El olor a hospital de por sí ya le causa molestia, el cómo las feromonas de la gente que está sentada en espera de un doctor lo aturde y ver la boca de los demás moverse desesperadamente sin poder oír nada le asusta.
Jamás le han gustado los hospitales, no importa cuánto tiempo pasé siempre será incómodo para él todo esos olores. Baja su mirada, juega con sus dedos nerviosos y siente su respiración ser irregular, mordisqueó su labio inferior para calmarse.
Una mano toca su hombro haciéndolo alzar su mirada, los ojos violetas lo miran y una sonrisa se forma en los labios de su padre.
—《¿Tienes hambre?》— él menor niega, recarga su cabeza en el hombre del mayor y este le otorga suaves caricias en su rizado pelo negro.
Ya habían pasado alrededor de media hora, los teléfonos se habían descargado y en recepción no quisieron darles informes de Shinichiro. Se suponía que un señor de apellido Sano estaba internado pero al no ser familiares directos les negaron la entrada a el cuarto del susodicho.
Un aroma familiar pone alerta a ambos omegas, es un olor dulce pero picante y es claro quién es el dueño. Su pelo negro estaba desordenado, sus ojos inchados -señal de haber llorado-, su nariz con un leve sonrojo y su linda sonrisa en sus labios.
—Perdón, los hice venir tan noche- ambos omegas se lanzaron a los brazos del alfa, quien los recibió gustoso plantandole un beso largo e intenso en los labios al peliblanco mientras alborotado los cabellos rebeldes de azabache.
—Me espantaste ¿Qué sucede?— hablo el omega entre besos.
Ambos se separaron, hubo un silencio por unos cuantos segundos seguido de un "hablemos en otra parte". La idea era irse a un hotel -o eso creía Wakasa- pero una joven rubia apareció repentinamente y abrazó al alfa mientras lloraba desconsolada, aquello solo confundió a ambos omegas que miraban al alfa en busca de respuestas.
El olor que Wakasa desprendía dejaba en evidencia lo amenazado que se sentía ante esa nueva presencia, los ojos amarillos conectaron con los violetas y a fue ahí donde su cerebro hizo "clic"
La chica abrazaba desesperada a Shinichiro mientras lloraba y este solo le acariciaba la cabeza, hizo una seña para que Wakasa y Takemicchi lo siguieran hasta el estacionamiento. Grande fue la sorpresa al ver una camioneta grande y aún más al notar que Shinichiro tenía las llaves.
Los cuatro subieron sin más, Shinichiro como conductor y Wakasa en el asiento de a lado, Takemichi estaba un poco incómodo pues pesé a haber dos filas de asientos traseros la chica decidió que era oportuno invadir su espacio personal y sentarse a su lado para abrazarlo.
No es que odie a la chica, realmente no la conocía, simplemente jamás le ha agradado que lo toquen personas desconocidas.
—Mi abuelo murió— soltó en seco Shinichiro, provocando que el llanto de la menor sea más sonoro. No dijo nada más, no miró a nadie, simplemente encendió el motor y manejó con un destino claro.
Wakasa estuvo algunos segundos procesando lo dicho ¿Qué tenía que decir o hacer? El viejo Sano nunca fue alguien amable y jamás estuvo de acuerdo con la relación de ellos, siempre fue un viejo arrogante que metía ideas erróneas a sus nietos.
—¿Lo siento?— Shinichiro soltó una risita ante la duda de su esposo, realmente no le dolía la pérdida, le dolía ver a su pequeña hermana tan triste— Entonces...¿Ella es Emma?— soltó en un susurro, habían pasado años desde la última vez que vio a los hermanos de Shinichiro.
—Si, Izana y Manjiro no quisieron venir, ella me marcó en la mañana diciendo que necesitaba la ayuda de alguien mayor y que Izana no le iba a ayudar— su voz es serena, no aparta la mirada del camino para evitar accidentes pero realmente deseaba ver la cara de su esposo pues debe estar confundido. Los sollos de Emma fue lo único que se escuchó el resto del camino, la rubia se había recostado en las piernas de Takemichi y éste dudaba si quitarla o acariciar sus hebras amarillas para consolarla.
La camioneta fue estacionada frente a una casa de dos pisos y -aunque había poca luz aparecía- tener un jardín grande. Emma se había quedado dormida, llorar la agotó, por lo que Shinichiro tuvo que cargarla en su espalda hasta la casa.
La puerta fue abierta, se quitaron los zapatos y Shinichiro gritó a todo pulmón un sonoro "estoy en casa", nadie contestó. Subió rápidamente para dejar en su recámara a Emma, al bajar se encontró con un Wakasa molesto y un Takemichi recostado en el sofá de la sala.
Se puso frente a él menor y tocó con su dedo índice una de sus rosadas mejillas, siempre le han causado ternura.
—《¿Tienes sueño?》— Takemichi asintió mientras tallaba sus ojos, Shinichiro sonrió —《Ve a bañarte, te dejaré ropa limpia y te haré la cama》
El menor se levantó con pereza y se dirigió al baño, ya era tarde ¿Por qué demonios no lo dejaban dormir y ya? Se desvistió por completo, mojó su cuerpo con aquella charola de agua para luego tallar suavemente, una vez limpio se metió a el furo dejando que la calidez del agua relaje su cuerpo.
DIOS, esa sensación debe ser la puta gloria.
Desconocía que hacían ahí, o quién era la chica que lloraba desconsolada pero no importaba nada en estos momento, solo cerró sus ojos y se hundió por completo en el ofuro.
—Muerto de ¿Muerto?—una risa burlona fue la respuesta del alfa lo cual enojó a oji violeta
—Solo existe un tipo de muerto amor, se murió en la operación y no le querían decir a Emma— Shinichiro parecía estar tranquilo, sacudía la cobija de la cama donde dormiría con su esposo. Por su parte, Wakasa, solo miraba desde el marco de la puerta con una expresión seria.
—Y...¿Ya lo saben ellos?— Shinichiro afirmó entre dientes, sabe a la perfección lo curioso que es su omega.
—Emma hizo un grupo con ellos, mande la noticia, Izana solo puso "Amén" y un monito rezando, Mikey solo puso "F, bailemos" y se salió del grupo—
El rostro de Wakasa estaba confundido, ¿Qué carajos es esa reacción ante la muerte? Sin duda los Sano son extraños.
ESTÁS LEYENDO
The Sounds of love -Maitake-
FanfictionAquellos sonidos tan ruidosos no podían ser escuchados, a causa de una equivocación de ha enamorado de una persona escandaloso. Quizás... Quizás ese sea el cambió que necesita en su vida. El calor de la noche abrazaba a la pareja, miraban con ilus...