capitulo 4

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Neferes.

La cena en casa de Alex prometía ser un evento de etiqueta. Entré en la elegante sala de estar con la cabeza en alto, el vestido negro que llevaba ceñido a mi figura como una armadura brillante. A pesar de la sofisticación del lugar, mi mente ya estaba armada para el combate verbal que sabía que me esperaba.

El coronel estaba allí, como siempre, atrayendo la atención con su presencia imponente. Su mirada fría y calculadora no me intimidaba; más bien, era un reto que esperaba.

-Así que, Reina Neferes, ¿has decidido unirte a nosotros en esta cena o solo has venido a hacer ruido? -dijo él, rompiendo el hielo con ese tono arrogante.

Sonreí, sabiendo que el juego ya había comenzado.

-Me parece que tú también disfrutas del ruido, coronel. Tal vez te gustaría que me quedara callada para que pudieras disfrutar de tu propio eco -respondí, sintiendo el calor de la competencia.

Christopher se acercó un poco más, su mirada fija en mí.

-No es que me moleste el ruido, pero la mayoría de las veces proviene de aquellos que no entienden las reglas del juego. ¿Estás segura de que sabes cómo jugar?

-Oh, mi querido coronel, me encanta jugar. Especialmente cuando las reglas están hechas para ser rotas -le dije, disfrutando de la chispa en su mirada.

Los murmullos de la cena comenzaron a desvanecerse mientras los demás prestaban atención. era la primera vez que nuestras personalidades chocaban, había un aire de desafío que lo hacía aún más emocionante.

-Tal vez deberías recordar que no se trata solo de hacer ruido. El verdadero poder radica en ganar -respondió, con una sonrisa que desafiaba mi provocación.

-Y te prometo que no tengo miedo de perder. De hecho, creo que disfrutaré cada momento, incluso si eso significa perder algunas batallas -contesté, alzando mi copa de vino como un brindis.

Ambos chocamos nuestras copas brindando.

-¿Desesperada? No, solo soy astuta. Y en este juego, la astucia puede ser más poderosa que cualquier estrategia que tú puedas tener en mente - añadí sonriendo, disfrutando de cómo su expresión cambiaba entre sorpresa y admiración.

La cena continuó, los platos deliciosos se servían mientras la tensión entre nosotros se mantenía. Me sentía viva, disfrutando de cada palabra y cada mirada. No sabía hasta dónde nos llevaría este juego, pero estaba lista para seguir avanzando, un movimiento a la vez.

Mientras los otros intercambiaban comentarios ligeros, yo sabía que lo que estaba en juego entre Christopher y yo era algo mucho más divertido. Era un desafío, una danza entre dos egos que se negaban a ceder. Y yo, con cada palabra y cada sonrisa, estaba decidida a mantener esa chispa encendida.

El salón estaba lleno de risas y murmullos. Desde que llegué, Christopher había estado lanzando miradas desafiantes, como si quisiera ponerme a prueba.

Cuando se acercó de nuevo, no pude evitar una sonrisa sarcástica.

-aun sigues aqui, creí que te habías ido -dijo, cruzando los brazos.

Con una mirada divertida, respondí:

-Necesitas aprender a ser más amable, coronel. O al menos a disimular tu egocentrismo.

La tensión entre nosotros se convirtió en un juego de palabras afiladas, cada uno disfrutando de la pelea como si fuera una danza. Pero cuando decidí que ya había tenido suficiente, di media vuelta y salí al aire fresco de la noche.

Mientras fumaba un cigarrillo, dejé que el humo se perdiera en la oscuridad. Había algo ridículo en esto, y en lo que parecía ser un desfile de egos. Fue entonces cuando sentí su presencia. apareció en la puerta, mirándome con una intensidad que me hizo el corazón latir más rápido.

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