libro independiente
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creyó que nunca iba
a poder darle a su
hija la vida que quería,
hasta que, finalmente,
apareció él y se dio cuenta
de que quizás no todo
estaba perdido.
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historia original de @-titalo
prohibida copia y/o a...
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⋆｡‧˚𖹭 Chiara Cooper 𖹭˚‧｡⋆
─Hey, hola. ─saludé a Astrid cuando la vi en la entrada de la preparatoria.
Ella se giró hacia mí y me miró con sorpresa, como si jamás se le hubiese cruzado por la mente que yo la saludaría. ¿Acaso pensaba que, si la veía, la iba a ignorar? Auch.
─Ouh, hola, Chie. ─me devolvió el saludo con una pequeña sonrisa.
Lucía desanimada y, aunque no la conocía tanto, eso era rarísimo. Astrid parecía nunca estar desanimada y ese día lucía como si deseara que la Tierra la tragara y la escupiera en otro universo.
─¿Cómo estás? ─le pregunté.
Estaba haciendo mi mayor esfuerzo por ser sociable.
─Pues, bien. ─se encogió de hombros. Me tuve que contener para no fruncir el ceño al no oír su característico «Más que bien»─. ¿Y tú?
─Tan bien como puedo estar un martes a las ocho de la mañana. ─bufé y soltó una risita.
Ambas miramos hacia un lado cuando oímos unos pares de pasos acercándose. Eran los amigos de Astrid, quienes venían hacia nosotras.
Ya no tienes escapatoria.
Tarde o temprano iba a pasar, más después de la pequeña intercepción de Amaia luego de la clase de Historia.
─Holaa. ─saludó con entusiasmo una pelinegra de tez morena, acercándose a abrazar a Astrid.
─Hola, Esme. ─murmuró la ojiazul─. Ehm, a ver, Chiara, ellos son Ashton Blossom, ─señaló al pelirrojo─, Jazmín Clayton ─señaló a una castaña─ y Esmeralda Mantle. ─señaló a la chica que la estaba abrazando─. A Amaia y a Jasper ya los conoces. Chicos, ella es Chiara Cooper.
─Hola. ─los cinco chicos me saludaron y yo les devolví el gesto.
─¿Vamos a sentarnos o nos quedaremos parados en la entrada como un grupo de idiotas? ─cuestionó Jasper.
─Dios, ¿De qué jungla te habrán sacado papá y mamá? ─Esmeralda lo juzgaba totalmente con la mirada.
─Qué maleducados que vienen los niños hoy en día, eh. ─él se mofó de ella.
─¡Naciste solo dos minutos antes! ─se quejó la morena, separándose de Astrid.
─No dejes de abrazarme. ─murmuró la pelinegra y mi ceño se frunció levemente.
