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Caesar Sergeyev no era un hombre que se dejara impresionar fácilmente. Llevaba años en el poder, manejando negocios sucios y tejiendo hilos de corrupción en todo el país. Había visto de todo, desde traiciones hasta asesinatos, y nada, absolutamente nada, le sorprendía. Pero cuando el perfil de Lee Won llegó a sus manos, algo en su interior se encendió, una chispa que no había sentido en mucho tiempo.
Al principio, no pudo identificar qué era exactamente lo que le atraía de ese joven Omega. Había leído su expediente por encima, revisado sus antecedentes: sin experiencia relevante, joven, extranjero. No era alguien que debería haber llamado su atención, pero lo había hecho. Durante días, no pudo apartar su mente de la imagen de ese rostro en la fotografía del currículum. Lo revisó más veces de las que podía contar, buscando alguna justificación para la extraña fijación que comenzaba a sentir.
Las noches de insomnio no ayudaban. Caesar llevaba años sin dormir bien, sumido en una constante vigilia, controlando sus negocios y lidiando con sus propios demonios. Pero últimamente, el insomnio tenía un nuevo rostro: el de Lee Won. Se quedaba despierto en su enorme mansión, mirando las sombras en el techo, imaginando cómo sería verlo en persona, cómo sonaría su voz, cómo sería la textura de su piel bajo sus dedos. Era una obsesión irracional, casi patológica, que no podía sacudirse.
Y ahora, faltaban apenas unas horas para conocerlo.
Caesar estaba sentado en su lujosa oficina, rodeado de paredes de mármol y libros antiguos, pero su mente estaba en otro lado. Una parte de él se burlaba de su propia reacción. ¿Cómo podía estar tan absorto por alguien que ni siquiera había conocido? Se suponía que él era frío, calculador, implacable. Sin embargo, la mera idea de tener a Lee Won frente a él lo mantenía en un estado de ansiedad insospechado. Era como si algo dentro de él hubiera despertado, una necesidad primitiva que no había sentido en mucho tiempo.
El tiempo pasaba lento, y cada minuto se hacía interminable. Caesar se levantó y caminó hacia la ventana, observando el horizonte gris de Moscú. La ciudad se extendía frente a él como un monstruo imponente, pero todo lo que podía pensar era en la llegada de Lee Won. No importaba lo que tuviera planeado para el día, sus pensamientos siempre volvían a lo mismo: ese joven Omega que estaba a punto de entrar en su vida.
Finalmente, llegó la hora.
Caesar se sentó en su silla, ajustando su traje con una calma que no sentía. Cuando las puertas se abrieron y Lee Won entró, fue como si el mundo a su alrededor se desvaneciera. El joven estaba de pie en la entrada, nervioso, con las manos temblorosas y una mirada que mezclaba miedo e incertidumbre. Pero para Caesar, lo único que importaba era que finalmente lo tenía frente a él.
Lee Won era incluso más hermoso de lo que había imaginado. Su fragilidad, su aparente inocencia, contrastaban de manera tan marcada con el entorno en el que se encontraba, y eso solo hizo que Caesar lo deseara más. Cada pequeño detalle que había visto en la fotografía ahora cobraba vida frente a él: la curva de su cuello, la suavidad de su piel, la forma en que sus labios se entreabrían nerviosos.
-- Bienvenido -- dijo Caesar, con una voz que sonaba más controlada de lo que se sentía. -- Siéntate. --
Lee Won obedeció, tomando asiento frente a él, claramente incómodo. Caesar lo observó con una intensidad que habría hecho temblar a cualquier otra persona, pero parecía que Lee Won no se daba cuenta del todo, lo cual lo fascinaba aún más. Se quedó en silencio unos momentos, disfrutando de la tensión que se acumulaba en el aire, sintiendo cómo cada segundo que pasaba alimentaba su obsesión.
Mientras comenzaban a hablar, Caesar no podía evitar fijarse en cada pequeño gesto de Lee Won. Cómo sus dedos se movían inquietos sobre su regazo, cómo sus ojos evitaban los suyos, cómo su respiración se aceleraba cada vez que Caesar se inclinaba un poco más cerca de él. Era como una obra maestra que solo él podía apreciar en toda su magnitud.
La conversación fue breve, casi superficial. Pero Caesar no necesitaba más. Había decidido, desde el momento en que Lee Won cruzó esa puerta, que lo quería cerca. No importaba lo que costara, ni cuán irracional fuera su deseo. Lee Won no iba a salir de su vida.
Cuando la entrevista terminó, Caesar se inclinó hacia delante, sus ojos clavados en los de Lee Won, y con una voz baja y cargada de intención, dijo:
-- Nos volveremos a ver muy pronto. --
Lee Won se levantó, aún más nervioso que cuando había entrado, y salió de la oficina sin atreverse a mirar atrás. Caesar se quedó allí, solo en la sala, pero con una sonrisa que apenas pudo contener. Sabía que esto no había hecho más que comenzar, y que su obsesión por ese Omega solo iba a crecer más con el tiempo.
Esa noche, Caesar no durmió ni un minuto.
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Secretario.. (Caesar x Lee Won)
Storie d'amoreJung Lee Won, un Omega que huye del dolor tras la muerte de su madre, llega a Rusia con la esperanza de empezar de nuevo. En su búsqueda de trabajo, se le presenta una oportunidad aterradora: ser el secretario de Caesar Sergeyev, el mafioso humano m...