Capítulo 25 - NuNew

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Janis me convence para que me duche, pero lo que hago en realidad es meterme en el agua, que está tan caliente que duele físicamente. Pero es algo. Odio estar entumecido, pero tampoco quiero sentir nada. Todo esto es agotador.

Consigo lavarme el pelo, la cara y las partes importantes antes de salir. En el armario, me pongo ropa interior y me siento en el suelo, pasando los dedos por las cicatrices. He pensado mucho en añadirme otra en los últimos días. Necesito algo de control sobre mi vida, y ahora mismo siento que no tengo ninguno. Pero no tengo el cuchillo que siempre he usado.

Mis padres me van a echar del piso, puedo sentirlo. Me quitarán mi fondo fiduciario y me dejarán luchando por resolver mi vida. Odio lo dependiente que me he vuelto de ellos.

Me levanto, busco en el cajón de las joyas y me doy cuenta de que no está mi collar de perlas favorito. Se me rompe el corazón al saber que lo dejé en casa de mis padres. Joder. Ahora tengo que volver.

Cojo algo de ropa, me visto y voy a buscar a mi mejor amiga. La encuentro en el sofá, con los ojos pegados al teléfono.

—Oye, ¿puedes...?

Levanta la cabeza, con expresión cuidadosamente inexpresiva, y dejo de hablar.

—¿Qué?

—Mathew Panich ha muerto. —No hay inflexión en su voz cuando da la noticia.

El padre de Zee ha muerto. Está solo.

Tengo que llamarlo.

Recorro mi apartamento, busco mi teléfono en todos los lugares habituales antes de darme cuenta de que también está en casa de mis putos padres con mis malditas llaves.

—¡Janis! —Grito, corriendo por el pasillo hacia la puerta. — ¡Necesito que me lleves!

Abro la puerta de golpe con ella pisándome los talones mientras corremos hacia las escaleras, demasiado impacientes para esperar al ascensor. Ni siquiera llevo zapatos, pero no me importa. Tengo que encontrarle. Todo lo que puedo imaginar es al niño enfadado y herido que Zee era después de la muerte de su madre. No tiene a nadie que lo abrace. Nadie que lo cuide. Es imposible no ir a buscarlo.

Llegamos al aparcamiento a toda prisa y subimos a su coche. Me da su teléfono para que introduzca la dirección de mis padres mientras nos pone en la calle. Por suerte, sólo son veinte minutos en coche y el tráfico no es malo, así que vamos bien de tiempo. Cruzamos la verja y Janis se detiene delante de la casa. Salgo antes de que aparque y abro la puerta sin llamar.

El teléfono está en la habitación que antes era mía.

—¡NuNew! —El grito estridente y sorprendido de mamá me sigue escaleras arriba. —¿Qué demonios crees que haces? ¡Irrumpir en mi casa de esa manera!

—¡Voy por mis cosas y me voy! —Le grito. Las botas de Janis golpean las escaleras de madera detrás de mí y me siguen por el pasillo.

—Vaya, tu madre es una zorra —dice cuando abro la puerta del dormitorio y me detengo. No lo han limpiado. Hay cristales rotos por todo el suelo y estoy descalzo.

—Oh, mierda. —Janis se detiene en seco, apenas chocando conmigo. —¿Qué estamos buscando, y dónde debería estar?

—Mi teléfono debería estar junto a la cama. —Señalo el lado en el que dormí y la mesita de noche volcada. Ella pasa a mi lado y se agacha junto a la cama para mirar debajo.

—La he encontrado. —Mete la mano y saca mi teléfono, que estoy seguro de que está muerto. —¿Algo más?

—¿Hay equipaje en el armario? Guarda el teléfono en el bolsillo y abre la puerta del armario para encontrarlo vacío. — ¡Joder!

Roto 💔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora