-Vamos, chicos, seguidme. Hay que darse prisa.
Martin abrió la puerta de la habitación. El pasillo estaba totalmente a oscuras, salvo por la poca luz que, desde la habitación, llegaba hasta allí.
Sin hacer ruido, los tres chicos salieron de la habitación. Otro relámpago iluminó la noche, y con la luz del mismo, los muchachos divisaron al principio del pasillo una silueta que ya les era familiar. Allí estaba la misma figura espectral que les había recibido al abrirles la puerta principal de la casa. Inmóvil, pero desafiante. Ninguno de los chicos se atrevió a dar un paso más.
- ¿Qué hacemos ahora, Martin? - preguntó John. Martin no respondió. Pocos segundos después aquella forma fantasmal comenzó a moverse lentamente hacia ellos. Lo hacía levitando ligeramente sobre el suelo.
- ¡Entremos a la habitación! ¡Rápido! - gritó Martin.
Los tres lo hicieron y luego cerraron la puerta al pasar el último.
-Trae esa silla – ordenó Martin.
John le acercó la silla y Martin atrancó la puerta con ella.
- ¡Es un fantasma! ¡Realmente es un fantasma! - se decían unos a otros mientras se miraban llenos de miedo.
No sabían cómo escapar de allí. Se acercaron a la ventana, pero estaba sellada con barrotes de hierro, así que era imposible salir por ella.
- ¿Podrá atravesar la puerta, Martin? –
preguntó Ben hecho un manojo de nervios. –
No quiero morir esta noche.
Al acabar de decir aquellas palabras, una vibración comenzó a notarse en toda la casa. Cada vez era mayor, hasta que la silla que bloqueaba la puerta calló al suelo.
Tras eso, la manivela de la puerta empezó a girar suavemente y la puerta comenzó a abrirse poco a poco. Una vez se abrió de par en par, pudieron ver al fantasma justo frente a la misma. Un relámpago iluminó la habitación. Si querían una noche de Halloween terrorífica, seguro que nada podría superar a aquella.
Los chicos retrocedieron y se situaron junto a la mesilla de noche, al lado de la cama donde yacía Bill.
-Este es el fin, chicos, lo siento. Lo siento de veras – les decía Martin a sus amigos, sabiendo que él les había conducido a aquella situación.
El fantasma empezó a dirigirse lentamente
hacia ellos levitando.
Bill, al ver a aquellos chicos al borde la muerte en manos de aquel ser infernal, se quitó el respirador. Al hacerlo, el fantasma empezó a desvanecerse bajo su sábana, al mismo tiempo que a Bill se le escapaba lo poco de vida que en él quedaba. Pronto, no quedaba más que la sábana sobre el suelo.
-Gracias, Bill. Gracias por salvarnos la vida a costa de perder la tuya, amigo- dijo Martin.
Bill lo miró aliviado al haber podido salvarles, pero a los pocos murió, quedando sus ojos en blanco y su boca entreabierta, en sus últimos esfuerzos por respirar.
-Vámonos de aquí, chicos- dijo Martin, aliviado, a sus amigos.
Y Ben y John comenzaron a andar hacia la puerta para abandonar aquella casa. Martin se quedó un momento mirando a Bill. Sentía una gran pena por aquel chico. Sus dos amigos estaban esperando junto a la puerta. Tras unos segundos, también Martin emprendió el paso para salir de allí. Pero entonces, algo llamó la atención de Ben y de John.
- ¡Martin! ¡Mira! - le gritaron ambos.
Martin se dio la vuelta. En la cama, Bill tenía ahora los ojos negros y una sonrisa diabólica recorría su cara de oreja a oreja.
- ¡Maldito seas, demonio! – exclamó Martin. No te bastó con poseer el cuerpo del Señor Edevane, sino que ahora pretendes hacer lo mismo con el del pobre Bill, de quien has estado alimentándote todos estos años. Pero no te vas a salir con la tuya.
Corrió entonces hasta la mesilla donde se encontraba la lámpara de aceite que había sobre ella y la arrojó sobre las sábanas de la cama, que al instante prendieron.
Los chicos salieron de allí corriendo mientras el fuego se extendía por la habitación y una vez fuera de la casa, desde el jardín, oyeron una fuerte explosión en la habitación de la que habían huido. Se debió, sin duda, a la combustión del oxígeno de la máquina para respirar que tenía Bill junto a él.
Desde fuera, los chicos contemplaban como las llamas se iban propagando por el resto de la casa, mientras vecinos y curiosos iban acudiendo al lugar para saber sobre lo ocurrido allí.
- ¿No me diréis que no ha sido el mejor Halloween de vuestras vidas? - se jactaba Martin en tono burlesco.
-Casi morimos allí adentro, ¿cómo puedes decir eso? – se quejó John.
-Sí, Martin, por tu culpa casi nos matan a todos – añadió Ben.
-Chicos, es Halloween y hemos visto fantasmas, ¿qué más se puede pedir?
Y los tres chicos se marcharon del lugar felices de haber sobrevivido a aquella inesperada y diabólica aventura. Tras ellos, la casa seguía siendo pasto de las llamas. Realmente había sido una inolvidable noche de Halloween.
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EL MEJOR HALLOWEEN
HorrorTres niños, Ben, John y Martin, planean celebrar Halloween visitando la casa del señor Edevane, lugar donde, esa misma noche, hace unos años, un chico de su edad desapareció sin dejar rastro. Ránkings logrados: #1-> relatodeterror