CAPITULO 2

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Cabello negro como la noche, unos ojos azules tan electrizantes que parecían brillar en la oscuridad. Mi ropa era distinta, un haori tradicional japonés que me envolvía como una sombra, y una katana que colgaba a mi lado, lista para ser desenfundada. Pero ¿dónde estaba? El entorno era desconocido, una niebla que se cernía sobre mí como un velo.

Y entonces, vi al chico. Sus ojos azules me miraban con una intensidad que me hizo estremecer. Repetía una y otra vez la misma frase, como un mantra — A mí, nadie me odia.

Su voz era monocorde, sin emoción, pero había algo en sus ojos que me hacía sentir que estaba mintiendo. O quizás no. Quizás era la verdad, y yo era el que estaba equivocado.

Me acerqué a él, intentando entender. ¿Quién era? ¿Por qué decía eso?

Pero él no respondió. Solo siguió repitiendo la frase, como si fuera un ritual.—A mí, nadie me odia.

Me quedé callada, mis manos extendidas hacia él, anhelando tocarlo, pero mientras más corría hacia él, más se alejaba. Era como si estuviera atrapada en una pesadilla, donde mis piernas se movían sin avanzar.Pude escuchar su voz, débil pero clara, llamándome. Pude ver su cabellera negra como la noche, ondeando en el viento. Pero cada vez que creía alcanzarlo, se desvanecía en la niebla.

Mi corazón latía con fuerza, mi respiración era agitada. Sentía que estaba corriendo sin parar, pero no avanzaba.Y entonces, desperté.

Mi cuerpo parecía exhausto, como si hubiera corrido durante horas. Mi piel estaba cubierta de sudor, mis músculos doloridos. Me senté en la cama, intentando recuperar el aliento.

¿Qué había pasado? ¿Era solo un sueño?

Pero la sensación de realidad era tan intensa que me hizo cuestionar si había sido real. ¿Había corrido realmente hacia él? ¿O solo había sido una ilusión de mi mente?

Me levanté de la cama, intentando sacudir la sensación de agotamiento. Pero la imagen de él seguía en mi mente, esa frase aún resonaba en mis oídos.— A mí, nadie me odia.

Claro que nadie lo odiaba, yo no podía hacerlo, incluso sin conocerlo. Pero cada vez que me levantaba, olvidaba el tono de su voz, el grosor de sus hombros y su cabello. Solo sus ojos permanecían grabados en mi memoria, penetrando el sueño y la realidad.

Me quedé sentada en mi cama, observando mi habitación como si buscara una respuesta en las sombras de la mañana. La luz del sol se filtraba por la ventana, iluminando los objetos familiares que me rodeaban. Pero mi mente estaba en otro lugar, en el mundo de los sueños, donde él existía.

¿Por qué seguía soñando con él? ¿Qué significaba esa conexión que sentía? ¿Era solo una fantasía o algo más?

Me levanté de la cama y comencé a caminar por la habitación, intentando despejar mi mente. Pero sus ojos azules me perseguían, como si estuvieran grabados en mi alma.

Me detuve frente al espejo y me miré. ¿Quién era yo? ¿Qué buscaba en esos sueños? La respuesta no estaba en mi reflejo, sino en los ojos de él.

—¿Quién eres? —me pregunté en voz alta, como si él pudiera responderme.

El silencio fue la única respuesta.

Pero yo sabía que no podía dejar de buscar. Tenía que encontrarlo, entenderlo. Porque en esos ojos azules, había visto algo que no podía ignorar: una conexión que trascendía lo racional. Y me estaba enamorando de lo irracional y de lo irreal.

****

La hora del recreo había llegado, y yo todavía estaba luchando contra el cansancio. No podía dormir bien y mis notas dependían demasiado de mi estado de salud. Mitsuri, mi amiga pelirrosa, estaba a mi lado, observándome con una expresión de preocupación, como si tuviera miedo de que cayera al borde de la locura. Pero yo sabía que ya estaba perdida desde el día que lo empecé a soñar.

EL CHICO DE LOS OJOS AZULES [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora