"Miau"
Un leve maullido me llama la atención cuando llego a la cocina y media sonrisa me cubre los labios cuando Marco le sirve una latita de comida al Señor Bigotes, que se queja desde la ventana sin entrar en el salón.
—Puñetero gato —lo oigo maldecir entre susurros y tengo que taparme la boca para contener la risa que nace en mi pecho al contemplar la escena.
Camino despacio hacia la ventana que tiene acceso a la escalera de incendios y por la que el gato entra y sale a su antojo. Me recibe con un meloso saludo y se restriega en mi mano mientras acaricio su cabeza y me sorprende la suavidad de su pelaje blanco.
—Pórtate bien, enseguida volvemos —le doy un suave besito y me sorprendo al girarme y ver como Marco me espera en silencio, sin quitarme los ojos de encima, sonrojándome hasta las pestañas. —No me mires así.
—¿Así, como? —me abre la puerta, esperando que cruce la sala y salga antes que él.
—Pues de ese modo —me cruzo de brazos mientras espero el ascensor, sin mirarlo, el deja vu del espejo me golpea de frente y necesito pensar en otra cosa que no sea mi trasera reflejado mientras sus dedos buscan entre mis piernas.
—No sé a qué te refieres —intento ignorar su presencia cuando llega a mi lado, y su voz ronca me recorre como un escalofrío, endureciendo mis pezones bajo la camiseta que he cogido prestada.
Suspiro, soltando el aire que retengo en mis pulmones y mi corazón me golpea el pecho con fuerza.
—¿Qué le vamos a decir a mi abuelo? —me clavo las uñas en los brazos, cuando la ansiedad empieza a dominarme.
—La verdad —lo observo apoyar el hombro en el espejo mientra el ascensor desciende lentamente, cubriéndose los ojos con la mano. —No te preocupes, yo asumiré las consecuencias —su voz rasga el silencio que se ha formado entre nosotros antes de que suene el timbre indicándonos que hemos alcanzado nuestro destino.
—¿Que consecuencias? —sus palabras me molestan más de lo que imaginaba. —Ya soy mayorcita para decidir con quien me acuesto, y si no le importaba mi relación con Enzo, mucho menos le debe importar mi relación contigo.
—Todas las acciones tienen consecuencias, Valentina —me abre la puerta del coche como suele hacer, esperándome en silencio.
—¿Vuelvo a ir detrás? —lo miro extrañada.
—Si.
—¿Por qué?
—Es más seguro, para todos.
Con un suspiro me resigno y tras pasar por mi casa para coger algo de ropa, cambiarme y hacerme un pequeño bolso con alguna muda, nos dirigimos al hospital.
Es hora de confesarle todo a mi abuelo.
—¿COMO QUE UN INFARTO? —grito en cuanto llegamos a su habitación y nos encontramos a Francesca y Sebastian esperándonos. —¡PERO SI ESTABA ESTABLE! —me vuelvo loca en cuanto escucho sus palabras, cogiendo el historial a los pies de su cama y comprobar todos los controles que le han realizado. —¡No! —me tapo la cara con las manos, intentando controlar las lagrimas que se derraman por mis mejillas.
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Una Joven Tentación (+18)
Romance¿Que harías si te enamoras del hombre encargado de protegerte?