chicle

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—Pero cuantos años tiene joder? —se mofó Juanjo —Ni que fuera un crío la ostia.

—Juanjo! No seas cabrón! —exclamó Alex —El pobre zagal iba cagado y encima se le ha complicado de la ostia.

—Cuantas muelas eran?

—Las cuatro.

—Joder, la primera en la frente —seguía riéndose el más alto.

—Te vas a reír menos cuando lo veas.

—Por?

—Porque te va a molar, incluso con la cara hinchada y media boca torcida.

—Lo que voy a hacer es reírme del copón, gilipollas.

Juanjo iba acercándose a la habitación de su nuevo paciente mientras leía el informe que le habían dado... Y conforme se acercaba, escuchaba las quejas entre balbuceos sin coherencia alguna del su próximo suplicio.

—Buenos días! —saludó al entrar a la habitación, viendo al pobre chico en la cama con sus padres al lado, ocultando a este —A ver qué tenemos, seguro que no es tan horrible como me lo han...

Y no pudo acabar su frase antes de estallar en una sonora carcajada.

Los padres del chico se levantaron sonrientes de la cama, dejando la cara del del bigote a la vista de Juanjo, siéndole a este imposible aguantar las ganas de reír al ver los mofletes del chico hinchados como una bota y la mitad de la boca torcida; haciendo que el bigote que tenía también se le desformara por completo.

Sus padres, los cuales creían que estaba exagerando demasiado, reprimían una sonrisa socarrona, viendo cómo el joven enfermero, reía frente a su hijo, el cual además, estaba enfadado.

—Ostia! —exclamó mientras seguía riendo —Si que era para tanto si.

—Perdona? —preguntó Martin irónico conforme pudo, pues le costó más formular la palabra en condiciones de lo que le hubiese gustado.

—Anda mejor que no hables.

Martin siguió diciendo cosas sin sentido, en un tono enfadado, enrabietándose como si fuera un crío de 4 años.

—El problema es que quiere comer chicle y no puede —dijo sonriente su madre.

—Discúlpalo, es un poco exagerado.

—Que no lo soy! —volvió a gritar el del bigote —Me duele muchísimo.

—Si me hacen el favor de salirse un momento, voy a examinarle, a ver si es tan grave o si que puede comer chicle —sonrió Juanjo mirando a la pareja.

Juanjo tenía algo, todo el mundo que permanecía frente a él aunque fueran milésimas de segundo acababa embelesado... Su madre le decía que era el efecto Juanjo Bona, irresistible quizás.

Los padres del chico de las muelas, salieron de la habitación, anonadados con la forma de hablar y gesticular del enfermero, seguros de que su hijo iba a estar en buenas manos.

—Vale a ver... Martín Urrutia verdad?

—Encima ni apuntan bien mi nombre —farfulló rodando los ojos —Es Martin, sin tilde.

—Genial Martin sin tilde, a ver como tienes esa boca.

—Hombre desde luego que ahora fatal.

—Y de normal seguro que también —sonrió Juanjo, buscando picarle.

—Pero que clase de enfermero eres tú dios —levantó los brazos enfadado.

—El que te va a quitar el dolor de muelas, venga abre.

comiendo chicle Where stories live. Discover now