manos seguían tejiendo, una sonrisa divertida en sus labios — mishifu rara vez deja que su gato salga solo.. debe estar alzado otra vez.

el gato, ahora acomodado cómodamente sobre la manta cerca de aquino, comenzó a acicalarse como si fuera el dueño del lugar. duxo regresó junto a ellos y acarició la suave cabeza del animal.

— pobre mishifu — dijo el oji violeta mientras acariciaba al gato que ronroneaba satisfecho — con andreh tan reservado y ocupado con sus estudios, siempre terminan encargándose de este travieso.

mishifu y andreh vivían a solo unas casas de distancia. el primero, un joven beta y algo despreocupado, trabajaba mientras el segundo, su compañero de cuarto y también beta, pasaba largas horas encerrado en la universidad o en la casa, siendo un muchacho más retraído. a pesar de sus diferencias, aquino y duxo los apreciaban casi como si fueran parte de su propia familia. en más de una ocasión los habían invitado a pasar el rato, y aunque andreh era más reservado, mishifu siempre aceptaba de buena gana las visitas.

aquino dejó de tejer un momento, sus ojos ámbar posándose en mictia, que estaba ahora inclinada hacia el gato, tratando de acariciarlo con sus manitas torpes.

— con cuidado, pequeña. el gatito es suave, pero no le tires de la cola — advirtió con ternura.

la cachorra, obediente, pasó sus deditos regordetes suavemente por el lomo del gato, que ronroneó en respuesta. el omega sintió que su corazón se llenaba de una paz serena, mientras su mirada se desviaba de nuevo hacia duxo.

— ¿crees que mishifu y andreh se animen a venir a cenar esta semana? — preguntó, rompiendo el momento de silencio — hace tiempo que no compartimos una comida juntos.

duxo asintió, sin dejar de observar la escena entre su hija y el gato.

— sería bueno tenerlos por aquí. tal vez quieran ver cómo mictia ha crecido. y, bueno.. si les contamos sobre el bebé, estoy seguro de que se alegrarían mucho por nosotros — dijo con una sonrisa tranquila.

aquino asintió, pensando en cómo la noticia del nuevo cachorro sería recibida con cariño por sus amigos. mientras sus pensamientos volvían a concentrarse en la manta que estaba tejiendo, sintió una fuerte patadita en su vientre.

— ¡oh! — exclamó con sorpresa, llevando una mano a su barriga ─ duxo.. — dijo con un susurro emocionado — el bebé acaba de patear.

el azabache se acercó rápidamente, apoyando su mano en el mismo lugar donde su omega había sentido el movimiento.

— ¿está moviéndose? ¿puedo sentirlo? — preguntó con aquellos ojos violetas iluminados por la emoción y con una sonrisa expectante.

— sí, justo aquí — respondió el oji ámbar, guiando la mano de su alfa al lugar exacto.

segundos después, otra patadita suave se sintió contra la mano de duxo, y el alfa soltó una carcajada, llena de alegría y asombro.

— está fuerte — comentó el azabache con una sonrisa orgullosa — será todo un luchador, igual que su mamá.

el castaño rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír también ─ eres un tarado..

— vamos, pequeño, no seas tan impaciente. pronto podrás conocer a tu hermana y hacer travesuras juntos — murmuró el alfa con voz cálida, sintiendo la mirada de su pareja sobre él pero ignorandola.

 pronto podrás conocer a tu hermana y hacer travesuras juntos — murmuró el alfa con voz cálida, sintiendo la mirada de su pareja sobre él pero ignorandola

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⏰ Última actualización: Oct 24 ⏰

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