CAPITULO 4

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Volvi donde Sabito, tratando de disimular una sonrisa. Makomo, Sabito y él seguían recorriendo el instituto en compañía de los alumnos de segundo año. Podía visualizar a los demás con una mezcla de interés y desinterés.

— ¿Cuánto falta para terminar el recorrido? — pregunté mientras me quedaba parado, observando nuevamente a la pelirrosa. Pero esta vez estaba abrazando a la chica del broche.

— No falta mucho — mencionó Tokito, mientras se acomodaba su cabellera y observaba a ambas jovencitas hablando entre sí.

— Giyu, no te desesperes, ya falta poco para acabar con esto — dijo finalmente Sabito, que me miraba con una expresión amenazante.

Me sentí un poco incómodo bajo su mirada intensa, pero intenté mantener la calma. Seguimos adelante, y pronto llegamos a una sala grande con una vista impresionante del jardín interior del instituto.

— Bien, este es el final del recorrido — anunció kanao, sonriendo—. Espero que hayan disfrutado conociendo un poco más nuestro instituto.

Makomo, Sabito y yo asentimos en señal de agradecimiento por su hospitalidad. Aunque quería hablar sobre lo que había sentido hace menos de media hora, decidí guardarlo para mí hasta llegar a casa, ya que parecía que solo yo lo había notado. Quería volver a ver ese broche, quería llegar y abrazarla, aunque sonara muy tonto de mi parte. Después de todo, no nos conocemos bien, ella solo es parte de mis sueños y yo no soy parte de los suyos.

— ¿Todo bien, Giyu? — preguntó Makomo.

— Sí — respondí, mintiendo.

— Mentiroso — dijo Sabito con una sonrisa.

— En serio, llegando a casa te lo cuento — respondí finalmente, buscando zanjar la conversación.

***

Al llegar a casa, me desplomé en mi habitación, exhausto. Apoyé mis manos en la pequeña mesa frente a mí, reprochándome por ser tan imprudente. Había perdido todo lo bueno por actuar sin pensar, y la mirada de ella me lo recordaba: "¿Quién eres?". Me quedé paralizado, maldiciendo mi suerte.

Sabito llegó y me tocó el hombro, pero no supe qué decirle. Todavía estaba procesando lo ocurrido. Y para empeorar mi día, Yae me pidió salir y luego me propuso tener relaciones sexuales, algo que me sacó de mis pensamientos. Pero al momento de considerarlo, dudé: ¿Tocarla? ¿Yo puedo tocarla? No, aún si nos besamos, no siento el placer suficiente para llevarlo al límite.

Finalmente, Sabito logró romper el silencio: — ¿Quieres contármelo, Giyu?.

Asentí con la cabeza, y comencé a explicar: — Hoy me encontré con la chica del broche de mariposa, la de mis sueños. Cuando fui a abrazarla, me miró con extrañeza y me sentí muy mal. Al final, solo yo la sueño..

Sabito me animó a continuar: — Y sabes qué? En cada sueño, escucho que ella me dice: 'Todos te odian..

Me detuve, recordando la sensación de soledad en esos sueños.

— Y siempre respondo: 'Nadie me odia' —  proseguí. — La he visto llorar, reír e incluso desnuda en mis sueños, Sabito. No entiendo por qué me dice eso.

Sabito me escuchaba atentamente, buscando una respuesta que yo mismo no sabía. Hasta que sabito se pronuncio.

— Los sueños enlazados—  me explicó Sabito, — son aquellos donde dos personas se sueñan entre sí, en el mismo lugar o en el mismo tiempo. —  Me miró con intensidad. — Hablando de todo lo que has contado. — , continuó, — ¿Acaso mencionaste que la chica de tus sueños tiene ojos azules, como los de la chica a quien abrazaste?.

EL CHICO DE LOS OJOS AZULES [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora