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¿Como mierda podía estar humillandose de esa forma? Carajo, si era Caesar Sergeyev, ¿que le pasaba?
"Estas perdiendo la cabeza, por Lee Won, eso es lo que pasa." Pensó, provocando que cerrará los ojos mientras pasaba su mano por su cabello.
Había logrado controlarse para no besar a Lee Won a duras penas. Con cada segundo la tarea de mantenerse relajado se le complicaba más, y lo peor de todo, es que no podía hacer nada para evitar eso.
Ese echo lo frustraba tanto como lo excitaba, y el simple pensamiento de que su entrepierna estaba literalmente muriendo por un poco de atención no hacia más que aumentar sus emociones.
Necesitaba tener a Lee Won, necesitaba marcarlo como suyo, necesitaba tocarlo, besarlo, demostrarle a todo el puto mundo que el era el único con el derecho de acariciar su piel. Esa necesidad se volvió tan estúpidamente potente que incluso soltó un suave gruñido de solo pensar en todo lo que podría hacerle a Lee Won si tan sólo desaparecieran todas las barreras que les prohibían dejarse llevar por el deseo.
Caesar respiraba hondo, intentando calmarse mientras apoyaba ambas manos sobre su escritorio, inclinado hacia adelante como si esa posicióne ayudará a mantener el control que claramente estaba perdiendo. Sentía que su mente estaba nublada, un torbellino de pensamientos y sensaciones que graban torno a una sola cosa: Lee Won.
La necesidad de tenerlo, de hacerlo suyo, era abrumadora. Cada encuentro con el Omega lo desestabilizaba más y más, empujandolo aún límite del que no sabía si podría regresar. El, el temido Caesar Sergeyev, conocido por su brutalidad y sangre fría, se estaba desmoronando frente a la simple idea de poseer a ese Omega.
"Maldita sea." Se maldijo internamente mientras apretaba los puños luchando contra el impulso de ir a buscar a Lee Won en ese preciso instante.
La imagen de su Omega, sentado detrás de ese pequeño escritorio, tratando de mantenerse firme y profesional, le arrancó una sonrisa torcida. Lo había notado nervioso, casi temblando bajo su mirada, y la forma en que su voz tembló a llamarlo "Caesar"... Eso había sido suficiente para despertar algo primitivo en el. Quería más, necesitaba más.
Soltó un suspiro, el aire saliendo entre sus dientes en una especie de gruñido. Su autocontrol estaba colgando de un hilo. Cada parte de su cuerpo moria por actuar, por tomar lo que era suyo. Las formalidades, las barreras, todo eso le resultaba insoportable.
"Lo voy a marcar.. Va a ser mio." Las palabras resonaron en su mente, una promesa que no tenía intención de romper. La simple idea de otro Alfa siquiera pensando en Lee Won lo llenaba de rabia.
La obsesión que sentía crecía con cada segundo. Se encontraba pensando en el a cada momento, imaginando como sería arrancarle la ropa, deslizar sus manos por esa piel suave y besarlo hasta dejarlo sin aliento. El deseo de tomarlo, de reclamarlo, era como un veneno que lo consumía por dentro. No podía quitárselo de la cabeza, ni siquiera por un segundo.
Soltó un fuerte suspiro mientras cerraba con fuerza los ojos, no podía perder el control, no ahora, tenía que ser paciente, sabía que tarde o temprano acabaría ocurriendo lo que tanto deseaba, pero de igual forma, no podía evitar desear que el momento en que sucediera llegara tan pronto como fuera posible.
"Calmate." Se dijo a si mismo, intentando mantener una compostura que ya sentía completamente destruida. Si perdía el control tan pronto, arruinaría absolutamente todo.
Pero al mismo tiempo, la idea de esperar más se le hacia insoportable. Cada vez que veía a Lee Won, el deseo lo golpeaba como una tormenta, abrumador, incontrolable. Su paciencia, lo poco que le quedaba, se desintegraba poco a poco.
Se levantó de golpe y camino hacia la ventana, observando la ciudad que se extendía a sus pies. Apretó la mandíbula y fruncio el ceño.
La decisión estaba tomada. No iba a esperar más, Lee Won sería suyo y no había absolutamente nada que pudiera impedirlo.
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Secretario.. (Caesar x Lee Won)
RomanceJung Lee Won, un Omega que huye del dolor tras la muerte de su madre, llega a Rusia con la esperanza de empezar de nuevo. En su búsqueda de trabajo, se le presenta una oportunidad aterradora: ser el secretario de Caesar Sergeyev, el mafioso humano m...