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Pasaron cinco horas desde que llegaron a la cabaña que está cerca de la playa, los jóvenes de secundaria lo primero que hicieron fue correr hacia la arena y el océano dejando todas las maletas a Shinichiro.

Manjiro y Takemichi entraron a la habitación que escogió, cosa que al rubio le gusta.

-¿Q-qué haces Manjiro, tu hermano y Wakasa están abajo?- se quejó el omega, al sentir como su cuerpo era acorralado contra la cama por el alfa.

El aroma del rubio empezó a ser fuerte y picante, tan abrumador que lo hacía temblar, la cálida respiración de Mikey chocó en su cuello haciéndolo estremecer. La cálida mano del rubio se coló bajo la playera del omega, acariciando la fría y suave piel ajena, deleitándose con los suspiros llenos de placer que el azabache.

-Tranquilo, solo tienes que ser silencioso para que no nos escuche- susurró el rubio al oído del omega, sintiendo la piel ajena erizarse, lentamente bajó su mano hacia la entrepierna de Takemichi y acarició el pequeño bulto que empezaba a formarse -¿Recuerdas lo que pasó en el baño? Como te mojaste, tus lindas piernas temblando, ese rico sabor de tu fluido aún lo recuerdo perfectamente, tus labios en mi pene, chupando como una linda puta- ronroneo, metiendo con descaro su mano entre los pantalones del omega -Puedo hacerte sentir mejor que ese día, ¿correrte una sola vez? No será suficiente, haré que termines tanto que parecerá agua, marcaremos tu piel para que sepan que tienes dueño.

Takemichi sólo suspiró, dejándose tumbar en la cama y abriendo sus piernas para dejar que Mikey tocará con mejor facilidad. La molesta tela que cubría las delgadas piernas fue quitada con facilidad, dejando descubierta la suave piel, el cenizo no dudó en inclinarse y bajar hacia los muslos ajenos para dejar húmedos besos.

Takemichi soltó un suave gemido, tapando su boca rápidamente con su mano.

La ropa interior del omega igual fue retirada sin dudar, dejando ver su lubricante humedecer sus glúteos, Manjiro sonrió complacido y levantó un poco la cadera del omega para hundir su rostro en los húmedos glúteos y degustar aquel líquido dulce.

El omega solo podía gemir suavemente, mientras su propia mano cubría su boca, meneaba sus caderas en busca de más, sentía la lengua del alfa entrar y salir de su intimidad haciéndolo ver estrellas, pronto sintió como su erección fue tomada y estimulada con las grandes manos de Mikey.

-E-espera, es demasiado- sollozo excitado, sintiendo ese hormigueo en su vientre, indicando que pronto terminaría.

Mikey ignoró aquello y siguió con lo suyo, deleitándose con ese dulce sabor a durazno, el lubricante del omega ahora era una nueva droga para él y duda que pudiera estar un día sin probarlo.

Se había vuelto adicto al omega, el olor y sabor que este emanaba eran simplemente hipnóticos, no sabía si era amor o instinto, solo entendía que debía marcarlo y jamás compartirlo con nadie.

-Mikey, no puedo más, por favor- suplicó el omega entre sollozos, intentando apartar al alfa.

Pero Mikey ignoró aquello, se detuvo por unos breves momentos y le dio vuelta al omega, apretando los delgados brazos de Takemichi tras su espalda.

-Debes ser un buen omega y obedecerme, ¿Entiende?- habló con una voz firme y fría, dando una fuerte nalgadas a uno de los glúteos del azabache.

Takemichi sólo pudo gemir y soltar un suave y desesperado "si", meneando su cadera, había perdido todos sus sentidos y solo se dejaba llevar por su instinto, deseando ser usado al antojo del alfa.

-Buen chico- halago Mikey, acariciando la húmeda entrada con dos de sus dedos para entrar de golpe y simular fuertes embestidas.

Takemichi sólo logró arquear su espalda y gemir con fuerza, se sentía tan raro, dolía pero le gustaba, era extraño pero no quería parar.

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⏰ Última actualización: Oct 28 ⏰

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The Sounds of love -Maitake-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora