-Ali, el detective Art ha llegado, baja ya. -Oí a mi madre desde el otro lado de la puerta.
-Sí, mamá, ¡ya voy! -Corrí hacia el espejo y mis ojos volvieron a su marrón normal, de nuevo, lo limpié intentando volver a ver a Isaac pero no funcionó.
Comprobé que la ventana estaba cerrada y bajé las escaleras.
Sentado en un sillón, con su mirada neutral de siempre, el detective Art me esperaba.
Me senté delante de él.
-Hola, Alina.
-Hola detective.
-Llámame Art. -Sonrió amablemente.
-Bueno, os dejo, he de ir a hacer la compra, hasta luego. -Dijo mi madre desde la puerta.
-¿Cómo te encuentras?
-¿Respecto a qué?
-Tu hermano, tu cuello.
-No lo sé, y mi cuello está bien.
-Me alegro.
-¿Puede contarme qué le ha pasado de verdad a mi hermano?
-Tu hermano fue hallado muerto en un callejón, diez puñaladas.
-Usted le debe algo a mi hermano, él me lo contó, me dijo que le pidiese que me lo contase, porque estoy cambiando, o algo así, él era mi hermano gemelo, nuestros vínculos eran más fuertes que los de los demás, desde hace meses sabía que le pasaba algo, y usted sabe qué es ese algo, es mi hermano, merezco la verdad. Me dijo que sólo podía confiar en usted.
Art suspiró.
-¿Cuando te dijo esto?
-No me acuerdo, hace unas semanas, creo. -Mentí.
-Necesito que me digas la verdad. -Dijo.
-Es la verdad.
-Está bien.
-Contésteme, por favor. -El nudo de mi garganta crecía cada vez más y las lágrimas amenazaban con salir.
-No sé más de lo que te he contado, lo siento. -Dijo él tendiéndome una tarjeta.
-Por favor... -Sollocé.
-Lo siento, Alina.
-Art...
Se levantó y cerró la puerta antes de que mis lagrimas inundasen la sala, miré la tarjeta.
"Martes, 15:30
Centro comercial"
Arrugué la tarjeta, la guardé en mi bolsillo trasero y subí las escaleras con las lágrimas opacando mi vista.
Corrí hasta la habitación de mi hermano y me tiré sobre su cama, el nudo de mi garganta crecía y las lágrimas seguían saliendo, el dolor en mi pecho me quemaba y lo único que podía hacer era gritar, caminé hasta su armario sacando una de sus camisas negras, cuando cumplió quince años comenzó a vestir siempre de negro, elegante y sofisticado negro, todas sus prendas eran negras, siempre que le preguntaba porqué me respondía "combinan con mi alma" y reía, echaba de menos su risa, y ahora que no estaba... Todo lo que tenía era su olor, sus fotografías... Y me daba miedo olvidar su voz, me daba miedo olvidarle a él.
Más tarde, sequé mis ojos y salí de su habitación dejando todo ordenado, caminé a la mía cuando noté una presencia extraña, me asomé con cuidado por la puerta y vi unas piernas de hombre sobre mi cama, mi corazón se heló y di dos pasos hacia delante.
-¿Cómo coño has entrado? -Grité.
-Hola a ti también. -Dijo Harry desde el otro lado.
Entré y me metí en el armario, saqué mi pistola y le apunté.
-¿Qué coño quieres de mi?
-A ti, estamos predestinados, ¿recuerdas?
-No voy a volver a preguntártelo.
-Baja el arma.
-Responde.
-Sólo quiero ayudar, y creo que deberíamos ser amigos.
-¿Cómo coño has entrado si las ventanas estaban cerradas?
-Somos demonios, ¿recuerdas?
Desaseguré el arma y le volví a apuntar con ella.
-Mira, no sé quién eres, ni qué quieres de mi, pero estás loco, y si piensas que vas a volver a entrar a mi casa cuando te venga en gana estás equivocado, vete de mi casa, la próxima vez llamaré a la policía.
-Te quiero a ti, estamos predestinados, y créeme, la policía no puede hacer nada.
-Te dispararé.
-No te creo cap...
No acabó la frase cuando una bala se coló entre los huecos del suelo dejando un agujero.
-Mi próximo blanco es tu pierna.
-Vale, vale, tranquilízate, voy a irme, pero recuerda, estamos predestinados.
-¡Sal de mi puta casa ya!
Sonrió y saltó por la ventana.
Me tiré sobre la cama y pensé en cerrar la ventana pero de qué me servía si él podía entrar cuando quisiese, pensé en llamar a Art, pero no me creería.
Suspiré y las lágrimas volvieron de nuevo a mis ojos, puse la pistola debajo de mi almohada y me quedé dormida.