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Sae no era alguien que soliera involucrarse en problemas ajenos. Su naturaleza calmada lo mantenía, en la mayoría de los casos, alejado de cualquier tipo de conflicto. Pero esa tarde, después de observar cómo un pequeño interrumpía el juego de los demás niños y terminaba enfrentándose a su hermano menor, decidió que tenía que intervenir.

Bajó las escaleras del edificio con pasos decididos, cada uno más firme que el anterior. A pesar de su temple tranquilo, había una línea que no le gustaba cruzar, y ver a Rin metido en un conflicto por culpa de un niño travieso era una de ellas. Además, no era la primera vez que pasaba; ese pequeño había causado ya bastantes problemas en el complejo.

Al llegar al pequeño parque, Sae vio a Charles, todavía de pie frente a Rin, como si estuviera esperando otra oportunidad para reclamar su lugar en el juego. Fue entonces que su mirada se desvió hacia el adulto responsable: un joven con una sonrisa despreocupada y una postura completamente relajada, como si no entendiera el caos que el niño había causado.

—¡Tú! —exclamó Sae, dirigiéndose hacia Ryusei—. ¿Eres el encargado de cuidar a este niño?

Ryusei, que hasta ese momento había estado revisando su teléfono, levantó la vista al escuchar la voz. Y, en un instante, su atención se concentró completamente en Sae. El aire se llenó de una tensión inesperada, pero no del tipo que Sae había anticipado.

“Vaya,” pensó Ryusei, mirando de arriba abajo al chico que tenía frente a él. A pesar de la expresión molesta que llevaba Sae, no podía evitar notar lo atractivo que se veía con ese aire serio y decidido.

—Bueno, bueno... ¿Y tú quién eres, ah? —respondió Ryusei con una sonrisa juguetona, mientras se acercaba unos pasos más—. No sabía que este lugar tenía a un vigilante tan guapo.

Sae lo miró con incredulidad, sin bajar la guardia. Estaba acostumbrado a que la gente no tomara en serio los problemas, pero nunca había esperado que alguien intentara coquetear con él en medio de una situación así.

—No estoy bromeando —dijo Sae, cruzándose de brazos—. Tu hijo o lo que sea, está causando problemas a todos los demás, y si no lo controlas, algún pequeño va a terminar saliendo lastimado.

En lugar de disculparse o siquiera intentar calmar a Charles, Ryusei dio un paso más cerca, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado mientras mantenía su sonrisa.

—Ah, lo siento, es que me distraje cuando te vi. ¿Cómo me dices que me concentre en otra cosa cuando alguien como tú está aquí reclamándome? —dijo, guiñándole un ojo descaradamente.

Sae parpadeó, completamente descolocado. No estaba seguro si Ryusei estaba siendo ridículo a propósito o si realmente pensaba que ese tipo de comentarios funcionarían. De cualquier manera, no estaba en el ánimo de seguirle el juego

—Escucha —dijo Sae, tomando un respiro profundo para calmarse—, si no te importa, al menos dile que tiene respetar a los demás para que juguen tranquilos.

Ryusei no parecía ofendido en lo absoluto. De hecho, parecía que cada palabra de Sae solo lo animaba más.

—Vaya, eres todo un tipo serio, ¿eh? —murmuró Ryusei, dando un paso hacia atrás con las manos en los bolsillos—. Está bien, está bien. Me encargaré del pequeño desastre que es mi sobrino, pero solo porque tú lo pides.

Sae, completamente confundido y sin ganas de seguir esa conversación, lo observó unos segundos antes de girarse y volver hacia donde estaba Rin, que seguía observando toda la interacción en silencio.

—¿Qué le pasa a ese tipo? —murmuró Sae, más para sí mismo que para Rin.

Sae lo miró, antes de sacudir la cabeza y dirigirse de nuevo a su departamento. Mientras subía las escaleras, no podía dejar de pensar en la absurda conversación que acababa de tener con Ryusei. Algo le decía que este no sería el último encuentro extraño con ese chico.

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Por su parte, Ryusei se quedó mirando cómo Sae se alejaba, con una sonrisa divertida en el rostro.

—Charles, ven acá —dijo finalmente, buscando a su sobrino con la vista—. Tenemos que irnos antes de que el vigilante guapo regrese a echarnos otra bronca.

Charles, que ya había olvidado la discusión con los otros niños, corrió hacia él, sonriente y despreocupado. Ryusei lo levantó en brazos, sabiendo que esto apenas era el comienzo de algo mucho más grande.

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Vecinos | RyusaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora