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-Bu-buenos días... Mi-mi no-nombre es Rodrigo Ca-Carrera...

Seguido de sus palabras hubo un silencio tenso en el salón de clase, mientras las mejillas del pobre chiquillo se tornaban coloradas por la vergüenza. Entonces, comenzaron las risas.

Rodrigo tuvo que contener las lágrimas de sus ojos, en tanto la profesora les decía que se callaran. Después, lo mandó a sentarse en el único puesto vacío, al lado de un chico de cabello negro y aspecto dormilón, serio, casi aburrido allí.

Mordió su labio inferior, caminando por el salón forzándose a ignorar las risas burlonas, y se sentó al lado del chico, que apenas le dirigió una mirada.

-Ho-Hola... -saludó con tono ahogado.

Iván Buhajeruk le observó sin cambiar su expresión, enarcando una сеја en silencio antes de mirar al frente otra vez, ignorando al muchacho con frenillos y mejillas regordetas a su lado.

Rodrigo sabía que ese sería un difícil año escolar.

✧⁠Apego✧⁠

¿Por qué estás tratando de alejarme?

Decime.

No estás siendo sincero, puedo notarlo.

¿Por qué seguís alejándome?

Puedo sentirlo todo.

¿Por qué no me decís nada?

✧⁠Apego✧⁠

Las burlas no se detuvieron ese día, claro.

Al principio sólo fueron palabras riéndose de sus frenillos, de sus mejillas, de sus orejas que se asomaban en los gorros que se ponía y su mamá le tejía con cariño, de sus dientes, de sus ojos, de todo. Le dolía, por supuesto, pero podía manejarlo, podía fingir que no era para tanto y creer que tarde o temprano se aburrirían.

Tres semanas después, comenzaron los empujones.

Cuando debía ir a buscar algún examen, cuando debía pasar al pizarrón, cuando salían de clases...

Fuertes empujones que lo desequilibraban, seguido de risas maliciosas.

Un día, lo empujaron tan fuerte que cayó al suelo, las palmas de sus manos raspándose, sus cuadernos desparramándose, y sabía que le iban a pegar, sabía que ahora comenzarían los golpes.

-Eh, idiotas, ¿qué mierda están haciendo?

Unas pálidas manos lo tomaron de los hombros y lo pusieron de pie, encontrándose con el enojado rostro de Spreen Buhajeruk.

-¿Te gusta el nuevito, Spreen? -se burló uno de los agresores, aunque se notaba enojado.

-O lo dejan en paz, o les cortaré el cuello con mi navaja, pelotudos del orto.

Por supuesto, eso provocó que todos salieran corriendo.

A Carrera realmente le asustaba mucho ese chico, pero hasta el momento fue el único en defenderlo.

La verdad sea dicha, Spreen repitió porque faltaba demasiado a clases, ya que solía quedarse dormido y, cuando despertaba, decidía que no valía la pena asistir al colegio.

Apego | Rodrivan | Happybear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora