𝓾𝓷𝓸.

412 37 31
                                    

Era el aniversario de ambos, un día que siempre marcaban en sus calendarios como especial. [T/N] había pasado semanas pensando en cómo sorprender a Satoru Gojo, buscando el regalo perfecto y reservando una cena en un exclusivo restaurante. Quería que fuera una noche inolvidable, una celebración de todo lo que habían compartido. Pero los últimos meses habían sido extraños.

La luz suave y cálida del restaurante la envolvía mientras ella se sentaba sola en una mesa elegantemente decorada, con una vista perfecta hacia la ventana. Las velas parpadeaban, proyectando sombras danzantes sobre el mantel blanco, mientras el suave murmullo de conversaciones llenaba el aire. Sin embargo, la atmósfera romántica que había imaginado se desvanecía poco a poco, dejando solo un vacío creciente en su corazón.

Habían pasado casi siete años desde que habían comenzado su historia juntos, y cada uno de esos años había estado lleno de amor, risas y momentos inolvidables. Para su aniversario, [T/N] había planeado una cena especial, un recordatorio de lo que habían construido juntos. Había elegido cuidadosamente el lugar, un restaurante que servía su comida favorita, y había reservado la mesa con semanas de anticipación, emocionada por la celebración.

Miró la hora en su reloj. Las manecillas del reloj se movían lentamente, cada tic resonando como un eco en su pecho. Él siempre había sido puntual, y en su mente, la imagen de Satoru llegándole con esa sonrisa despreocupada que la hacía sentir como si el mundo estuviera a sus pies era casi palpable.

—Seguro que se retrasó en una misión —se dijo a sí misma, intentando convencerse de que todo estaba bien. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, la ansiedad comenzaba a calar en su corazón. Recordaba las veces en que él había dejado todo para estar a su lado, cómo había ido a buscarla después de misiones difíciles, siempre dispuesto a hacerla reír y a recordarle que, no importara qué, siempre estarían juntos.

La mesera pasó varias veces, ofreciendo bebidas y aperitivos, pero [T/N] rechazó cada una de ellas, incapaz de concentrarse en nada que no fuera la ausencia de Satoru. La velada transcurrió lentamente, cada segundo se sentía como una eternidad. Empezó a revisar su teléfono, esperando un mensaje que nunca llegaba. Una parte de ella se preguntaba si había un problema, si algo había salido mal. Pero la otra parte, la más optimista, insistía en que todo estaba bien.

—Quizás se le olvidó el tiempo, como siempre —murmuró para sí misma, intentando calmar su creciente inquietud.

Al cabo de una hora, el restaurante se había llenado de risas y celebraciones. Las parejas a su alrededor compartían miradas cómplices y brindaban por el amor, mientras [T/N] sentía que el dolor en su pecho se intensificaba. No podía evitar comparar su situación con la de aquellos a su alrededor. Las parejas que intercambiaban sonrisas y gestos tiernos eran un recordatorio constante de su propia soledad en ese momento.

Justo cuando pensó en pedir la cuenta y marcharse, sintió que su teléfono vibraba en la mesa. Su corazón dio un vuelco de esperanza, pero al mirar la pantalla, vio que no era Satoru. Era un mensaje de su amiga preguntándole si todo estaba bien. La desesperación comenzó a apoderarse de ella. Se sentía tonta, esperando a alguien que claramente no iba a llegar. Se sonrojó, no solo de vergüenza, sino de un profundo dolor que amenazaba con derribar las paredes que había construido a su alrededor.

Finalmente, tomó la decisión de marcharse. Justo cuando se estaba levantando, su mente comenzó a divagar hacia todos los momentos que habían compartido: las risas compartidas, los abrazos después de largas jornadas, el consuelo que siempre se dieron el uno al otro. [T/N] sintió que las lágrimas comenzaban a amenazar con brotar.

Mientras pagaba la cuenta, decidió que ya era suficiente. Había estado esperando por él, pero había una línea entre la esperanza y la ilusión, y ella no podía quedarse atrapada en esta última. Sin embargo, antes de salir, sintió que una pequeña parte de ella todavía esperaba verlo entrar por la puerta, con esa sonrisa suya que iluminaba cualquier habitación.

𝐓𝐑𝐀𝐈𝐓𝐎𝐑 ; 𝐆𝐎𝐉𝐎 𝐒𝐀𝐓𝐎𝐑𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora