Corazones en conflicto

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En clase, Emma estaba concentrada en sus apuntes, con la mirada fija en el libro, intentando alejarse de cualquier distracción. Pero, al final de la lección, se le acercó Irene, una chica de cabello castaño y sonrisa radiante.

-¡Hola, Emma! -dijo Irene con entusiasmo-. ¿Te apetece salir después de clases? Hay un lugar nuevo de sushi, y pensé que sería divertido ir.

Emma sonrió, algo sorprendida por la invitación.

-Oh... gracias, Irene, pero no creo que pueda. Hoy tengo que trabajar y... no he dormido mucho últimamente.

Irene inclinó la cabeza, con una sonrisa persistente.

-Vamos, solo será un rato. ¡Te vendrá bien despejarte! Además, podríamos hablar de la última clase, siempre tienes comentarios interesantes.

Emma dudó, pero al ver la mirada amable de Irene, terminó cediendo.

-Está bien, supongo que un rato no hará daño. Pero no puedo quedarme mucho tiempo.

Irene sonrió, triunfante, y le dio un suave toque en el brazo.

-¡Perfecto! Te prometo que la pasarás bien.

Juliette, quien había estado organizando sus materiales en el escritorio al otro lado del salón, no pudo evitar notar la interacción entre ambas. Observaba a Irene acercarse a Emma, y el leve contacto en el brazo la hizo tensarse. Un sentimiento que no había experimentado en mucho tiempo comenzó a burbujear en su interior. Los celos la carcomían, una especie de furia silenciosa se apoderaba de ella al ver cómo otra persona intentaba acercarse a Emma.

Mientras Emma y Irene seguían conversando, Juliette, incapaz de contenerse, se acercó con expresión seria.

-Emma, necesito que pases por mi oficina al final del día. Hay algo que debemos revisar de tus últimas entregas -dijo en un tono que no admitía negativa, aunque realmente no había nada pendiente.

Emma la miró, sorprendida por la repentina seriedad de Juliette, pero asintió.

-Iré tan pronto como termine el trabajo -respondió cortésmente.

Irene levantó una ceja, notando la tensión en la mirada de Juliette.

-Entonces, Emma, ¿a las siete? -dijo Irene, insistiendo, mientras Juliette apretaba los labios, disimulando el enfado.

-Sí... sí, a las siete está bien -respondió Emma, sintiendo que el ambiente se volvía extraño.

Juliette se apartó, manteniendo su compostura, pero por dentro sentía una mezcla de rabia y celos. En su mente solo resonaba un pensamiento: Emma es mía y de nadie más.

Emma terminó de recoger sus cosas cuando recordó las palabras de Juliette al final de la última clase:

-Pasa por mi oficina cuando termines, necesito hablar contigo.

Con una mezcla de curiosidad y leve tensión, se dirigió a la oficina de Juliette, que siempre se mantenía en un orden casi obsesivo. Tocó suavemente la puerta y esperó hasta escuchar la voz al otro lado.

-Adelante.

Emma entró y cerró la puerta tras de sí. Juliette levantó la mirada de unos papeles y le dedicó una media sonrisa, aunque sus ojos parecían ligeramente preocupados.

-Emma, gracias por venir. Espero no estar interrumpiendo ningún plan -dijo Juliette, apoyándose en el escritorio.

-No, claro que no... bueno, en realidad... -Emma dudó, sin saber si debía mencionar la invitación de Irene.

Amor de PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora