Me encontraba en un lugar completamente diferente. Las paredes eran de piedra, y el aire olía a pergamino y cera de vela. Me levanté lentamente, tratando de entender dónde estaba. De repente, la puerta se abrió y un joven entró. Tenía el cabello corto de un oscuro marrón, lentes redondos y una mirada estoica que no traicionaba sorpresa ni miedo. Me observó detenidamente antes de hablar.
—¿Quién eres y cómo has llegado aquí? —preguntó en griego antiguo, que, sorprendentemente, entendí perfectamente.
—Soy.. Dara —respondí, tratando de mantener la calma—. No sé cómo llegué aquí. Estaba en una tienda, con un espejo de mano... y de repente aparecí aquí.
Él joven frunció el ceño, pero luego asintió con interés.—Soy Andrey. Este es mi estudio —dijo con voz tranquila—. Dices que un espejo te trajo hasta aquí. ¿Vienes de otro tiempo?
Asentí, todavía aturdida.
—Sí. Vengo del futuro... y de otro lugar, un mundo distinto al tuyo. Todo sucedió después de encontrarme atrapada en un extraño bucle, y era mi única opción de algún modo, me trajo aquí... a Roma, creo.
Andrey me estudió en silencio, luego cruzó los brazos y asintió, como si recordara algo importante.
—Hay una leyenda antigua —dijo pensativo—, que habla de un espejo. Dice que cuando el imperio se encuentre al borde del caos, aparecerá alguien desde el reflejo, una especie de "doble", una imagen de salvación para alguien de gran importancia. Podría ser una metáfora... o tal vez tú eres esa figura.
Mis pensamientos se arremolinaban, tratando de conectar las piezas de este misterio.—¿Una figura de salvación? —murmuré—. Pero... ¿para quién?
Andrey se acercó más y me observó con detenimiento, sus ojos oscuros brillando tras los lentes.
—Tu apariencia me resulta extrañamente familiar —dijo lentamente—. Eres muy parecida a la hija perdida del emperador Augusto ''Ara'', una joven mujer que desapareció hace años y de la que nadie ha vuelto a tener noticias. Sabemos dónde está su hogar, pero es imposible entrar. Su mansión está custodiada por misteriosas barreras, y nadie ha logrado verla... ni siquiera a través de un reflejo. Sentí un escalofrío al pensar en la conexión entre este lugar y el misterioso espejo.
—¿Crees que podríamos ir hasta allí? —pregunté con una mezcla de inquietud y curiosidad—. Tal vez encontrar a Ara me ayude a entender por qué estoy aquí.
Andrey asintió solemnemente.—Te llevaré. Tal vez el tiempo no nos haya unido por casualidad, Dara.
Llegamos a la mansión de Ara después de atravesar varias calles empedradas y un pasaje cubierto de hiedra. La imponente residencia de piedra parecía aún más antigua que el resto de la ciudad, con sus muros cubiertos de símbolos grabados y misteriosos detalles en sus ventanas altas. Al acercarnos a la puerta, Andrey se detuvo y me miró con intensidad.
—Si eres su reflejo, entonces algo debería ocurrir cuando entremos —dijo en voz baja—. Quizá... por fin podamos entrar.
Puse mi mano sobre el pomo de la puerta, y sentí un pulso extraño, como si algo respondiera al contacto. La puerta, sorprendentemente, se abrió sin resistencia. Dentro, el aire era pesado y antiguo, y en las paredes colgaban retratos cubiertos de polvo. Y entonces, en una de las pinturas, la vi: una mujer que parecía ser mi reflejo, con mis mismos rasgos y un vestido largo de un estilo que nunca había visto.
Andrey observó el retrato y luego se volvió hacia mí con una expresión grave.
—Es ella... Eres tú, Dara. O al menos, un reflejo que pertenece a otra época.
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Rostro de otro mundo
Science FictionDara siempre conoce a un chico llamado Ryan en una parada de autobus en un dia lluvioso. Después de tantos intentos, intenta romper el patron saliendo de su realidad paralela en donde la lleva a la antigua Roma..