Después de nuestra reunión, Andrey y yo nos dirigimos hacia Roma. Andrey había conseguido documentos y cartas que nos permitirían ingresar en las proximidades del emperador sin levantar sospechas, aunque no dejaba de advertirme sobre la cautela que debía tener.
—Recuerda que aquí, en Roma, nada es lo que parece. Cada mirada, cada gesto es observado, y si alguien te nota diferente, podrías atraer más atención de la deseada —me dijo Andrey mientras cruzábamos la plaza en dirección a la residencia imperial.
—Lo entiendo —asentí, observando las imponentes estatuas y los ciudadanos que nos rodeaban. Roma era monumental, tan majestuosa como intimidante. Las miradas, curiosas y evaluadoras, me hicieron recordar que cualquier mínimo error podía costarnos la misión.
Andrey se detuvo y me miró a los ojos, serio.
—Dara, sé que es mucho lo que te estoy pidiendo, pero debes confiar en tu papel. Bryon verá en ti a Ara... y deberás comportarte como si fueras ella.
Inspiré profundamente. Estábamos cada vez más cerca de nuestra meta, y sabía que mi próximo encuentro con Bryon sería crucial.
—Andrey, ¿cómo es Bryon? No lo conozco... ¿crees que realmente puedo convencerlo?
Andrey miró hacia adelante, sus ojos mostraban una mezcla de respeto y reserva.
—Bryon es tan fuerte como cauteloso. Como emperador, ha tenido que aprender a no confiar en muchos, pero en el fondo, es un hombre de pasiones profundas. Conocía a Ara más allá de las tensiones políticas. Quizá eso sea tu ventaja.
Finalmente, llegamos a la residencia. Los guardias apenas notaron nuestra presencia gracias a los documentos de Andrey, y una vez dentro, me llevó por pasillos ornamentados, hasta que nos detuvimos frente a una puerta decorada con grabados en oro y mármol. Detrás de ella, se escuchaban voces, y el corazón me dio un vuelco al reconocer una voz grave y autoritaria.
—Recuerda, Dara, solo necesitas ser tú misma —me dijo Andrey, dándome una palmadita en la espalda. Su sonrisa era reconfortante, pero mi corazón latía con fuerza.
—¿Y si no le agrado? —pregunté, sintiendo que mis dudas se desbordaban.
—No te preocupes. Solo sé sincera. Él necesita a alguien que lo escuche —respondió, y su confianza me dio un poco de valor.
Andrey se adelantó y llamó a la puerta con un gesto firme. La madera pesada se abrió para revelar una sala custodiada por varios guardias y un funcionario imperial que nos observó con un aire de ligera impaciencia.
—¿Qué desean? —preguntó con voz áspera, sin muchos rodeos, aunque su mirada no dejaba de posarse en nosotros, evaluando.
Andrey sacó los documentos que había conseguido y los extendió, manteniendo su postura solemne.
—Tenemos una audiencia solicitada con el emperador Bryon. He sido instruido para presentarme en este momento. Mi acompañante y yo venimos desde lejos y traemos noticias importantes.
El funcionario revisó los documentos con expresión aburrida y luego miró hacia uno de los guardias, que negó con un leve movimiento de cabeza.
—Lamento informarle que el emperador no se encuentra aquí en este momento. No ha comunicado su paradero y tampoco dejó instrucciones sobre reuniones hoy. Tendrán que volver en otra ocasión, —dijo el funcionario, devolviendo los papeles .
Andrey asintió, sin mostrar contrariedad alguna, pero en su mirada se podía ver un leve rastro de frustración.
—Comprendo, —respondió en tono cortés—. Apreciamos su disposición.
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Rostro de otro mundo
Science FictionDara siempre conoce a un chico llamado Ryan en una parada de autobus en un dia lluvioso. Después de tantos intentos, intenta romper el patron saliendo de su realidad paralela en donde la lleva a la antigua Roma..