seis.

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Habían pasado dos semanas desde la visita de Nanami a tu casa. Tu calefacción no había fallado. Pensaste en patearlo, arruinarlo de alguna manera con tal de tener un pretexto de hablar con Nanami, pero decidiste no hacerlo.

Entraste al aula, Nanami daba la espalda a la clase pero en cuanto entraste el rubio pareció notar tu presencia, dándose la vuelta de inmediato y mirándote con seriedad mientras entrabas. Apartaste la mirada, dándole tu atención a Liana quien se encontraba en el lugar de siempre, haciéndote señas con la mano. Sonreíste levemente, caminando hacia ella.

"Hace siglos no te veo." Dijiste sentándote a su lado. "¿Has estado con Toji?"

"Sí." Respondió sonriendo con timidez. "Fuimos a las montañas la semana pasada, ¡fue increíble! Nos quedamos en una cabaña acogedora."

La mirabas con emoción, viviendo a través de sus expresiones.

"¿Y tú?" preguntó, mirándote. Tu mirada se posó sobre Nanami un par de segundos.

"Se descompuso mi calefacción," dijiste, mirando al rubio. "Pero ya está resuelto."

Liana te miró con duda, pensando en si realmente eso era lo único que había acontecido en dos semanas. En ese momento, cuando por fin descifró qué, o más bien, a quién estabas viendo, todo tuvo sentido en su mente. Su mirada siguió la tuya hasta encontrarse con el rubio mirándola con ternura. Una mirada prohibida, tanto que decir, tan poco que hacer. Los hombros de Liana cayeron igual que su ánimo, suspiró con pesadez. Sabía que no era momento de dar a conocer la noticia, pero tenía que hacerlo.

"________, hay algo que tengo que decirte." Dijo Liana, llamando tu atención, arrebatándosela a Nanami.

"¿Hmmm?" dijiste con suavidad, mirándola. "¿Qué sucede?"

Liana guardó silencio por un par de segundos, jugando con su cabello, acariciando su propio rostro con duda.

"Suguru...volvió."

Liana soltó aquella frase con una expresión torcida, sabiendo el torbellino de emociones que provocaría en tí. Te giraste hacia el frente, tu mirada fija en las hojas de tu butaca.

"¿Estás bien?" preguntó con suavidad, acariciando tu espalda.

"¿É-él está aquí?" preguntaste, Liana asintió con la cabeza.

"Gojo me dijo que no dijera nada aún." Cerraste los ojos, claro que Gojo sabía, al final del día, era más amigo de Suguru que tuyo. "Solo no quería que te sorprendiera en los pasillos."

"¿Suguru está aquí?!" preguntaste, el énfasis en tu entonación dejando clara tu pregunta. El rostro de Liana era respuesta suficiente para tí. Embarraste tus manos por tu rostro.

"¿Estamos interrumpiendo algo, Srta. Miller?" preguntó Nanami.

"No." Dijiste seca, arisca.

Nanami abrió los ojos sorprendido ante tu hostil tono, no es que mereciera menos que eso, pero sin duda alguna lo tomó por sorpresa. Por un momento, Nanami frunció el ceño y tomó ofensa a tu comentario, pero al mirarte bien, detenidamente, al analizar las expresiones en tu rostro...todo tenía sentido.

"¿Profesor Nanami?" preguntó una de las rubias sentada al frente del escritorio del rubio.

"¿Mmm?" dijo Nanami ignorando su mirada, su vista fija en tí. Tu expresión es aún más torcida que hace unos segundos.

"¿No abrirá la puerta? Están tocando." Preguntó ella.

"Oh. Sí, sí." Nanami salió de su trance por un segundo, aún mirándote mientras caminaba hacia la puerta, intentando descubrir el por qué de tu reacción.

lecciones de amor; nanami kentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora