I Would Die For You

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España, algún lugar de la campiña 1951...

El frio la tenía cansada. No importaba cuantas mantas se tirara encima ni que tan cerca de la hoguera se tumbara para dormir, el frio estaba siendo de la puta madre. Además tampoco era como que tuviera muchas mantas... Pero aún estaba a unos dos días de la siguiente casa de seguridad, así que tocaba aguantarse. Tampoco quería abusar del aguardiente para calentar el cuerpo, aunque en realidad era tanto el frio a momentos, que el licor no alcanzaba a emborracharla, con suerte y le entibiaba un poco el entumecido cuerpo.

Afortunadamente la yegua que la acompañaba era lo suficientemente cariñosa como para dejar que se acurrucaran juntas. Miraba al animal y se preguntaba si sería capaz de dejarla, y es que era una excelente compañía. Siempre le tomaba atención cuando le hablaba, sobre todo cuando le contaba sobre Marta e incluso a ratos le parecía que le daba su opinión en algunos temas. Pero lo que más le llamaba la atención era como Negrita se giraba a mirarla o resoplaba cada vez que decía el nombre de Marta.

"No te entusiasmes mucho tu e... que Marta es mía!", le decía riendo mientras Negrita resoplaba con fuerza. Avanzaban sin mucha prisa y Fina le contaba a Negrita sobre el regreso de Marta desde el internado cuando algo cambio en el animal. Fina se tensó y tomó atención al ambiente, nada le pareció extraño pero Negrita nunca mentía

"Que pasa bonita?"

La yegua cabeceó a la derecha y entonces lo vio. A unos 200 metros pudo ver a lo que parecía ser un arriero, no obstante el nerviosismo de la yegua y su natural desconfianza hicieron que aligerara el paso del animal.

Acurrucada junto a la yegua se tapaba un poco más, miraba las estrellas y pensaba en ella de nuevo.

Por la posición de las estrellas y la luna ya debía estar en casa, probablemente había terminado ya de cenar, y quizás estaría hablando con Digna en la cocina. Quiso ver la hora en el reloj de su madre pero no podía, hacía una semana se había detenido y aunque sabía cómo funcionaba, no se atrevía a abrirlo sin las herramientas adecuadas, lo último que necesitaba era estropear lo único material que le quedaba de ella.

Hacía mucho frio esa noche y trató de consolarse en la idea de que mañana llegaría a la pequeña cabaña donde encontraría unos pocos víveres y podría dormir bajo algo parecido a un techo que la protegiera de la helada nocturna.

Se preguntó dónde mierda estaría el italiano porque ya debería haberse encontrado con él, seguro que se había dedicado a dormir más de la cuenta y por eso venía atrasado. Pensó en Isidro y se le apretó el corazón, odiaba mentirle a su padre pero es que no tenía otra opción. Se sonrió pensando en la carta para él que debía despacharse mañana desde Málaga así como lo harían las siguientes por al menos un par de meses más. Paquito, el compañero de la casa segura en Málaga le había tomado más fotos de las que se había tomado en la vida, solo para asegurar enviar alguna en las más de 20 cartas que había dejado escritas antes de tomar el revólver, unas cuantas balas, provisiones, el reloj de su madre, el pañuelo de Marta, una cuantas mantas junto a las riendas de Negrita y adentrarse en los caminos al bosque que la llevarían hasta la campiña.

Y es que Fina Valero tenía que quedarse en Málaga, para siempre y Angela Reyes tenía que desaparecer del radar.

Marta recordó las palabras de Dolores la noche en que Fina le explicó que era lo que iban a hacer hasta poder asegurar el salir del país sin levantar sospechas, porque realmente todos debían quererla y respetarla mucho para hacer tremendo alboroto solo para sacarla del país.

No se atrevió a preguntarle directamente, aunque sospechaba de dónde venía el aprecio irrestricto a su persona. Así que buscó las palabras y mientras se acurrucaba en su pecho le preguntó

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