Entre clases y susurros

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Perspectiva de Emma

Los días pasaron volando desde aquel almuerzo. Cada vez que abría mi móvil y veía un mensaje de Juliette, mi corazón hacía un pequeño salto. Pero a medida que me acercaba a la semana siguiente, un giro inesperado llegó: Juliette iba a sustituir a mi profesor de administración de empresas por un tiempo.

La primera clase con ella fue un torbellino de emociones. Al entrar al aula, la vi de pie frente a la pizarra, con una postura imponente y una mirada seria que hacía que todos nos sintiéramos un poco más nerviosos. Era un cambio drástico en comparación con la calidez que mostraba en nuestras charlas.

—Buenos días, clase. Soy la profesora Aird y estaré con ustedes las próximas semanas —dijo, con un tono firme y profesional que sorprendió a muchos.

A medida que avanzaba la clase, noté cómo la energía en el aula se tornaba diferente. Juliette era imponente y directa, y todos prestaban atención. Pero en su mirada había un destello de familiaridad que me hizo recordar nuestros momentos juntos.

—Así que, ¿alguien tiene preguntas sobre el tema de hoy? —preguntó, mirando a su alrededor.

Levanté la mano, sintiendo un cosquilleo en el estómago. Sabía que tenía que hablar con ella, aunque el entorno fuera más formal.

—Profesora Aird, ¿podría dar un ejemplo de cómo aplicar la teoría de la administración en un negocio real? —pregunté, intentando no sonar demasiado ansiosa.

Juliette me miró, y por un momento, vi en su rostro una chispa de reconocimiento.

—Claro, Emma. Imagina que tienes una pequeña cafetería —comenzó, y mi corazón se aceleró al escucharla hablar de algo tan cercano a mí—. La gestión del inventario y el control de costos son fundamentales. Si no sabes cuánto gastas en ingredientes, puedes perder dinero rápidamente.

El resto de la clase siguió su curso, pero no pude dejar de pensar en cómo todo había cambiado. Después de la clase, decidí aprovechar la oportunidad para acercarme a ella.

—Profesora Aird, ¿puedo hablar con usted un momento? —dije, acercándome a su escritorio.

—Por supuesto, Emma —respondió, mirándome con una mezcla de profesionalismo y calidez.

—Me gustó mucho su clase. Se siente diferente de lo habitual —dije, intentando captar su atención.

—Gracias, aprecio tus comentarios. Intento hacer que las clases sean más dinámicas —dijo, mientras organizaba unos papeles.

—No sé si lo ha notado, pero me estoy acostumbrando a tenerla más en mi vida diaria. Ha sido... interesante —me atreví a decir.

Juliette levantó la vista y sonrió levemente, pero su expresión se tornó seria al instante.

—Recuerda que, aunque nos conocemos fuera del aula, aquí es importante que mantengamos un nivel profesional —dijo con una voz suave pero firme.

Asentí, sintiéndome un poco decepcionada pero comprensiva. Ella estaba en su derecho de mantener la distancia, pero no podía evitar sentir que había algo más.

—Lo entiendo, profesora. Solo quería decir que he disfrutado de nuestras conversaciones —respondí, sintiendo la necesidad de que lo supiera.

Juliette hizo una pausa y me miró, como si sopesara sus palabras.

—Y yo también he disfrutado de hablar contigo, Emma. Pero recuerda que el aula es un espacio para aprender, y debemos respetar eso —dijo, aunque había un atisbo de ternura en su tono.

Amor de PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora