What if?

No Turning Back

Era una tarde como cualquier otra, aunque al fin el calor del verano estaba dando un poco de tregua. Quizás fue por eso, por esa leve bajada en la intensidad del calor, que esa tarde de sábado, don Damián de la Reina decidió después de mucho tiempo salir a cazar junto a su hijo Jesús. Lo normal era que regresaran con más de algo para la cena así que Digna decidió hablar con Isidro para que la llevara a Toledo a comprar algunas provisiones que no tenía para aliñar las posibles presas y además así podría aprovechar de traer otras cosas a casa. Como la tarde estaba agradable y los quehaceres completos después de almuerzo, Marta convenció a su tía Digna y le dieron la tarde libre a los demás empleados de la casa.

Con la casa vacía y el calor entrando por sus amplios ventanales, el área de servicio era la parte más fresca de la casa así que lógicamente lo mejor para pasar el resto de la tarde era quedarse precisamente en alguna de esas habitaciones.

Como tantas otras tardes, se habían sentado en la cama de Fina y tomadas de la mano se habían contado sus respectivas mañanas para luego terminar sentadas en medio de la cama compartiendo besos y caricias. La habitación estaba considerablemente fresca en comparación al resto de la casa, pero aun así, hacía algo de calor... aunque quizás no era solo por el sol del verano. Como sea, antes de que las cosas se pusieran mas intensas, Fina se separó un poco de Marta y le preguntó

"Tienes sed?"

"Un poco"

"Deja que voy a buscar limonada"

"Bueno, pero no tardes" le contestó sonriendo mientras Fina se levantaba para ir a la cocina, aunque no sin antes dejarle un beso.

Marta se sentó en la cama apoyando su espalda en el respaldo de la cama y aprovechó para observar de nuevo la habitación. Decorada modestamente, igual podía apreciar el toque de ella en cada cosa, en cada adorno. Reparó entonces en el libro sobre su mesa de noche y lo tomó para ver que estaba leyendo. Pero no pudo ver su nombre, Fina le había puesto una cubierta por lo cual, no se veía nada de él a simple vista. No pudo evitar sorprenderse al ver que libro era, aunque en el fondo sabía muy bien que podía encontrarse con algo así en la biblioteca de la morena. Estaba segura por muchas razones que los hábitos de lectura de Fina eran mucho más complicados y peligrosos que simples poemas de Lorca, que de por sí ya eran riesgosos. Pero lejos de preocuparla, el hecho de saber implícitamente que esa mujer era mucho más que la muchacha que todos creían, el darse cuenta de sus ideas, su intelecto y sobre todo de su sentido social, solo había conseguido enamorarla más si era posible.

Estaba ojeando el libro cuando Fina volvió con la jarra de limonada y dos vasos, sirvió un poco para ambas y se acercó a la cama para pasarle el vaso a Marta y sentarse junto a ella.

"Que lecturas tan "extrañas" las tuyas e..." le dijo Marta un poco en broma, un poco para molestarla. Porque no podía evitar adorar el carácter de Fina a pesar de que estaba segura en algún momento iba a traerles más de un problema. Pero es que lo adoraba, la forma en que en un segundo podía pasar de la calma al enojo simplemente por presenciar algo injusto, no hacía más que llenarle el corazón de orgullo por su valentía y pasión para defender sus ideas.

Fina vio el libro en su mano y lo reconoció de inmediato, era el último libro que "el librero" le había traído. Una vieja y desvencijada copia de "Campos, fábricas y talleres" que se había esmerado en rearmar lo mejor posible para poder leerlo sin dañarlo más de lo que estaba. Entre eso y lo interesante que le estaba resultando la lectura simplemente el comentario de Marta no le hizo ninguna gracia.

"Pues es mucho más "extraño" que la gente no entienda lo necesario que es cambiar la sociedad en que vivimos para que realmente sea más justa para todos, sobre todo teniendo a quien tenemos gobernándonos" le dijo molesta mirándola a los ojos.