paparajotes

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—Hola picón.

Martin tardó unos segundos de más en reaccionar; pero cuando lo hizo, fue con la sonrisa más sincera que había visto Juanjo jamás...

El enfermero pasó todo el día anterior temiendo que Martin no leyera la nota que le dejo antes de verlo marchar de aquella habitación del hospital.

Pasó demasiado tiempo pensando en que decirle; pues quizás era demasiado quedar con él por primera vez fuera del hospital y soltarle que no sabía que coño le había pasado con el... pero que no podía sacarlo ni por un minuto de la cabeza.

Seguramente le tomaría por loco si le dijera que se había pillado del el hasta las trancas en apenas veinticuatro horas y que no se veía capaz de dejarlo estar.

Quería conocerlo, a él, no a sus putas muelas del juicio.

Al ver cómo Martin se sobresaltó y que tardó unos segundos de más en darse la vuelta, pensó que quizás el impulso que había tenido rodeándole la cintura fue demasiado; que se había sobrepasado, que la había cagado.

"La primera en la frente Juanjo" pensó para el.

Aunque todos aquellos pensamientos intrusivos desaparecieron cuando lo vio girarse hacia el, buscando su mirada con ansias, con la sonrisa más bonita y más sincera que había visto nunca.

Y suspiró.

—Hola idiota —casi susurró Martin como respuesta.

—Ya empezamos con los insultos? Eso es lo primero que me vas a decir?

—Claro, es mi esencia, algún problema enfermero?

—Demasiados —respondió Juanjo rodando los ojos, haciendo sonreír a Martin —Que tal estás? Vas mejor con la infección? —preguntó, mientras que una de las cejas de Martin se arqueó junto con una mueca de disgusto.

—Y será verdad

—Que?

—O sea que iba en serio lo de la revisión de las muelas?

—No, claro que no —rio Juanjo nervioso —Pero no puedo preguntarte aún así que tal va mi peor paciente de todos o que.

—Ug, no te soporto —dijo Martin echando a andar, intentando reprimir la sonrisa que amenazaba con salir.

Pero por suerte o por desgracia, no recorrió mucha distancia, pues antes de que se pudiera alejar demasiado, Juanjo volvió a alcanzarle, rodeándole de forma más firme la cintura, haciendo que frenara en seco, estremeciéndose frente al contacto.

—Dejas de picarte si te invito a merendar?

—Mmmm —respondió Martin como si lo tuviera que pensar demasiado —Bueno puede ser, inténtalo y ya decido después —sonrió.

Juanjo tiró de su mano en un gesto aparentemente despreocupado; aunque para ser verdad, sentía que podría gritar en cualquier momento.

Sentía la piel del menor tan suave, tan fría y desprendiéndole tanta paz que comenzó a temblar; de la impresión quizás... o puede que estuviera siendo su subconsciente, el cual le podría estar avisando de que ya se estaba casi enamorando.

Los chicos llegaron a una cafetería cerca de donde estaban, sentándose en una mesita pequeña, pero lo suficientemente grande para los dos.

Estaba todo decorado de una forma preciosa, algo minimalista aunque con un toque cotidiano, antiguo, bohemio.

—Te recuerdo que sigo sin poder comer de todo eh

—Confías en mi?

—No, te conozco de horas... —sonrió Martin

comiendo chicle Where stories live. Discover now