Bonnie miró por la ventana de su pequeño apartamento, observando cómo la lluvia caía sin piedad sobre la acera. Las gotas se deslizaban por el cristal, creando caminos sinuosos que parecían reflejar su propia vida. Pese a estar terminando su juventud, la rutina había tejido una red de soledad a su alrededor. No tenía muchos amigos, y su relación con la familia era distante, marcada por silencios incómodos y conversaciones superficiales. Cada día era una repetición del anterior, y la monotonía se había convertido en su compañera constante.
Como asesora financiera, su jornada había sido agotadora; había pasado el día sumida en reuniones interminables con distintos clientes y, por último, con su exigente jefe, que siempre esperaba resultados inmediatos. A pesar de la estimulación que su trabajo podía ofrecer, el peso de la soledad se hacía más intenso en esos momentos de despersonalización. Había aprendido a convivir con su soledad, pero anhelaba algo más: una chispa de emoción que rompiera la rutina de su existencia. En su mente, las aventuras eran para otros, para aquellos que podían arriesgarse a romper las cadenas de la cotidianidad. Sin embargo, en el fondo de su corazón, sabía que había un mundo lleno de misterios y posibilidades esperándola.
Mientras regresaba a casa, Bonnie había recibido un par de notificaciones en su teléfono, pero estaba tan cansada y absorta en sus pensamientos que no les prestó atención. Al llegar, se dejó caer en el sofá, exhausta y con la cabeza llena de cifras y proyecciones. Miraba las sombras que danzaban a la luz tenue de la lámpara, sintiendo que el peso del día se deslizaba por sus hombros. Fue en ese momento que recordó su teléfono, y, con un suspiro, lo tomó en sus manos. Desbloqueó la pantalla, y sus ojos se iluminaron al ver un mensaje de WhatsApp de un número desconocido. Un llamado a la aventura que tanto había anhelado, y que cambiaría su vida para siempre.
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Nuestro hilo rojo [Duskwood]
Fiksi Penggemar"Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse están conectadas por un hilo rojo invisible. Nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia. Este hilo se puede estirar o contraer...