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-¡Sos una niña hermosa, Vicky!

-Por supuesto que lo es, mira a quién tiene de padre.

Rodrigo comenzó a reírse cuando Ezequiel dijo aquello como si nada, ordenando la mochila de la niña, ya que pasaría esos días con ella luego de que volviera de su viaje de negocios. Juan, en tanto, estaba arreglando -destruyendo la televisión mientras Tomás cocinaba algo para la cena.

-¿Tenés todo, Vi? -le preguntó Ezequiel, tomándole la mano.

-¡Sí, papá!

-Entonces ve a despedirte de tu padre y tus tíos, ¿dónde están tus modales, ovejita?

Victoria le sacó la lengua a su padre, ganándose un pellizco en la nariz, y después corrió a despedirse de Tomás y Rodrigo, dejando a Juan para el final.

-Adiós, papá -se despidió Vicky cariñosamente,- ¡Te voy a extrañar! ¡Y por favor, trata de no destruir algo!

Juan comenzó a reírse.

-Pásala bien con tu papá, princesa -se despidió, dándole un beso en la frente-. Nos vemos en unos días.

Segundos después, la puerta de la casa fue cerrada, quedando sólo ellos tres en el pequeño hogar de Juan y Tomás.

-Oye, Carru -Tomás le hablo desde la cocina,- Vení, quiero darte algo en tu día especial.

Rodrigo arrugó el ceño, negando con la cabeza, y entró a la habitación, quedándose quieto mientras una sonrisa enorme se extendía por su rostro.

Unas pantuflas de Minions estaban sobre la mesa con una cinta de regalo, así que comenzó a reírse por la diversión sin poder evitarlo. Fue a abrazar a su mejor amigo, dándole un beso en la mejilla.

-¿Y para mí qué? ¡Tomás gastó mi dinero! -se quejó Juan, entrando.

Rodrigo volvió a carcajearse, abrazando también a Juan por la emoción, agradeciéndole el bonito y simple presente. Trató de obviar la acongojante sensación en su pecho, porque ese día cumplía veinticinco años y Spreen no lo saludó en la mañana.

Aunque tampoco es como si lo hubiera esperado, porque Iván nunca solía ser la primera en desearle un feliz cumpleaños: por el contrario, prefería ser siempre el último, así que cuando era ese día, se juntaban luego del trabajo para ir a cenar sólo los dos y pasar una maravillosa noche sin nadie que los molestara.

Por lo que Rodrigo estaba preparado, estaba listo, pues ya tenía la reserva del restaurante al que iban siempre, y esperaba con mucha anticipación esa noche. Si todo salía bien, tal vez podría finalizar con ellos dos haciendo el amor y recuperando esa magia que los rodeaba cuando estaban juntos.

Carre sabía, confiaba, en Spreen para ese día, porque nunca antes lo decepcionó en algún cumpleaños.

-¿No querés cenar con nosotros? -preguntó Tomás con expresión preocupada-. Podés invitar a Iván si querés...

Carre sacudió la cabeza, emocionado.

-¡Las cosas están bien! -dijo sonriendo-. Iván me besó, Tomi, ¡él tomó la iniciativa! No pensé que fuera a hacerlo, pero me agarró de sorpresa, y estos días ha estado más cariñoso y dulce conmigo.

Tomás sonrió débilmente, casi a regañadientes, pero no le tomó demasiada importancia porque sabía cuál era la opinión de Tomás acerca de todo eso. Seguía doliéndole, sin embargo, sabía que no podía hacer mucho sobre aquello, sólo le quedaba asumir que su mejor amigo no le estaba apoyando por completo.

-¿Cuánto tiempo te queda?

Y, por supuesto, su novio tampoco estaba de acuerdo con él.

Carrera miró a Juan, mordiendo su labio inferior.

Apego | Rodrivan | Happybear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora