Neferes.
La nieve caía en un manto blanco sobre la ciudad, y yo, me encontraba en la habitación que me había asignado. Estaba de pie junto a la ventana, observando cómo los copos danzaban y se acumulaban en el suelo, cubriendo todo a su paso. El frío no me afectaba; era solo un recordatorio de que la vida seguía allá afuera, incluso mientras yo estaba atrapada.
Un estruendo resonó en la distancia, seguido de una explosión que vibró en el aire. Sonreí, una sonrisa que no podía contener. Sabía que venían a por mí. Mis hombres no se rendirían tan fácilmente, y yo tampoco.
La puerta se abrió de golpe y Ilenko entró, seguido de su hijo. Su presencia era un recordatorio de que, a pesar de la situación, estaba en control. Pero esa noche, la balanza podría inclinarse en cualquier dirección.
-Déjame salir, Ilenko, si no quieres perder a tu gente - Aspecto.
-Nunca me rindo -respondió él, su mirada intensa.
-Rendirte no es una opción. Ya que no hay tal rendición, porque tú nunca has ganado -replicqué, disfrutando de la tensión en el aire.
De repente, me sujetó del cuello, acercándose a mí, y me besó. Sentí su fuerza, y sin pensarlo, le mordí el labio, el sabor de su sangre me hizo sonreír.
-Volveremos a vernos -murmuró, su voz profunda.
-En tus sueños -respondí, con una sonrisa desafiante.
Su hijo me señaló por dónde debía salir. Sin dudarlo, me dirigí hacia la puerta y, al abrirla, vi a mis hombres esperándome. La lealtad en sus ojos me llenó de poder.
Una parte de mí consideró dejarlos, deseando que destruyeran a la Bratva. Pero pronto recordé que mi venganza sería contra él, no contra los demás. Así que, mientras contemplaba a mis hombres, dejé de lado cualquier pensamiento de sacrificio.
-¡Retírense! -grité, mi voz resonando con autoridad.
Ellos se detuvieron, sorprendidos por la orden, pero confiaron en mí, como siempre lo habían hecho. Me fui con ellos, dejando atrás a Ilenko Romanov, sin saber cuándo ni cómo volvería a enfrentarme a él.
El frío aire de la noche me envolvía cuando finalmente llegamos a mi palacio. Mis hombres me miraban con ansias de aprobación, pero lo único que sentí fue frustración. Me volví hacia ellos, mi mirada afilada como un cuchillo.
-¿Por qué tardaron tanto? -les regañé, mi voz llena de desdén.
Keb, mi leal guardaespaldas, se adelantó, su expresión seria.
-Estábamos esperando órdenes del visir para buscarte, mi reina -respondió, tratando de justificar su inacción.
-No necesito que alguien me dé permiso para actuar -gruñí, sintiendo la rabia burbujear en mi interior-. Hablaré con todos ustedes, y habrá castigos por no obedecer mis reglas al pie de la letra. Esto no es un juego.
Los hombres asintieron, y aunque la preocupación llenó sus ojos, sabían que mis palabras eran una advertencia seria. No toleraría la incompetencia. No había espacio para la debilidad en mi mundo.
Una vez en casa, me dirigí directamente a mi habitación, sintiendo la opulencia a mi alrededor. La lujosa decoración del palacio no significaba nada si no tenía el control. Sin perder tiempo, me quité el vestido rojo provocativo que el ruso había admirado. Era hora de despojarme de esa imagen, de esa fachada que había llevado por demasiado tiempo.
Me di un largo baño, el agua caliente disipando la tensión acumulada en mis músculos. Cerré los ojos y dejé que el vapor me envolviera, intentando dejar atrás todo lo que había ocurrido. Pero la rabia seguía latente, una chispa que podría encender un fuego en cualquier momento.
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juegos de seducción.
FanficEn el corazón de Egipto, la reina Neferes gobierna con una belleza y una sabiduría que inspiran a su pueblo. Pero detrás de su título y su corona, esconde secretos y deseos que podrían cambiar el curso de su vida. Cuando conoce a Christopher, Antoni...