dos.

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Para bien o para mal, era lunes. Posiblemente el peor día de la semana. A veces te servían como motivación para empezar a hacer ejercicio, dieta, retomar algún curso, pero este en específico, estaba siendo un dolor de cabeza.

"¿Estás segura que no están en tu auto? ¿Tu casa?" preguntaste al teléfono, buscando debajo de colchones, cojines, vasos, todo.

"Estoy segura, no los veo por ningún lado." Respondió Liana, podías escuchar cómo movía sus cosas en busca de tus lentes. "¿Y los de contacto?"

"¡Usé los últimos el sábado!" dijiste cubriendo tu rostro con tu mano libre, tus mejillas volviéndose rosadas a recordarlo a él. Agitaste la cabeza, intentando sacarlo de tu mente. "No tiene sentido ir a clase si ni siquiera puedo ver."

"¡Y no tiene sentido faltar cuando puedes escuchar! Deja de buscar pretextos, pasaré por tí en diez minutos."

Antes de poder rogar por tu vida y decirle que preferías caminar, Liana colgó. Bufaste, hundiendo tu rostro en tu almohada y dejando salir un grito ahogado. Te miraste al espejo, borrosa, y te preparaste mentalmente para arriesgar tu vida al volante. Metiste lo necesario a tu bolsa, terminaste de preparar tu café, hiciste uno para Liana y bajaste al estacionamiento.

"No están aquí tampoco." Dijo ella, "¡Buenos días! Te ves renovada."

"Dormí todo el domingo." Dijiste con pesadez, abrochándote el cinturón, ajustándolo con fuerza a tu cuerpo y preparándote para el despegue.

"¿Pensando en el rubio?" preguntó Liana mientras arrancaba. Te miraba fijamente con una sonrisa divertida.

"¡No! Y vista en el camino, por favor..." Respondiste, mirando a través de la ventana. "¿Tú piensas en...?"

"¿En Toji? Oh, todo el tiempo, nena. De hecho...me envió un mensaje." Respondió sonriente, sus mejillas rosadas.

"¡No es cierto! ¿Qué dijo?" preguntaste, Liana sacó su celular de su bolsa sin apartar la mirada del camino y la posó sobre tu mano, lo desbloqueaste. "Me encantaría verte de...nuevo. ¡Liana, está enamorado!" Dijiste leyendo sus mensajes, imaginándote al enorme, musculoso y guapo hombre escribiéndolo.

Liana rió a carcajadas, "¡Estás exagerando! Solo quiere...verme de nuevo."

"Se ve agradable." Dijiste.

"Es una bestia." Gimió Liana.

"Okay." Dijiste al instante, en tono bajito, girándote hacia la ventana.

"Es el hombre más masculino que he conocido en mi vida." Dijo la rizada agitando la cabeza. "¡Ugh! No debí haber tomado tanto...Imagine si me hubiera ido con él a casa."

"Quizá es tu señal para dejar de beber tanto." Dijiste rodando los ojos.

"Lo dices porque arruiné tu noche sexual con el rubio."

"Noche sexual." Repetí burlona, embarrando las manos por tu rostro, negando con la cabeza. "Necesito que dejes de hablar y conduzcas." Liana rió.

(...)

Llegaron a la clase antes que el profesor, tomaron sus asientos de siempre, en el medio, en la fila más alta de aquel salón. Liana tenía sus audífonos puestos, escuchaba música mientras esperaban a que empiece la clase. Te tomó de la mano, guiándote hasta tu lugar. Agradeciste.

"Buenos días, chicos." El nuevo profesor entró, posándose frente a la pizarra, escribiendo su nombre de inmediato. Intentaste leerlo, pero sin tus lentes era básicamente imposible.

Le diste un codazo a Liana al ver que seguía distraída con la música y la clase había comenzado. "Ya empezó, no veo nada, serás mi traductora." Sonreíste, relajándose en el asiento. La morena bufó, obedeciendo tus órdenes.

lecciones de amor; nanami kentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora