𝓮𝔁𝓽𝓻𝓪 𝓭𝓸𝓼.

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Mientras la batalla continuaba, Itadori y Nobara apenas lograban mantenerse en pie. Las maldiciones, grotescas y cada vez más agresivas, parecían no tener fin. Megumi jadeaba, lanzando una última técnica para frenar el ataque de las criaturas, y en ese momento, Gojo apareció, materializándose con una sonrisa amplia y despreocupada, sus brazos llenos de bolsas de compras.

—¡Estoy aquí! —anunció alegremente, sacando un pequeño gorrito azul de una de las bolsas y mostrándoselo a sus alumnos—. ¡Miren esto! ¿No es adorable?

La mandíbula de Nobara cayó en señal de exasperación mientras esquivaba a una de las maldiciones.

—¡¿En serio, sensei?! —gritó, con evidente frustración—. ¡Estamos en medio de una pelea!

Itadori intentaba no perder la paciencia, moviéndose ágilmente para mantener su posición.

—¡Sensei! —le recriminó mientras lanzaba un puñetazo a otra maldición—. ¡Esto es serio!

Pero Gojo simplemente se limitó a mirar a su alrededor, como si no entendiera el caos. Con una sonrisa despreocupada, dio un paso hacia el centro de la pelea, aún sujetando las bolsas.

—Oh, vamos, chicos. Esto es solo una práctica. ¡Relájense un poco! —dijo, guiñándoles un ojo—. Pero está bien, ya que soy un gran maestro y ustedes parecen estar sufriendo, me encargaré de esto.

Sin apartar su atención de ellos, Gojo alzó una mano y de un solo movimiento, desató una ráfaga de energía que destrozó las maldiciones en un instante, sin esfuerzo aparente. Sus alumnos, jadeando y atónitos, lo miraron con expresiones mezcladas de asombro y resentimiento.

—¿Tan fácil era para usted...? —murmuró Megumi, con los ojos entrecerrados, visiblemente molesto.

Gojo solo sonrió con calma, guardando el gorrito en una de las bolsas, cuando su teléfono comenzó a sonar de nuevo. Sin prestarle mucha atención al contexto de la pelea, contestó con su usual tono relajado.

—¡Hey, Shoko! Justo estaba pensando en pasarme para mostrarte las cosas del bebé —dijo con alegría, pero en cuanto escuchó las siguientes palabras de Shoko, su rostro cambió drásticamente.

—Gojo, escucha... ¡[T/N] está en el hospital, ha empezado el parto!

La bolsa de compras se le cayó de la mano, y su expresión se tornó de puro asombro y emoción. Su mente tardó un segundo en procesarlo, pero cuando lo hizo, giró hacia sus alumnos y, antes de que pudieran comprender lo que ocurría, él ya había destruido el resto de las maldiciones y desaparecido en una fracción de segundo.

—¿A dónde se fue...? —preguntó Itadori, aún atónito.

Megumi negó con la cabeza, tratando de no mostrar su preocupación.

—Creo que finalmente va a ser padre —dijo en voz baja, con una pequeña sonrisa.

—Creo que finalmente va a ser padre —dijo en voz baja, con una pequeña sonrisa

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𝐓𝐑𝐀𝐈𝐓𝐎𝐑 ; 𝐆𝐎𝐉𝐎 𝐒𝐀𝐓𝐎𝐑𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora