tres.

67 13 8
                                    

Estabas pensando en las distintas excusas que podrías para no ir a clase hoy. Ir a la enfermería, quizás...No, Angie nunca mentiría para salvarte el trasero. Mucho menos después de haberle estornudado en la cara aquella ocasión. Tachaste la opción de tu cuaderno. Podrías...¿hablar con el subdirector? Sí, claro, y decirle que no quieres ir a clase porque te besaste con tu profesor. ¡Excelente idea! Otro tachón en tu cuaderno. Podrías simplemente...¿no ir?

Era la opción más viable, más sencilla, aún así, te encontrabas frente a aquella puerta que separaba tu deseo del pasado con tu futuro. Tragaste aire y entraste al aula, Nanami alzó la vista en cuanto te vio entrar, eras la tercera alumna en llegar, 7:00 pm. Justo a tiempo. Ignoraste su mirada, la cual estaba posada discretamente sobre tí, desde que entraste hasta que te sentaste hasta el fondo, intentando ocultar tu presencia. Cuando volteaste a ver a Nanami, el rubio apartó la mirada, enfocándose de nuevo en los libros y documentos frente a él. Suspiraste con pesadez.

¿Cómo podía olvidarte así de rápido y tú seguías ensañada con él?

Liana no se apareció en la clase ese día, enviándote un breve mensaje diciendo "Tengo algo q resolver, nos vemos luego !!!1" Suspiraste, por milésima vez en el día.

La clase pasó de forma tranquila, Nanami hacía su mejor esfuerzo por ignorarte y tú mantienes la vista enfocada en los garabatos en tu cuaderno. Aún así, el rubio se sentía incapaz de apartar la mirada de tí. Cada oración terminaba en tí, cada vistazo a la clase, eras un imán para su mirada, era imposible escapar de tí.

¿Debería renunciar?, pensó él. Si renuncio, quizá podría...No, negó con la cabeza, reprimiéndose a sí mismo por tener esos pensamientos. ¿Estaba dispuesto a dejar un trabajo perfecto por una alumna? No, no por cualquier alumna. Por tí.

"Deberán entregar un escrito al final de la siguiente clase. Quiero saber qué sienten sobre sus libros hasta ahora, en qué están de acuerdo, en qué no...Mínimo 10 páginas." Nanami habló y toda la clase bufó con pesadez. "¿Quieren que sean 20?" preguntó con una sonrisa burlona, todos mantuvieron silencio. "Eso creí. Pueden retirarse." Dijo él, mirando cómo su reloj marcaba 8:30 pm en punto. Suspiró, juntando sus papeles en una misma torre.

Tomaste tus cosas, guardándolas con lentitud, sin energía. Nanami miraba cada uno de tus movimientos con detenimiento. La puerta del aula se abrió, todos salían pero un chico esperaba recargado en el marco, era ajeno en la clase, mirando hacia dentro. Nanami frunció el ceño en cuanto lo vio ahí parado una vez más. Era el mismo chico que te trajo tus lentes el otro día. Nanami vio cómo sonreías al verlo, agitando una mano mientras aumentabas la velocidad al guardar tus cosas.

Bajaste corriendo por las escaleras hacia Satoru, pero antes de poder salir, una ronca voz te detuvo en tu lugar:


"Srta. Miller, necesito hablar con usted." Dijo Nanami, sin mirarte, su mirada fija en una hoja entre sus manos.

Bufaste, echando la cabeza hacia atrás. Satoru te miró divertido, alzando los hombros.

"¿Nos vemos mañana?" preguntó

"Sí...sí, mañana." Dijiste con pesadez. Satoru sonrió, desapareciendo por el pasillo, reincorporándose con sus amigos. Diste la vuelta, mirando al rubio fingiendo concentración en su papeleo. Te sentaste frente a él, el enorme, oscuro escritorio de madera conteniéndolos, separándolos. "¿Sí, Nanami?" dijiste con párpados pesados, mirándolo.

"¿Qué es esto?" preguntó deslizando una hoja hacia tí, era tu asignatura de la clase anterior.

"Es mi...poema. El que pediste." Dijiste con naturalidad, mirando el contenido de la hoja ante tí. Lo habías escrito en tu casa, a las dos de la mañana, robando algunas líneas de otros autores. No tenías motivación suficiente para escribir un poema cuando lo único en lo que podías pensar era en besar de nuevo a tu profesor. Tu mano temblaba mientras fingías seguridad en tus palabras. Nanami lo notó de inmediato, la forma en la que querías aparentar algo cuando por dentro, te estabas desmoronando. Suspiró, suavizando su tono.

lecciones de amor; nanami kentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora