moncayo

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Los rayos del sol comenzaron a colarse por las rendijas de la persiana de Juanjo, iluminando el rincón donde se encontraban durmiendo los chicos, con ambas piernas enredadas; descansando como nunca, tranquilos; en paz.

Ambos temían estar yendo demasiado rápido... no es muy común que digamos que te enrolles con el enfermero que te estuvo tratando en veinticuatro miseras horas... ni mucho menos al contrario.

De hecho, estaba terminantemente prohibido mantener ningún contacto más allá del profesional con los pacientes del hospital... Sin embargo, a Juanjo, no podría importarle menos.

La noche anterior se durmieron escuchando un "te quiero" de parte del otro; sin esperarlo, sin planearlo. Simplemente surgió. Necesitaban soltarlo, porque lo sentían. Y quizás era pronto.

Que más da. No había vuelta atrás.

—Buenos días —susurró Juanjo con la voz aún ronca, mientras que Martin murmuraba algo que no consiguió entender acurrucándose más en su pecho, tratando de que sus ojos no percibieran la luz que seguía entrando.

Siguieron durante un rato más en silencio, queriendo retener un poquito más aquel momento. Respirando acompasados.

—Mmmm, me duelen las putas muelas —se quejó Martin, haciendo que Juanjo terminara de abrir los ojos, girándose a mirarlo.

—Te tomaste ayer el antibiótico?

—No, se me olvidó por completo... —se maldijo Martin.

—Eres un niñato irresponsable —susurro muy cerca de su boca.

—Fue tu culpa... yo no tenía planeado venir a tu casa ni mucho menos quedarme a dormir. Idiota.

—Tienes razón, perdón; tendré que recompensarte de alguna forma para que me perdones...

Los dos seguían susurrando, sabiendo el camino que comenzaba a tomar la conversación sin demasiado sentido que estaban teniendo.

Cerca. Demasiado cerca.

—Dame un beso y me lo pienso.

—No te quiero hacer daño Martin.

—Dámelo y olvídate de las putas muelas ya Juanjo —se quejó Martin, rodando los ojos, sin tener demasiado tiempo más antes de que Juanjo chocara sus labios con los suyos.

Fue un beso no muy largo, dulce y sincero. Algo tímido quizás, primerizo... Así era como se sentían ellos con todo aquello. Aunque también frenético, magnético y brillante. Nunca habían sentido algo así, ni siquiera algo parecido. Rápido, espontáneo, repentino.

Pero estaba bien.

—Como se entere mi superior me van a echar... y todo por un niñato que entró por un dolorcito de muelas  —bromeó Juanjo.

—Déjame entonces —se encogió de hombros el otro

—Dejarte? No estamos juntos no? Hasta donde yo se.

—Uhg —se quejó Martin —Bueno ya me entiendes. No me refería a juntos juntos; me refería a esto no? Porque bueno supongo que es algo no? Además solo era una broma! Una jodida broma idiota! —gritó Martin mientras que Juanjo reía, atrayéndolo hacia si.

—Tonto —le susurró — Te he entendido Martin y supongo que lo estaremos no?

—Que?

—Que esto sí que significa algo, al menos para mi... picón, que eres un picón.

—Es tu culpa!

—Mentiroso

—Mentiroso tú —rodó los ojos Martin, sin poder reprimir la sonrisa que amenazaba con salirle

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