Siempre MÍO ||KookMin||

Seis

JiMin

La casa al otro lado de la calle estaba tranquila. Mi mano estaba firme cuando saqué la pistola de la guantera y la puse en el bolsillo de mi sudadera oversize. Salí del coche y cerré la puerta con un ruido sordo. Escaneé mi entorno, pero si una patrulla de la policía hubiera estado conduciendo por las calles, no me habría detenido. ¿De qué otra manera podría recuperar mi vida tranquila?
Me puse la capucha de mi sudadera oversize y crucé la calle a toda prisa.

La pesadilla de antes se prolongó, solidificó mi resolución y dio propósito a mis pasos. Había estado aquí suficientes veces para conocer el diseño de su propiedad, y una vez lo vi sacar una llave de debajo de la alfombra del porche. ¿Quién dejaba sus llaves debajo de las alfombras? Una tabla crujió bajo mi pie y un escalofrío me recorrió la espalda. Mi aliento salió en bocanadas blancas. Me agaché en el porche, busqué debajo de la alfombra, encerré la llave en mi mano y me puse de pie. Él se lo merece. Mira lo que te ha hecho. Es la única forma de recuperar tu vida.

Introduje la llave en la cerradura y lentamente giré el pomo de la puerta. Tragué saliva y empujé la puerta para abrirla lo suficiente como para deslizarme. Me recibió un silencio espeso y empalagoso. La única luz era la de la cocina que penetraba en el oscuro pasillo. Era la primera vez que estaba dentro de su casa. Me acerqué lo suficiente como para mirar por la ventana de la cocina, pero luego salí corriendo, aterrorizado por mi acción. Su casa parecía normal, no como si un loco viviera aquí. En la pared había fotos de él y otro chico, un adolescente que se parecía a él. Su hermano muerto. Su abogado había sacado a relucir al niño para justificar la ira por la que estaba pasando cuando me secuestró y torturó. Pero no fui yo quien mató a su hermano. Mi padre había autorizado la operación. Hubiera sido mejor si me hubiera matado. La medida en que había llegado a hacer de mi vida un infierno no tenía ningún sentido. Tampoco la forma en que me dejó irme después de meses de hacerme dependiente de él para cada pequeña cosa. Oh dios, ¿qué estoy haciendo? Caminar de regreso a la guarida del león.

—No me decepciones ahora, mascota. —Me congelé en el lugar, apretando mi agarre alrededor del arma. Los pasos resonaron, acercándose más y más hasta que salió de la cocina y estuvo parado directamente frente a mí.
Tuve que inclinar la cabeza hacia arriba para mirarlo directamente a la cara. ¿Siempre había sido tan alto? Seguro como el infierno que no había sido tan grueso y musculoso cuando me mantuvo cautivo. Las líneas de su rostro eran más pronunciadas. Surcos grabados en las comisuras de su boca y alineados en su frente.
—Te he estado esperando desde que te vi aparcado al otro lado de la calle. —Cruzó los brazos sobre su enorme pecho y sonrió—. ¿Te gustó el espectáculo que te di hace dos días?

La piel de mi cara se sentía fría y plástica.

—¿Lo sabías?

—¿Pensaste que no enteraría de que me seguías? —Levantó las cejas. — ¿Cómo se siente, acosarme para variar? Me gusta.

Mi cara ardía y el calor fluyó a través de mi sistema. Dio un paso hacia mí. Saqué el arma y apunté directamente a su pecho.

—No. Te. Acerques. Más.

—Ah. —Se detuvo—. Me he estado preguntando por qué me has estado siguiendo por todas partes. Estás aquí para devolverme todo lo que te he hecho. ¿Es así?

—Arruinaste mi vida. Jodidamente arruinaste mi vida, y como si eso no fuera lo bastante malo, eliges vivir tan cerca de mí. ¿No tienes vergüenza?

—Sin embargo, haces todo lo posible para que nos encontremos. Realmente debes estar ansioso por verme.

—Ansioso por verte muerto, retorcido hijo de puta.

Sonrió.

—Ahí está el coraje que tenías cuando te tomé por primera vez. ¿Cuántos años te llevó recuperarlo? ¿Cuánto tiempo crees que me llevará romper ese espíritu otra vez?