Capítulo 5🦋: The Crazy Boys.

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Mientras bajaba las escaleras mis ojos exploraron todo el séptimo piso: Ni rastro de Equis.

Aún así, caminé hacia la tienda con la esperanza de que fuera a por sus cigarrillos, y mientras me encontraba aburrida en el mostrador, se adentró en el lugar con su oscura presencia.

— ¡Hola! ¡Buenas noches!— Le saludé sonriente como de costumbre, aunque ya no esperaba que, por educación al menos, me devolviera dicho saludo.

Llevaba una chaqueta de cuero y una camiseta negra, además de unos jeans agujereados y unas botas.

— Unos cigarrillos Winston.

— Enseguida.

Luego de arrebatarme la caja de la mano y dejar caer bruscamente las monedas sobre el mostrador de cristal, milagrosamente se giró y me observó con intención de hablarme.

— No vuelvas a ese lugar.— Dijo con frialdad, simple y llanamente.

— ¿De qué hablas?— Pregunté sin entender ciertamente a lo que se refería.

— Al lugar al cual me seguiste ayer... No tienes la autorización para entrar, y no formas parte de ese mundo, será mejor que te alejes.— Explicó para luego empujar la puerta.

— ¡Espera un segundo! ¿Por qué tu banda es clandestina? — Pregunté con intenciones de formar una conversación.

Justo en el momento en que iba a atravesar la puerta e ignorarme, el cielo decidió aliarse a mi propósito y comenzó a llover.

— Demonios...— Susurró cerrando la puerta.

— Supongo que debes permanecer aquí hasta que la lluvia se detenga... ¿Qué tal si...?

— No.— Me interrumpió dirigiéndose al fondo de la tienda.

Tras perderlo de mi campo visual en los estantes, me salí de mi sitio y lo encontré sentado en el suelo prendiendo un cigarrillo.

— La verdad es que no lo sé, pero supongo que está prohibido fumar aquí dentro.— Le advertí sentándome a su lado.

Equis resopló y me lanzó la mirada más desagradable que había visto jamás.

— ¿Y bien? ¿Vas a contarme?— Insistí.

— ¿No se te agotan las energías eh?— Preguntó dejando caer la ceniza en el suelo.

— ¿Podrías por lo menos dejarlas en un papel?

— ¿Ahora eres tú quien me ignora? El alumno supera al maestro.— Dijo dando una calada, el humo espeso me golpeó el rostro.

— ¿Por qué no te gusta hablar con la gente? — Pregunté sacándome la gorra.

— Los humanos son seres despreciables.— Respondió mirando hacia la nada.

— ¿Todos?

— Todos.— Aseguró.— Incluso yo. He matado moscas por azar. ¿Crees que las moscas merecían eso solo por volar y zumbar frente a mí?

Cada palabra que mencionaba me confundía más que la anterior. Pero desde el momento en que lo conocí, confirmé que era la persona más rara del universo.

— ¿Por qué has decidido finalmente entablar una conversación conmigo?

— Porque de lo contrario, si no respondo a tus molestas y estúpidas preguntas comenzarás a parlotear sin cesar... Y eres una persona... ¿Cómo decirlo amablemente?— Hizo una pausa para expulsar el humo.— Desesperante. Nadie había logrado sacarme de mis casillas, pero tú pareces haber venido de otro planeta, mariposa insoportable.

Equis. (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora