uno.

320 30 2
                                    

Abriste los ojos con pesadez, suspirando al sentir la persiana abrirse de golpe y los rayos de sol golpear tu rostro con su característica agresividad, como todo lo malo en esta vida; sin advertencia.

"¡Vamos, no puedes pasar toda tu vida encerrada llorando por un imbécil, ¡ya pasaron dos meses!" dijo Liana, lanzando tu cobija al suelo, exponiendo tu cuerpo ante el frío aire que entraba por la ventana abierta, te hiciste bolita, ocultando tu rostro en la almohada.

"No quiero..." dijiste con simpleza.

"No es sobre querer o no, ¡vamos a ir! Llevas semanas pudriéndose en tu cuarto apestoso, no lo seguiré permitiendo." Habló la rizada, cruzándose de brazos, mirándote con el ceño fruncido.

Suspiraste, mirándola sin ganas. Liana tenía razón, había pasado mucho tiempo y realmente no habías puesto mucho de tu parte para mejorar, mientras que ella había sacrificado decenas de citas y salidas nocturnas por quedarse a tu lado. Le dedicaste una sonrisa cálida y sonreíste, asintiendo con la cabeza. Liana pegó un agudo grito que te hizo despertar de golpe.


"¡Iré a mi departamento por ropa, regreso en dos horas!" dijo ella, apuntándote con el dedo índice mientras corría hacia la puerta con una sonrisa; era una amenaza, lo sabías, si en dos horas no estabas lista y lucías espectacular, tendrías problemas. Sonreíste mientras escuchabas la puerta cerrarse de golpe.

Te pusiste de pie, saliendo de tu cuarto y mirando tu departamento hecho una basura. Era un completo desastre, ¿Cómo dejé que se pusiera así? pensaste, negando con la cabeza, pasando una mano exasperada por tu rostro. Miraste el reloj en la cocina, pensando si te daría tiempo de limpiar o no. Agitaste la mano, negando con la cabeza. Retomarías la limpieza habitual el domingo...o lunes...o quizá miércoles.

Te adentraste en tu closet, mirando la variedad de prensas que tenías, pensando en cuál sería la estrella de hoy. Un vestido negro llamó tu atención, tiraste de la tela, revelándolo, lo descolgaste y lo tiraste al suelo, pateándolo con tu pie debajo de uno de los muebles. Tu ex novio amaba regalarte vestidos y verte con ellos, ahora no eran más que un constante recordatorio de lo que habías perdido. Si no los veías, no te dolería.

Para tu desgracia, había sido una ruptura amistosa y, spoiler: duele mil veces más.

¿Cómo puedes pasar de amar tanto a alguien y terminar con ella al día siguiente? Era un dilema para tí. Suspiraste, escogiendo tu vestimenta de esta noche. Un hermoso vestido rojo, ligeramente escotado, tacones y cabello suelto.

Me arreglaste, y dos horas después, justo como había prometido, Liana estaba de regreso. Abrió la puerta de tu departamento con la copia que se había robado de la maceta de la cocina, sonreíste al verla.

"¡Te ves hermosa!" dijiste sonriendo, haciendo una figura circular con tu dedo índice. Liana te dedicó una vuelta, posando.

"Mira qué linda te ves cuando te bañas," dijo ella sacando la lengua. Reíste sarcásticamente. "¿Estás lista?"

"Sí, vámonos. ¡Yo manejo!"

"¡No seas aburrida!"

Probablemente tu miedo más grande en la vida era dejar que Liana maneje, así que tomaste la sabia decisión de llevar tu auto. No acostumbrabas beber mucho, así que no sería un problema sacrificar la bebida para que ella pueda divertirse.

"¡Me volveré loca hoy!" dijo, retocando su gloss en el pequeño espejo del copiloto. La miraste de lado, con sospecha.

"¿Loca subirte en la mesa o loca me besaré con el primer hombre que vea?" preguntaste divertida, haciendo referencia a incidentes anteriores.

lecciones de amor; nanami kentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora