Después de horas en un avión en el que no quería estar, por fin aterrizamos en la pista privada de Diamante Negro -una de las islas hasta ahora deshabitadas de las Islas de Barlovento- y estoy más que agotado. Apenas veo el mostrador de recepción del complejo ni recuerdo el número de mi villa, pero el tipo que me lleva hasta ella en el puto barco parece saberlo. No tengo ni puta idea de por qué tengo que coger el estúpido barco en vez de ir andando por el muelle. Ian me subió al avión, me siguió hasta la isla, y ahora que me he registrado, se ha ido. Cabrón.
El conductor es bastante amable, supongo. No me importa. Habla de comodidades o lo que sea, pero no le presto atención. Al cabo de unos minutos, llega a un muelle privado y descarga mi maleta. Subo los escalones de madera hasta la entrada, introduzco mi pulsera de acceso sin llave en la cerradura electrónica y abro la puerta de un empujón.
Me dirijo a la cama de matrimonio de la habitación contigua y me tumbo de bruces en ella, donde enseguida me quedo dormido.
Cuando vuelvo a abrir los ojos, es porque las luces están encendidas, y gimo mientras me tumbo boca arriba. Sólo quiero dormir durante un mes sin que nadie me hable ni se meta en mi espacio. Al menos aquí no tengo que preocuparme de interactuar con otras personas. Mis payasadas han disminuido en el último año, ya que estoy demasiado deprimido para salir de mi puto apartamento la mayor parte del tiempo, así que, ¿por qué está aquí mi maldita niñera?
—¿Qué coño, Ian? —Gimo mientras me cubro los ojos con el brazo.
—Creo que ha habido un error. —¡Ese no es Ian!
Me incorporo de un tirón, el mundo me da vueltas durante un minuto mientras miro fijamente al puto Zee Panich. No. Absolutamente no.
—¿Qué coño estás haciendo aquí? —Exijo con tanta indignación como puedo reunir.
—Lo mismo que tú. —Deja caer el bolso en la silla de concha de terciopelo verde agua del otro lado del dormitorio, se pasa una mano por la mandíbula y se cruza de brazos, lo que no hace más que agrandarlo y llamar la atención sobre los tatuajes tribales de su piel. Soy insignificante a su lado. Podría partirme por la mitad con dos dedos. Lo odio.
Pero no lo odio.
Quiero que me envuelva, que me proteja, tanto que duele.Sus ojos se arrastran sobre mí, más evaluadores que sexuales, y me dan ganas de esconderme. El puto Zee Panich ya no se preocupa por mí.
—¡Fuera! —Grito, señalando hacia la entrada. —¡Esta es mi habitación! Búscate la tuya.
—Esta es la que me dieron, con pulsera y todo. —Levanta el brazo para enseñármela. También está cansado. Las profundas ojeras y los hombros caídos lo delatan. Pero también tiene el labio partido. ¿A qué viene eso?
Me da igual.
Sí que te importa.Me gruño a mí mismo y me bajo de la cama, pasando junto a él hacia la puerta principal. La puerta principal está junto a una pequeña cocina con armarios blancos y una encimera de piedra con un pequeño fregadero. Frente a la encimera hay una mesita y dos sillas. Las paredes son de color azul claro y las molduras son de madera oscura, que parece extenderse hasta el dormitorio y el cuarto de baño. No es que haya mirado mucho.
Ya no puedo mirarlo. ¿Por qué no puedo alejarme de él ahora? No le he visto en seis putos años, ¿y ahora no puedo alejarme de él? Esto es jodido, y no puedo hacerlo.
Zee me agarra del brazo antes de que pueda abrir la puerta de un tirón.
—Nhu. —Ese nombre me revuelve las tripas. Me obliga a volver a una época que duele demasiado recordar.
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Roto 💔
FanficRoto es un romance MM, con un poco de perversión. Una historia con una desesperada necesidad de amor.