—Dime que tú también lo has sentido —fue lo primero que dijo Juanjo al separarse de los labios de Martin.
Porque si algo era ciencia exacta, eran las mismas millones de chispas que habían recorrido el cuerpo de ambos, de la misma forma, con la misma intensidad.
Lo habían sentido todo... sin saber muy bien cómo explicar aquella sensación, siendo incapaces de asociarlo a cualquier otra experiencia que hubieran tenido antes. Era imposible comprarlo con nada.
—El dolor de muelas? Si, joder si lo he sentido —respondió Martin sonriendo, haciendo chistar a Juanjo, quien rodó los ojos dándole un golpecito en el hombro.
—Idiota
—Encima que he seguido el beso a pesar de que me estaba muriendo de dolor...
—En serio te ha dolido mucho? Joder lo siento tendría que haberlo imaginado; podías haberme dicho algo Martin dios soy idiota yo... —decía Juanjo tensándose más de lo que debía
Y no pudo continuar hablando ya que Martin se volvió a abalanzar sobre el, cayendo ambos recostados sobre el sofá, ambos sonriendo en medio del beso que les volvió a hacer sentir vivos.
—Era broma tonto, no me duele prácticamente nada —susurro Martin aún encima de Juanjo, mientras que este seguía rodeándole la cintura, acariciandola.
—Te odio
—Mentira
—Y tú que sabes listo?!
—Porque los ojos no te brillan así con alguien que odias —dijo Martin mirándolo de la misma manera, sin poder aguantar el morderse el labio inferior, suspirando.
Juanjo se quedó mirándolo con la misma intensidad que antes, aunque también con más nerviosismo, algo más tenso ante la tremenda verdad que había soltado Martin... preocupándose por aquello, porque si, era cierto, no te sentías así con alguien que odias... Preocupándose por si el del bigote no sentía todo aquello; al menos no con la misma intensidad.
Sin embargo, algo que parecía rutina entre ellos ya, era la manera en la que cada vez que Juanjo tenía alguno de esos pensamientos intrusivos, Martin sabía leerle como nadie, únicamente observándolo, sin necesidad de palabras.
—Mira los míos Juanjo —volvió a hablar alzándole la barbilla, mientras ambas miradas volvían a encontrarse —Dime que ves
—Destellos —sonrió sincero Juanjo, calmándose en cuanto comprendió lo que pretendía Martin.
—Brillan igual que los tuyos, aunque bueno, quizás los míos brillen más porque claro... teniendo al enfermero más atractivo jamás visto debajo mía...
Juanjo sonrió, soltando de golpe todo el aire que inconscientemente había estado reteniendo; atrayendo del todo a Martin hacia su cuerpo, rodeándolo en un abrazo, sin ser capaz de decir nada más.
Ambos se quedaron así unos minutos, únicamente respirando pausadamente al mismo compás, absorbiendo el olor del otro, pensando en que quizás había sido la fuerza del universo la que los había querido juntos. No había otra explicación lógica. Solo esa y el hilo rojo.
La lluvia golpeando el cristal los sacó de la pequeña burbuja que habían creado, haciendo que ambos se miraran de nuevo, sin romper el abrazo...
—Creo que debería de irme Juanji —sonrió nervioso tras darse cuenta de cómo le había llamado, aunque no pareció molestarle demasiado al más alto.
—Llama a casa anda, no vas a salir de aquí cuando está lloviendo así.
—Pido un taxi, llego en nada de verdad.
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comiendo chicle
Hayran KurguDonde a Martin le quitan las muelas del juicio y se le complica O Dónde Juanjo es el enfermero vacilón que lo cuida durante ese tiempo