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La mañana en el complejo de departamentos era como cualquier otra. El sol apenas asomaba y el aire fresco anunciaba el inicio de un nuevo día. Dentro de su apartamento, Sae se aseguraba de que todo estuviera en orden antes de salir. Rin, su hermano menor, bostezaba mientras intentaba meterse el último bocado de desayuno, aún medio dormido.

—Termina de comer, Rin —dijo Sae con su tono habitual, calmado pero firme — No quiero llegar tarde hoy.

—Ya voy, ya voy... —respondió Rin, arrastrando las palabras con pereza. Sae lo miró de reojo, esbozando una pequeña sonrisa. Aunque era una rutina que repetían a diario, le gustaba la simplicidad de esos momentos.

En cuanto estuvieron listos, Sae y Rin salieron juntos del departamento. Como cada mañana, lo dejó en la puerta de la primaria antes de dirigirse hacia la universidad. Era un trayecto corto, pero disfrutaba del tiempo para sí mismo, reflexionando sobre el día que le esperaba. Sin embargo, esa mañana en particular, su mente no dejaba de volver al incidente del día anterior.

"¿Quién era ese tipo?", pensó mientras cruzaba la calle principal.

Llegando a la universidad, Sae notó que su amigo Oliver ya estaba esperando junto a la entrada, como siempre, con una sonrisa pícara en el rostro.

—¡Eh, Sae! —lo saludó Oliver, mientras caminaban hacia el aula—. Pareces distraído. ¿Pasó algo interesante?

Sae suspiró, sabiendo que Oliver no lo dejaría en paz hasta que le contara todo. Así que le resumió el encuentro con el moreno, cuidando de no hacer mucho énfasis en los coqueteos descarados. Sin embargo, Oliver no dejó pasar ese detalle.

—Así que un tipo se puso a coquetear contigo, ¿eh? —dijo Oliver, riendo con malicia—. Apuesto a que te gustó, ¿verdad?

—Para nada —respondió Sae, frunciendo el ceño—. El tipo fue un completo imbécil. Estaba más pendiente de hacer comentarios tontos que de cuidar a su hijo, seguro es de esos que lo dejan abandonado con un niño.

Oliver lo miró, arqueando una ceja con una sonrisa que parecía leer más de lo que Sae quería admitir.

—Vamos, admítelo, te dejó pensando. ¿Estás seguro de que no te interesó ni un poco? Quizás sea tu tipo —bromeó Oliver, dándole un codazo suave.

Sae se quedó en silencio por un momento. Había algo en lo despreocupado y seguro de aquel moreno que, aunque lo había irritado, también lo había dejado pensativo. Pero no estaba dispuesto a admitirlo tan fácilmente, al menos no frente a Oliver.

—Deja de decir tonterías —respondió finalmente, mirando hacia adelante con determinación—. No tengo tiempo para pensar en eso.

Pero en el fondo, no podía negar que la imagen de aquel tipo, con esa sonrisa descarada, seguía rondando su mente.

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En el otro lado del campus, Ryusei ya había llegado a la universidad y, como siempre, estaba rodeado de sus amigos. Se apoyaba despreocupadamente en una de las mesas del área común, contándoles el episodio del día anterior como si hubiera sido lo más emocionante que le hubiera pasado en semanas.

—Entonces, ahí estaba él —dijo Ryusei, gesticulando exageradamente—, todo serio, echándome bronca como si fuera el jefe del lugar. Pero, pues, te juro que nunca había visto a alguien tan guapo en toda mi vida.

Sus amigos lo escuchaban atentos, algunos riéndose, otros levantando las cejas con interés. Otoya, su amigo de más confianza, fue el primero en hablar.

—¿Y qué hiciste? ¿Le seguiste el juego o qué? —preguntó Otoya, riendo—. Conociéndote, seguro lo volviste loco.

Ryusei sonrió con suficiencia, cruzándose de brazos.

—Le lancé un par de indirectas. Pero el tipo no se dejó afectar tan fácil. Aunque, eso lo hizo más interesante.

—¿Así que piensas volver a verlo? —insistió Otoya, con un brillo en los ojos que delataba su entusiasmo—. No me sorprendería si terminas yendo al parque solo para cruzártelo otra vez.

—Puede ser... —respondió Ryusei con una sonrisa enigmática, aunque claramente la idea ya le rondaba la cabeza.

Karasu, que había estado escuchando en silencio hasta ese momento, decidió intervenir con su acostumbrado escepticismo.

—Oye, no te hagas ilusiones —dijo Karasu, con tono serio—. ¿Qué tan probable es que te lo vuelvas a encontrar? Hay miles de personas en esta ciudad. Tal vez fue solo un encuentro casual. Déjalo pasar.

Ryusei lo miró por un momento, sin perder su sonrisa confiada.

—Puede ser que nunca lo vea de nuevo, pero… si voy para cuidar a Charles seguro que nos encontraremos otra vez. Y cuando eso pase, estaré listo.

Otoya soltó una carcajada, dándole una palmada en la espalda a Ryusei.

—Eso es, bro. Nunca sabes cuándo el destino te va a dar otra oportunidad.

Karasu, aunque seguía escéptico, no pudo evitar sonreír ligeramente ante el optimismo de Ryusei.

—En fin, hagan lo que quieran —murmuró Karasu—. Solo no pierdas el tiempo en algo que quizá no pase.

Pero para Ryusei, la idea de encontrarse de nuevo con el "vigilante guapo" ya estaba sembrada en su mente. Y, en su estilo despreocupado, no estaba dispuesto a dejar que la oportunidad se escapara tan fácilmente.

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Vecinos | RyusaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora