𝐓𝐑𝐀𝐈𝐓𝐎𝐑 ; 𝐆𝐎𝐉𝐎 𝐒𝐀𝐓𝐎𝐑𝐔

𝓭𝓸𝓼.

Satoru Gojo cruzó los pasillos de la escuela con pasos rápidos, sus usuales sonrisa y confianza desvanecidas, reemplazadas por una expresión seria, casi sombría. Había ido a buscar a [T/N] a su departamento esa misma mañana, esperando encontrarse con una situación incómoda pero reparable. Sabía que la noche anterior la había arruinado... terriblemente. Aún no lograba organizar sus pensamientos, ni siquiera podía recordar cómo había llegado a involucrarse en aquella situación con otra mujer.

Cuando llegó a su departamento, la primera señal de alarma fue el silencio sepulcral. La puerta se abrió con la facilidad habitual, pero al entrar, el vacío era palpable. Su mente, por un momento, lo ignoró, como si no quisiera enfrentar la realidad. Pero lo que vio después lo dejó paralizado: ropa faltante, cajones vacíos, su maleta desaparecida.

Su pecho se apretó, el caos interior comenzando a desbordarse. La idea de que [T/N] se había ido lo golpeó como una tormenta.

¿A dónde fue? Se había repetido esa pregunta sin cesar en su mente, hasta que la única opción lógica lo llevó directo a la oficina de Yaga. Si ella había tomado una decisión tan drástica, el director tendría que estar involucrado.

Al llegar, abrió la puerta sin siquiera tocar, su ceño fruncido revelando la urgencia y desesperación que intentaba ocultar bajo su habitual fachada despreocupada. Yaga, quien estaba ocupado con unos documentos, alzó la vista, sorprendido por la entrada abrupta de Satoru.

—Necesito saber dónde está [T/N] —demandó Satoru, sin preámbulos, su tono firme, casi amenazante—. Fui a su departamento. Se ha ido. Su ropa, su maleta... todo. Necesito saber dónde está.

Yaga lo observó en silencio durante unos segundos, evaluando la situación. Sabía perfectamente que este momento llegaría, que Gojo tarde o temprano buscaría respuestas, pero no esperaba que llegara tan pronto. Aún así, no mostró ninguna intención de ceder ante la presión de Satoru.

—No puedo decirte eso, Satoru —respondió con calma, pero con una determinación que hizo que Gojo frunciera el ceño aún más.

—¿Qué quieres decir con que no puedes decirme? —Gojo dio un paso adelante, su voz elevándose ligeramente. Había un filo en sus palabras, un nerviosismo oculto bajo su tono autoritario—. ¡Es mi pareja! Tengo derecho a saber dónde está.

Yaga mantuvo la compostura, sabiendo que lo que diría a continuación no sería bien recibido.

—No, Satoru, era tu pareja —corrigió, su voz imperturbable—. Y ahora, ella ha tomado una decisión. Me ha pedido que te mantenga al margen, y yo pienso respetar su petición. [T/N] necesita tiempo, espacio... algo que evidentemente no le has dado.

Gojo sintió cómo sus manos se cerraban en puños a sus costados, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que había cometido un error monumental, pero no podía permitirse perderla. No podía aceptar simplemente dejarla ir. El pánico comenzó a abrirse paso entre su arrogancia habitual.

—No entiendes, Yaga —intentó con un tono más bajo, casi suplicante—. Tengo que hablar con ella. Cometí un error, lo sé, pero... lo arreglaré. Solo necesito saber dónde está para poder explicarle.

Pero Yaga no flaqueó. Se levantó de su asiento y caminó hacia la ventana, cruzando los brazos sobre su pecho. Su postura era firme, pero su rostro mostraba una mezcla de cansancio y desilusión.

—[T/N] me contó lo que pasó, Satoru. Me lo dijo todo. —Sus palabras fueron como una bofetada para Gojo, quien se quedó congelado en su lugar. El dolor y la vergüenza comenzaron a acumularse en su interior—. Y no es algo que puedas "arreglar" con una simple conversación o con una de tus excusas. La traicionaste en un momento en el que ella más confiaba en ti, y aunque no voy a darte detalles, ella está destrozada. Más de lo que piensas.