El bajo que bombea por los altavoces palpita en mi cuerpo mientras me muevo al ritmo de la música. El alcohol y la coca fluyen a través de mí y de la mayoría del público de esta discoteca. Es mi vía de escape, como la de todos los demás. Una forma de esconderme del mundo real, de perderme en la falsa narrativa de un lugar más feliz. Sin dolor, ni pasado, ni trauma. Sólo este momento.
Un cuerpo cálido y fuerte me aprieta la espalda mientras una voz ronca me grita al oído por encima de la música. —Baño, cinco minutos.
Colin. Es uno de los seguros. Más o menos.
Hemos follado más veces de las que puedo contar, y es discreto, pero no se convierte en un pegajoso de quinta. Todas las casillas están marcadas, y soy capaz de excitarme. Ojalá le gustara cuando llevo falda. Me encantan las faldas cortas y las bragas sexys, pero no puedo llevarlas aquí, al aire libre.
Me llevo la botella de cerveza a los labios y bebo un trago, un código secreto que hemos desarrollado a lo largo de los años y que le permite saber que le he oído.
Poco después de que Zee desapareciera y Mark fuera enterrado, dejé de ocultar quién era al público. Soy más indulgente con lo que me pongo, me visto de manera más femenina con encajes y perlas, pero las faldas se quedan por dentro, y nadie las ha visto aparte de Janis. Me pongo lo que quiero, cuando quiero, me ven con quien quiero que me vean, y que se jodan los medios de comunicación. Ahora hago una escena cuando salgo porque sí. Bailo sobre las mesas, destrozo habitaciones de hotel, no me importa. Nada me importa. No me quieren y no tengo a nadie a quien decepcionar, así que, ¿a quién le importa lo que haga?
Voy dando tumbos hacia el baño y tropiezo con mis propios pies al empujar la puerta, pero Colin está allí y me coge, así que no me caigo de bruces en el asqueroso suelo. La piel me zumba con el subidón, hormigueante, cálida y feliz.
—Esta noche estás hecho un desastre —me dice Colin en tono de reprimenda, pero mi cerebro atontado no se ofende.
—Ponme peor. —Me froto contra él como una gata en celo. No está lejos de la verdad. La droga me pone cachondo, me hace estar hambriento de orgasmos, pero ya noto que se acerca el colapso. La apatía de no sentirme satisfecho con la vida que he estado viviendo tiñe los bordes de mi subidón.
—Jesús. —Me agarra del brazo y tira de mí hacia el pasillo y el callejón que hay detrás del club. Mi espalda choca contra la pared de ladrillo y los labios de Colin me rozan el cuello. Le agarro la cabeza e intento acercar su boca a la mía, pero me esquiva. Me encantan los besos, y él lo sabe, pero es un imbécil y no me los da.
Sus manos están en mis vaqueros demasiado ajustados, tirando de ellos para abrirlos y empujándolos hacia abajo. Estoy a punto de correrme solo por el zumbido de las drogas y la forma en que me manosea.
Esto es lo que necesito. Que me utilicen. Por unos minutos soy deseado. No hay nadie en mi vida que me necesite para otra cosa. Soy el "amigo de usar y tirar" o el "amigo de última hora". A nadie le importa lo que hago o adónde voy, salvo a los medios de comunicación. Les encanta publicar fotos y vídeos de mí saliendo a trompicones de las discotecas, almorzando solo y pensando por qué no salgo con nadie. ¿No lo entienden? No vale la pena salir conmigo.
Colin me hace girar y mi cara choca contra el ladrillo porque mis reflejos son una mierda. Se ríe y se acerca, deslizando los dedos entre las nalgas y encontrando mi agujero ya lubricado.
—Eres una putita —me gruñe al oído mientras me rodea la garganta con la mano. —¿Ya te han follado esta noche?
Gimo mientras sacudo la cabeza.
—¿Te has preparado para mí? —Siento sus labios sonriendo contra mi piel mientras desliza dos dedos dentro de mí, empujando un par de veces antes de arrastrar su polla entre mis mejillas.
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Roto 💔
Hayran KurguRoto es un romance MM, con un poco de perversión. Una historia con una desesperada necesidad de amor.